Gastronomía
Nacidos para el tardeo, mucho más que una moda pasajera
Ya no es una costumbre hostelera de interinidad, tiene capacidad propia de atracción
En tiempos de fibrilación hostelera mediática la movilización de los hábitos, en barras y restaurantes, no se improvisa. Mientras las agujas del reloj invernal marcan el epílogo de este febrero nos entregamos a un interminable tardeo. El apostolado de esta cíclica costumbre que camufla la prolongación de sobremesas se fusiona, sin solución de continuidad, con los actos previos a la cena.
Que si, que aún no estamos en el mes de marzo… quién sabe, nos recuerdan. El final de la semana es de frotarse los ojos, nos tiene reservada la mejor de las noticias y marca todo lo demás. Porque en las previsiones, no había a priori un tardeo de nunca acabar, y, de vez en cuando, surgen las sorpresas.
Todo empieza cuando los trotadores del callejero barista, con la sabiduría sosegada, encuentran la conciliación durante la prolongación de la mañana a la tarde, sin cuentas pendientes, ventilado el largo almuerzo de rigor dominical patrullan la ciudad con la más prosaica de las normalidades mientras se dirigen en busca del inaplazable tardeo.
Buscan el refugio del icónico tardeo en las barras favoritas para arropar la escapada donde se exprimen los tiempos en busca de tapas singulares y cocteles distintivos que desemboca en hábitos reconocidos. Más que sensaciones hay evidencias. Es un clamor su presencia cada vez más extendida en la hostelería de la Comunidad Valenciana con especial significación en Alicante.
Por mucho que haya y vengan modas hosteleras hay cosas que se mantienen y consolidan como el tardeo. La fuerza de los acontecimientos matutinos del almuerzo y la pujanza pertinaz del aperitivo nos empujan a no capitular en busca del prolongar la sobremesa con el destino final del tardeo. Sobre este asunto circula una teoría blanda y pasiva, que aspira a la irreprochabilidad. Para entenderlo, basta con echar una ojeada a determinadas barras y restaurantes e intentar acomodarse en tiempo real.
Algunos restauradores que veían el tardeo con mansa resignación y sordo enfado en tiempos primigenios ahora se benefician del espíritu de esta moda ya consolidada. El tardeo se ha convertido en una conquista cotidiana y minuciosa posterior a la sobremesa que enlaza con la costumbre del tapeo. No pretendemos analizar las causas de su afección, sino simplemente dar cuenta del hecho.
Ahora que tanto vivimos de hacer ruido hostelero, la consolidación del tardeo es el antídoto preciso contra cierta vulgaridad que amenaza la convivencia comensal en la hostelería de distancias cortas. Sorprende la facilidad con que las martingalas y el maridaje de los nuevos gustos se instala en el día a día de la hostelería para tomar apariencia de realidad incuestionable. Sobre el tardeo llueve un derrame de especulaciones. Es muy posible que llegados a esta tribulación los más osados pongan por delante su coartada como una declaración de intenciones para enlazar la sobremesa con la noche.
Agita el ánimo hostelero y provoca la reflexión de nuevas formas del ocio. Una alianza vital en la incansable búsqueda de la óptima armonía entre gastronomía y coctelería. La variedad ayuda a entender las dimensiones de este fenómeno. Si les gusta practicarlo tienen realmente donde elegir.
Un caudal de clientes apuran ya el tardeo vital. De la interacción de estos nuevos hábitos surge el bien común hostelero. No entender que, pase lo que pase, las cosas ya han cambiado es no entender nada, o muy poco. El tardeo ya no es una moda hostelera de interinidad tiene capacidad propia de atracción.
Un fin de semana cualquiera, encontramos el enorme significado del tardeo. Más allá de forzados paralelismos, se impone, entre los consumidores y en sus múltiples versiones. Aunque el big bang hostelero es intermitente, a medida que el universo de este moda se expande surgen mentideros de la coctelería universal, donde la sobremesa del gin tonic también se vuelve infinita. Quienes aún esperan que este artículo contenga una metáfora para merecer su consideración, no tienen más que pensar en la situación actual que vivimos. De costumbre inédita a hábito de gran militancia en continuo crecimiento. Nacidos para el tardeo.
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