Sociedad
Las Hermanitas de los Ancianos Desamparados: La orden religiosa que nació en plena revolución cantonal en Valencia
Llegaron a Valencia en tren enviadas por Saturnino López y cumplen 150 años
Mientras hay teólogos que siguen liando la madeja de si Dios es Padre o Madre, o mezcla de uno y otra, ellas, las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, continúan siendo la ternura de Dios en la tierra, en su caso, la ternura de Dios hecha mujer que habita entre nosotros. Una ternura hecha historia con siglo y medio de existencia y que estos días celebra el 50 aniversario de la canonización de su fundadora, Madre Teresa Jornet e Ibars, santa Teresa Jornet, quien desde el cielo las ayuda e impulsa en estos menesteres de atender ancianos y ancianas en la peor etapa de su vida, cuándo más necesitan ayuda y más solos están o se les abandona.
Ellas están ahí, valientes, decididas, fuertes, seguras, cariñosas, volcadas de amor y por amor, con gran finura espiritual, pendientes, actualizadas, al día, siendo un bálsamo para quienes quemaron su vida en favor de sus familias y ahora han tenido la suerte de recalar en los brazos femeninos de estas mujeres acogidas a su vez la tierna advocación de la Virgen de los Desamparados. Hoy las Hermanitas de los Ancianos Desamparados son la ternura de Dios en la tierra, pero también la ternura de la Virgen de los Desamparados, colaboran con ambos para encarnar el cariño, el afecto y el amor entre quienes más lo necesitan.
Ejemplares mujeres que en el silencio y discreción vivifican diariamente multitud de milagros. Valencia tuvo el honor y privilegio de ser pionera también en esta forma de caridad y humanidad. Aquí está la Casa Madre, la fundacional, y la Casa General. Magníficas mujeres fuertes del Evangelio, de Dios, de la Virgen, de humanidad.
En plena revolución cantonal
En 1873, fue declarada la I República Española. En 1869, una insurrección hizo que el capitán general Rafael Primo de Rivera cercara la ciudad de Valencia y la bombardeara con artillería para sofocar la revolución cantonal.
En medio de esta mar gruesa, llegaron por ferrocarril (mayo) a nuestra ciudad, desde Barbastro, unas monjitas. Pertenecían a una institución que acababa (enero) de fundar un canónigo de la catedral de Huesca, Saturnino López Novoa, con ánimo de atender a la ancianidad desvalida. El clérigo sabía de la existencia de una advocación de la Virgen llena de ternura, Desamparados. Y las envió a Valencia a fundar, no llevaban nada encima, como siempre, sólo su fe y amor.
Las crónicas cuentan que durante el viaje tanto los empleados como los viajeros del ferrocarril las llenaron de atenciones. Cofundadora de la Orden religiosa fue la Madre Teresa Jornet e Ibars, hoy santa Teresa Jornet, cuyos restos mortales descansan en el convento de Lliria. Pablo VI la canonizó el 27 de enero de 1974, por lo que este año se celebra el cincuentenario de su declaración de santa.
Acudieron al palacio arzobispal y pidieron hablar con el arzobispo, Mariano Benito Barrio Fernández, que era de Jaca, y había participado en el Concilio Vaticano I. Pío IX, estando aquí, lo elevó a la dignidad de cardenal. Sus restos están enterrados en la capilla de la Santísima Trinidad de la catedral de Valencia. Saturnino López había estado también en el Concilio como teólogo y habría estrechado vínculos con el prelado.
Mariano Barrio quedó sorprendido de la valentía y decisión de las religiosas de aparecer por Valencia en etapa política y revolucionaria como la que se vivía en esa etapa del XIX y bendijo sus proyectos y dio total apoyo. Entendió que la aparición de las religiosas y su intención de fundar en Valencia la primera casa convento residencia de ancianos de la Orden de las Hermanitas de los Ancianos Desamparado era algo providencial.
Lo de la Providencia es algo que han tenido siempre muy claro las Hermanitas. Viven con la confianza total puesta en la Providencia de Dios, que nuca las va a abandonar en su ingente obra de misericordia atendiendo a ancianos pobres, sólos, desvalidos y necesitados de ayuda y cariño. Voluntarios, bienhechores, ayuds cariñosas nunca les faltan.
El arzobispo les procuró una casa, la número 1 de la plaza de la Almoyna, propiedad del Arzobispado, junto a la Virgen y la catedral, para instalarse y acoger ancianos, en mayo de 1873, acogiendo de inmediato de los primeros ancianos, uno de ellos de 93 años y una mujer de 99 años, está impedida. Las Hermanitas habían logrado un oasis de paz en plena revolución cantonal, que alteró muchísimo la vida de la ciudad, hasta que el 2 de agosto se rindiera la junta revolucionaria en sesión celebrada en el aula capitular de la catedral. Tres años después fallecería el prelado.
Actualmente esta congregación cuenta con 210 casas que acogen a 26.000 Ancianos de ambos sexos, preferentemente pobres, (15.300 en España y 10.000 en los restantes países), en 21 Naciones y tres continentes. En ello consiste el gran milagro de la Virgen de los Desamparados que sigue realizando a diario. En tal cometido, tienen siempre presente laconsigna de la Madre fundadora: “Ya que el Señor nos ha confiado el cuidado de los ancianos, hagámoslo con esmero”.
De hecho, la limpieza, el aseo, el cuidado, la higiene, de instalaciones e internos es total, absoluta. Ayudadas por personal empleado, colaboradores y voluntarios, las religiosas tienen en total pulcritud todas las casas y asilados, en perfecto estado de revista. Es una máxima que tienen desde el primer día en la primera casa que fundaron, incluso con horas diarias de jornada de puertas abiertas, en que se pueden visitar las instalaciones y a los internos, sin ningún tipo de problema u objeción, todo lo contrario de lo que suele ocurrir en residencias de ancianos privadas o públicas, donde se suele exigir aviso previo de, al menos, una semana para visita. Aquí de punto en blanco a toda hora.
Finura espiritual
A lo largo de mi vida profesional he tenido ocasión de conocer cómo son y trabajan en su día a día. Recuerdo que cuando el PSOE llegó al poder en democracia, al menos en Valencia las asedió y sitió. Les negó el pan, la sal y el agua. En el periódico donde trabajaba hicimos una campaña de prensa para que se les devolviera una subvención genérica que tienen para atender a las necesidades materiales del cuidado de los ancianos. Precisamente se les quitó las ayudas cuando las monjitas acaban de comprar una costosa lavandería donde lavar las ropas de los ancianos, pues les superaba el hacerlo a mano de tantos residentes que tenían.
Lo suyo no es lo material, pero necesitan unos mínimos para que los ancianos vivan la última etapa de su vida lo más digno posible. “Nuestro fin primordial es ante todo, el seguimiento más cercano de Cristo con total dedicación a Dios como amor supremo. Formamos parte del grupo numeroso de hombres y mujeres que profesan los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia. “Nuestro fin específico es acoger, en un ambiente de familia, a los ancianos más vulnerables, para atenderles en todas sus necesidades: materiales, espirituales y de afecto. “Cuidar los cuerpos para salvar las almas” les dejó como consigna nuestra fundadora, santa Teresa Jornet.
En su web transmiten, comunican, su intensa vida en todos los órdenes y en todas las casas que tienen repartidas por los cinco continentes. Preciosa la sección musical, sus cantos, altura de espíritu, contrapunto a la sordidez callejera imperante, últimamente expresada y significada en la canción ganadora del Benirdom Fest, de título y letra irreproducible, que va a ser la gran aportación cultural y humanitaria de España a Euovisión, a la cultura de Occidente.
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