La historia

Los que no pudieron huir del infierno de las llamas del incendio de Valencia

Entre las víctimas se encuentra un ingeniero de edificación que conocía a la perfección cómo debía actuar. Murió junto a sus hijos y su mujer

Los vecinos de Campanar se han reunido este domingo para mostrar sus condolencias
Los vecinos de Campanar se han reunido este domingo para mostrar sus condolenciasEFE/ Manuel Bruque

El destino es a veces perverso, tanto como para provocar que un ingeniero de edificación fallezca, junto a toda su familia, atrapado en un fuego provocado en su vivienda. Ramón, el joven padre de la familia que murió trágicamente en el incendio del pasado jueves en Valencia, se tituló en el año 2013 en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de Edificación de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV). Trabajaba en una empresa de demoliciones y desguaces industriales, especializada en la retirada de amianto.

Ramón tenía la formación necesaria para saber que, en caso de incendio, la fachada es el lugar adecuado para ser evacuado. Por eso siguió los consejos de los bomberos, que le dijeron que permanecieran en su casa hasta poder ser rescatados.

Era demasiado arriesgado salir a una escalera llena de humo con un bebé de solo quince días de vida. Pero tanto Ramón como los bomberos desconocían que alguno de los materiales utilizados en la fachada del edificio lo iban a convertir en una cerilla gigante, sin dejar tiempo para realizar ya más rescates.

Los bomberos, algunos de ellos heridos y posteriormente hospitalizados, intentaron hasta el último minuto rescatar a las personas que sabían que habían quedado atrapadas en el edificio de 14 plantas, convertido ahora ya en un gigantesco esqueleto que hace inevitable olvidar la catástrofe.

Las otras caras de la tragedia

Además de Ramón y su familia, en la tragedia del pasado jueves fallecieron seis personas más. Una de ellas era Carmen, una mujer de 67 años jubilada y exempleada de banca. Vivía sola en la novena planta, un piso más arriba de donde se originó el fuego.

Pilar era profesora de filosofía en el IES Malilla. Vivía en el ático. Su ausencia a las clases del viernes confirmó la peor de las noticias. Había fallecido en el incendio. El instituto está conmocionado y se ha ofrecido atención psicológica para alumnos y docentes.

Esther, una joven natural de Alzira, que vivía con su pareja, residía también en el noveno piso y tampoco pudo salir del edificio. Trabajaba en una empresa multinacional sanitaria desde hacía un par de años. También quedó atrapada. Tuvo tiempo de despedirse de su madre.

Las otras víctimas de esta desgracia son una mujer también jubilada, exempleada de una farmacéutica, y una pareja de personas mayores, que quedaron atrapadas junto a sus mascotas. Siete mujeres, un hombre, y dos niños que encontraron la muerte de la manera más inesperada y terrible.

Un verdadero infierno

Testigos de la labor de los equipos de bomberos y de los demás cuerpos de seguridad relatan el horror vivido durante los trabajos de extinción. El incendio no cumplió ningún patrón conocido. Fue imposible hacer más.

El fuego se propagó con una velocidad completamente desorbitada. Ni el más veterano del lugar había vivido una situación similar. Sabían que trabajaban contra reloj pero completamente a ciegas, pues desconocían en qué viviendas había gente que no había podido escapar.

Con la ayuda de Julián, el conserje del edificio, comenzaron a saber dónde había sido imposible dar la voz de alarma del incendio, pero había mucho humo, llamas por todas partes.

Los bomberos salían desvanecidos del edificio, pero ya sabían dónde había personas atrapadas. «Voy a entrar», gritaban exhaustos pero, según aseguran, hubo que retenerlos porque estaban al límite de sus fuerzas y se dirigían a una muerte segura. La prueba es que seis de los heridos fueron bomberos y uno de ellos incluso tuvo que ingresar en la UCI. Afortunadamente, ahora están todos fuera de peligro.

En los edificios incendiados la policía científica continúa trabajando, con el apoyo de los bomberos para determinar las causas del incendio.

Además, los juzgados de Valencia están a la espera de los resultados de los análisis de ADN, y en algunos casos de los estudios antropológicos. Es un trámite imprescindible para autorizar la entrega de los restos mortales a los familiares, según concretó ayer el Tribunal Superior de Justicia de la Comunitat Valenciana (TSJ-CV). No obstante, la complejidad de los análisis puede demorar este trámite más de lo habitual.

El Juzgado de Instrucción número 10 de Valencia abrió la causa judicial por estos hechos. Desde entonces quedó decretado el secreto de las actuaciones durante un mes para proteger la investigación policial sobre la causa y circunstancias del incendio, así como para preservar la intimidad de las víctimas y de sus familiares.

El recorrido judicial de este asunto va para largo, pese a que la policía científica tiene bastantes pruebas como para saber cómo se inició el fuego.

Existen varios videos en los que se ve que el fuego se origina en el toldo, por lo que no parece que haya demasiadas dudas sobre esta cuestión. No obstante, sí que se debe determinar qué produjo ese fuego y se especula con que podría ser con un cortocircuito en el motor del toldo.

La investigación se está desarrollando con el máximo recelo. De hecho, ni siquiera se confirma de manera oficial que la vivienda del octavo piso, en la puerta 86, no estaba habitada.