Opinión "La paz llega de Alicante"

"El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos". Una frase que forma parte del imaginario colectivo, gracias a la película "Casablanca" y que nos recuerda que la vida lucha por seguir adelante incluso en las en las circunstancias más adversas.

Y ahora, cuando se cumplen cinco años del Covid19 y del confinamiento llega un nuevo orden mundial, con Donald Trump marcando el paso.

Y nuestra cierta vida normal -para algunos privilegiados, claro está- se convierte de hoy para hoy en incierta; casi tanto como cuando un virus llegado de China nos dijo a todos que no somos nada, en el sentido más amplio de la expresión. Y en ese contexto en el que las fronteras se difuminan y hasta se borran en ese espacio común que es la Unión Europea aparece Rosario Raro, escritora, y en plena gala de entrega del Premio Azorín de Novela en Alicante, nos explica que, ¡ojo!, aun estando en una fiesta de las letras, la guerra está ahí. Tres años dura ya la contienda en Ucrania.

Que haya ganado una novela antibelicista, «un alegato por la paz» según la definición de la autora, tiene sin duda gran carga simbólica. La obra en cuestión se titula «La novia de la paz» y, a preguntas de los periodistas, Raro dijo bien claro que temía que se formara ahora algo parecido a un Ejército europeo.

Me pregunto si para Alicante y la Comunidad Valenciana Ucrania es una realidad cercana o lejana; me pregunto si el jurado pensó en defender la paz en tiempos en que Europa está acorralada.

Y mientras explicaba por qué reivindica la paz, Rosario Raro hizo una declaración de amor hacia sus raíces, repartidas entre Segorbe, Castellón, y Rojales, Alicante.

Pues eso, que "La novia de la paz" es per se una novela necesaria en tiempos en que ese lugar seguro para nuestra tierra que es Europa se tambalea. Y en Ucrania sigue la guerra. De locos.