
Crítica
Si los ángeles músicos hablasen
Banda Simfònica Municipal de València, Cristóbal Soler (director). Coral Catedralicia de València, Luis Garrido (director). Mario Corberán, tenor; Tanya Durán-Gil, soprano; Estíbaliz Ruiz, mezzosoprano; Alberto Ballesta, tenor; Laura Cruz, soprano. Catedral de Valencia, 14 de abril de 2025.

El diálogo entre lo sacro y lo profano se ha revelado, a lo largo de la historia valenciana, como un intercambio natural. Resulta imposible no evocar las celebraciones en honor a San Vicente Ferrer, la festividad del Corpus Christi o las conmemoraciones históricas de la conquista de la ciudad, donde la música ha servido de puente entre las esferas divina y terrenal con asombrosa espontaneidad. En la tarde del 14 de abril, en la Catedral de Valencia -hogar de una capilla y archivo musical antiquísimo y de un órgano que custodia no pocos siglos de memoria-, esta comunión volvería a repetirse ante un auditorio efímero pero concurrido que, por unas horas, contempló cómo las fronteras entre lo religioso y lo civil se fundían en un único espacio dedicado a la música.
La Catedral abrió sus puertas no solo al público que habitualmente sigue la temporada de la Banda Simfònica Municipal de València y el Palau de la Música, sino también a numerosos visitantes casuales que, al no disponer de entrada, hubieron de esperar a las puertas del templo hasta que finalmente se les permitió el acceso. Sobre la atenta mirada de los ángeles músicos que coronan la capilla renacentista, Banda y Coral Catedralicia se unieron en un único gesto compartido; de haberse materializado sus voces, es probable que las propias figuras celestiales hubieran musitado que aquella unión era inevitable, y que su huella permanecería indeleble en la memoria de quienes tuvieron la suerte de presenciarla.
El programa, elegido con esmero para coincidir con las celebraciones litúrgicas de la Semana Santa, se articuló en torno a dos obras: la Missa Brevis de Jacob de Haan y el oratorio Lázaro (D. 689) de Franz Schubert. La primera, concebida para coro y banda sinfónica, integra estilos clásicos, románticos y contemporáneos con una sencillez casi orgánica. Desde su estreno en 2002, esta Missa Brevis se ha reconocido por sostener, en cada uno de sus movimientos, la belleza y el recogimiento de la tradición con la cercanía de un lenguaje accesible al gran público.
En la segunda parte, el oratorio Lázaro de Schubert revalidaría la importancia de explorar lo sacro desde lo dramático. Se trata de un drama religioso compuesto en 1820 sobre texto de August Hermann Niemeyer, que refleja la honda preocupación schubertiana por la muerte y la esperanza de la resurrección. El influjo de Gluck y la impronta de Salieri se perciben en un discurso que reclama una interpretación teatral y, al mismo tiempo, mantiene la ternura característica de las partituras del compositor vienés.
Bajo la dirección del maestro Cristóbal Soler, la Banda Sinfónica volvió a demostrar la versatilidad que puede alcanzar un conjunto de estas características cuando los ecos de la tradición -desde el repertorio sacro hasta el sinfónico- se combinan con el bagaje y la técnica propios de nuestros días. La Coral Catedralicia, con más de dos décadas de historia, confirmaría su sobrada solvencia para abordar un repertorio poco habitual en su haber.
Mención especial merece el cuarteto vocal de solistas. Mario Corberán y Tanya Durán-Gil destacaron con interpretaciones de marcada expresividad. El resto del elenco -Estíbaliz Ruiz, Alberto Ballesta y Laura Cruz- afrontaría algunas dificultades en dicción y afinación, quizás por la acústica o el acompañamiento bandístico; aun así, el conjunto ofreció una interpretación más que convincente.
Se trató, en suma, de una velada popular pero de gran hondura emocional. Para la Semana Santa valenciana, esta cita abre la posibilidad de unir, una vez más, lo sacro con lo profano, recordándonos que, a veces, la música es capaz de traspasar cualquier frontera y situarnos cara a cara con lo que nos trasciende desde la cotidianidad. Sin duda, un concierto que queda grabado en la crónica musical de la ciudad en esta temporada.
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