Cambio climático

La sequía reduce un 50% la producción de miel en la Comunidad Valenciana

El número de colmenas se ha reducido en 10.000 unidades en un año en la provincia de Alicante

El apicultor Miguel González García junto a algunas de sus colmenas instaladas en Celada de Robledecedo (Palencia)
Las altas temperaturas perjudican a las colmenas.BrágimoAgencia ICAL

La sequía está causando estragos en las colmenas; la producción de miel se ha reducido a la mitad en las explotaciones de abejas de la Comunidad Valenciana por las altas temperaturas, la escasez de lluvia así como por el parásito varroa, un depredador. Una combinación letal para los insectos que se encargan tanto de producir la miel como de polinizar los campos.

Según relata Guillermo Rosell, presidente de la sectorial de apícola de Asaja-Alicante y apicultor, “este año la producción de miel de azahar, que procede de cultivos de regadío, se ha reducido un 50% en toda la Comunidad Valenciana; es decir, si se producían 25 kilos por cada colmena, ahora se han generado 12 kilos; algo que ha provocado que retiremos muchas de las explotaciones porque, sin abejas, no son más que cajas de madera vacías”.

Rosell, precisa, que esa producción es para la miel de la flor del naranjo pero, en el caso de la miel que se produce de plantas silvestres, como el tomillo o el romero, la situación es peor. “Si sacabamos 10 kilos por colmena, ahora tenemos cero kilos”, añade. El motivo es que la falta de lluvia provoca a su vez que la vegetación escasee en las montañas y las plantas no florezcan, por lo que las abejas no puedan alimentarse y producir miel.

Las altas temperaturas, que han llegado a destiempo a la Comunidad Valenciana, además afectan muy negativamente a la reproducción de las abejas, que tienen fecundaciones menos efectivas y menos abundantes. Algo que interfiere en el ciclo vital de la abeja reina y, si antes vivía tres años, ahora vive uno.

En el caso de que las temperaturas suban por encima de los 30 grados el néctar se seca y las abejas no sacan nada.

Dadas las circunstancias, Rosell aclara que la esperanza es que a partir de octubre llueva; la apicultura arrastra tres años consecutivos muy malos de producción, con la siguiente merma para las cabañas de columnas. “Si seguimos esta tendencia, la apicultura se quedará al final como un simple hobby, en vez de como una actividad profesional”, se lamenta.

Según los datos de Asaja, en la provincia de Alicante, el censo de colmenas en la Comunidad Valenciana ha descendido en 10.000 unidades. En el caso de Valencia los datos siguen la misma línea y, aunque el número de explotaciones en el 2022 se mantuvo constante, las colmenas que integran estas explotaciones han disminuido incluso de manera más preocupante que en Alicante.

En Alicante hay unas 50.000 colmenas explotadas por medio millar de apicultores. En el conjunto de la Comunidad Valenciana, existen unas 365.000 explotaciones y 2.600 apicultores.

Hay que recordar que en la Comunidad Valenciana y en provincia de Alicante no se recoge agua desde la primavera pasada, algo que ha provocado que las reservas hídricas se hayan agotado desde entonces hasta ahora, con el consiguiente perjuicio para la apicultura, la agricultura y la ganadería.

Tal y como destaca Rosell, “las abejas además de producir miel cumplen un papel muy importante porque polinizan el campo, es decir, generan más vegetación en las montañas, las regeneran, y permiten también que cuajen mejor los cultivos de árboles frutales; al ir de flor en flor se mezclan sus pólenes”.

Los apicultores se quejan de las escasas ayudas económicas que reciben de la Administración. “Las ayudas en nuestra comunidad son cinco veces inferiores a la media que recibe España”, asegura Rosell. De ahí que el sector mire al cielo, esperando lluvias para octubre. “Nuestro único medio de vida es la miel, y si no llueve, no habrá miel”, concluye.