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Una ciudad que se hunde lentamente

José María Ezquiaga, ex decano del Colegio de Arquitectos de Madrid, hace balance en la ciudad hundida
ANDREA MEROLAEFE

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Las imágenes son tan alarmantes que podríamos pensar que el patrimonio artístico de Venecia está a punto de perderse y corre un serio y grave daño con la crecida de ayer. Sin embargo, el ex decano del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid (COAM), José María Ezquiaga, calma los ánimos y señala que no debemos achacar a un tema o cuestión de cambio climático este fenómeno de «acqua alta»: «El problema en esta ciudad es más complejo, pues se levanta sobre una laguna y, además, se hunde. Es decir, que no es únicamente una cuestión de la crecida de las aguas. La capa freática sobre la que se asienta se va reduciendo, algo que se hace visible, por ejemplo, cuando vemos anegados los escalones que dan acceso a un edificio».
Venecia está sometida, señala el arquitecto, a «mareas extraordinarias que sufren de manera periódica y que agravan una situación ya de por sí compleja que no se puede prever, aunque sí que se han tomado medidas y están relativamente preparados ante este tipo de fenómenos puntuales; sin embargo, esta crecida ha resultado excepcional». El propio Ezquiaga vivió en una ocasión en la ciudad este fenómeno y sabe bien de lo que habla: «Aunque no llegue a todos los puntos, Venecia se paraliza».
¿Cómo hacer frente a esta temida «acqua alta»? El ex decano pone el dedo en la llaga al incidir sobre una cuestión económica: «Es necesaria una inversión millonaria que tendría que hacerse de manera solidaria por el Gobierno de Italia y la comunidad internacional. Se trata de soluciones bastante costosas que una urbe como ésta no puede asumir en solitario». No nos extraña que el alcalde hable de una catástrofe y las pérdidas se cifren ya en millones. «Que las imágenes que nos llegan sirvan para tomar conciencia y de revulsivo de que estos fenómenos pueden darse en otras ciudades. Es necesario tomar medidas para adaptarnos y poder así aislar los monumentos».
Mamparas móviles
El agua, explica, afecta de manera dramática al patrimonio, sobre todo, en las obras de arte y en aquellos edificios a nivel de cota cero, a ras de suelo. Los escalones, en estos casos, pueden resultar primordiales». Las aguas han alcanzado los 120 centímetros en la cripta de San Marcos, completamente sumergida. Las columnas, que ya habían sido dañadas y reemplazadas por la marea de octubre de 2018, también sufrieron las consecuencias del agua. «No tenemos defensa contra estas altas inundaciones, sino solamente en determinadas áreas, como la capilla zen, con mamparas móviles. Cuando sube tantísimo, las puertas de contención y las bombas para achicar se quedan insuficientes», ha asegurado Pierpaolo Campostrini, procurador de la basílica.
Mientras que en La Fenice, el legendario teatro de ópera, han tenido que sofocar un pequeño incendio. El patio de butacas se ha salvado, por ahora, de las aguas, pero la dirección aún desconoce si podrán inaugurar la temporada el próximo 24 de noviembre. «Don Carlo», con una Maria Agresta de relumbrón como Isabel de Valois, está en el aire. Los conciertos de ayer y hoy han sido cancelados. Ezquiaga apunta también a la cuestión de la sal del agua, que requiere «de una cuidadosa limpieza con agua dulce», pues deteriora la piedra, el yeso y la pintura, que sufren.