Jared Diamond: «Los catalanes pueden enorgullecerse de España»
El autor de «Armas, gérmenes y acero» presenta su nuevo ensayo, «Crisis», y asegura que «es la primera vez en la historia que tenemos la posibilidad de destruir el mundo»
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Jared Diamond lo sostiene y lo defiende con absoluta rotundidad: «Existen un montón de problemas hoy en día. Pero es la primera vez en la historia que tenemos la posibilidad de destruir el mundo por completo. Hay cuatro maneras: con las armas nucleares, el agotamiento de los recursos, el cambio climático o a través de la desigualdad. Durante la Segunda Guerra Mundial, Europa se podría haber destruido a sí misma totalmente; o Japón haber acabado con el Este asiático. Pero ese conflicto no suponía una amenaza para el planeta. Hoy sí existe esa preocupación». Jared Diamond, profesor de Geografía en la Universidad de California en Los Ángeles, autor de «Armas, gérmenes y acero», y ganador del Premio Pulitzer, publica su nuevo ensayo, «Crisis» (Debate), una indagación sobre cómo las naciones han superado sus baches económicos, sociales o históricos en el pasado.
El científico es un optimista contradictorio que, por un lado, extiende sobre el tapete los problemas contemporáneos más urgentes y, por otro, exhibe su confianza en cómo vamos a afrontarlos y superarlos. Lo que está fuera de cuestión para él es que con «presidentes como Trump jamás lo vamos a conseguir. En cambio, Angela Merkel sí tiene los asuntos principales de la agenda internacional en mente y, por mencionar otra nación, Noruega también reflexiona sobre nuestros problemas primordiales. Reino Unido, en cambio, ahora tiene muy malos líderes».
En estas páginas saca a relucir cómo Alemania, Japón o Australia han abordado sus depresiones, sociales o económicas en el pasado. «España ahora mismo tiene dos crisis fundamentales: una menor, que es la de formar gobierno, algo que sucede en otros muchos sitios; y otra, grande, que es la de Cataluña». La pregunta que se hace este intelectual es cómo debemos lidiar con el separatismo . «Para comenzar a superar una crisis resulta crucial buscar modelos y países que hayan afrontado situaciones similares. España no es la única nación a la que se le ha planteado esta disyuntiva. Ya ha habido otras que han sufrido movimientos separatistas parecidos y han sabido conducirlos bien. Aunque otras lo hayan hecho moderadamente bien o directamente mal».
Para Jared Diamond «el nacionalismo es una fuerza destructora y constructora a la vez. Resultó destructora en los años 30 para Alemania y constructora cuando Gran Bretaña tuvo que hacer frente al Tercer Reich. Hoy todos los españoles son españoles, aunque sean catalanes o andaluces. Un buen nacionalismo para España sería que tanto unos como otros, vascos, catalanes o castellanos, dijeran todo lo que comparten y la importancia de lo que han hecho en común. España no es un país tan grande y ha tenido en la historia global una importancia extraordinaria. Ha sido toda una influencia. Todos deberían enorgullecerse de eso. Los catalanes también».
Jared Diamond, con una extraordinaria prudencia, lanza una recomendación o consejo: «Los que gobiernan España deberían hablar con los catalanes y mostrarles que España es un país de vascos y catalanes; que España no está en contra de los catalanes. Eso sería una política adecuada para reducir el riesgo. Tenemos problemas similares en Estados Unidos, donde también pasamos por una guerra civil tan mala como la que sufrieron aquí. Esos efectos todavía prevalecen, pero todos los americanos continúan siendo americanos, los de la unión y los confederados».
Una de las claves para comprender qué está sucediendo en el mundo, según Jared Diamond, es la escasa capacidad de negociación que tienen los políticos actuales y cómo son incapaces de llegar a acuerdos positivos que ayuden a mejorar a la población que gobiernan, algo que nos resulta bastante familiar por estos lares. «Es, por ejemplo, una de las principales dificultades en existen en Estados Unidos. Cuando hablo de los problemas que amenazan a la democracia, el mayor de todos ellos es la falta de diálogo entre los políticos: su incapacidad para negociar. Algo que en vuestro país conocéis bien». Para él, cada vez hay «menos predisposición por parte de ellos para acercar posturas, incluso dentro de los propios partidos. Existe falta de voluntad para ceder y para negociar. Estamos fallando a nivel de compromiso». Por eso habla de un tema tan espinoso como controvertido: la mediocridad de los políticos. «¿Por qué lo son? Porque la política es desagradable, y cara, al menos en EE. UU. Por eso los buenos políticos no quieren serlo. Recuerdo que en mi país teníamos senadores que habrían podido ganar las elecciones. Pero ser político en EE. UU. y la necesidad de buscar fondos es tan desagradable que todos los buenos se marchan y te quedas con los mediocres. No creo que estos políticos sean la causa, sino la consecuencia».