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L’Apothéose: “La música clásica hoy en día es revolucionaria. Impone una ruptura contra todo lo que es habitual”

Uno de los grupos españoles de música clásica con mayor proyección internacional presenta su nuevo disco, “Händel Tribute”, un homenaje a la figura del compositor alemán
Sergio Albert
  • Periodista. Amante de muchas cosas. Experta oficial de ninguna. Admiradora tardía de Kiarostami y Rohmer. Hablo alto, llego tarde y escribo en La Razón

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Si hubo una característica que definió de manera sintomática el carácter de Friederick Händel fue el humanismo con el que asumió su función de compositor. Su música no estaba destinada a la complacencia ciega de las apetencias de la nobleza sino a algo tan universal como los gustos de la gente. Y es ahí, en los pequeños placeres culpables de las personas comunes y en el manejo pulido de los afectos donde L’Apothéose, uno de los grupos españoles de música clásica con mayor proyección internacional de los últimos tiempos, ha descubierto su particular fuente de inspiración. Estos días presentan en Madrid un nuevo disco, “Händel Tribute” (IBS Classical), que actúa como homenaje a la figura del barroco alemán y como constatación del éxito cosechado por este grupo de apasionados que fueron capaces de encontrar en la música clásica el vehículo más efectivo para la detonación de emociones. Después de haber sido galardonados con el premio “Eemerging” como grupo emergente europeo y convertirse en artistas residentes del Centro Nacional de Difusión Musical, este ensemble formado por Víctor Martínez (violín barroco), Laura Quesada (Traverso barroco), Carla Sanfélix (violonchelo barroco) y Asís Márquez (teclados históricos) acaricia el éxito con las yemas de los dedos utilizando la misma suavidad y el mismo tiento del que se sirven para hacer sonar sus instrumentos. Hablamos con ellos del falso mito del elitismo dentro la música clásica, los orígenes del grupo y la adaptación progresiva de este género a públicos más actuales a golpe de chelo.
-¿En qué momento pasáis de ser personas que comparten una pasión que en este caso es la música, a personas que quieren convertir esa pasión en su oficio y que además quieren hacerlo juntos?
Laura: Carla y yo estuvimos durante bastante tiempo buscando un violinista al que pudiera interesarle el proyecto y que encajase dentro de la idea que teníamos. Como Asís conocía a Víctor, nos lo presentó y empezamos a trabajar juntos. En el momento en el que empezamos a hacer conciertos es cuando nos dimos cuenta de que esto iba enserio y de que merecía la pena involucrarse al máximo.
Asis: Al haber sido los cuatro formados como solistas con nuestro propio instrumento, la música de cámara o grupal siempre se reveló como una opción realmente interesante. Tanto por el repertorio que existe para esa formación -con un alto nivel de dificultad musical, diálogo, puesta en común de ideas… etc- como por la perspectiva de una salida profesional. Hoy en día ganarse la vida como solista es algo realmente difícil. Factible para muy pocas personas en el mundo. De ahí viene también la faceta nuestra de que a parte de cuidar el lado instrumentista, solista, está siempre ese deseo desde que te profesionalizas en el conservatorio superior, de buscar los compañeros idóneos para formar un grupo especial.
-¿Cómo se construye la chispa profesional?
Carla: En mi caso es lo que sentí enseguida con Laura. Estudiamos juntas en el Conservatorio Superior de Madrid, compartimos la asignatura de Cámara durante el primer año y nos encantó tocar juntas. En ese momento pensamos que podríamos hacer algo más que quedarnos en las aulas, empezar un proyecto fuera de sus paredes que se saliese del ámbito pedagógico. De hecho, probamos a tocar con un par de clavecinistas y la cosa no terminó de fluir con ninguna de ellas hasta que llegó Asís y después Víctor. La parte emocional, de comunicación, de entendimiento y compromiso que hay entre nosotros traspasa la profesional. Y es algo único que no conseguimos con otras personas.
L: Esto hace funcionar al equipo de una forma muy concreta.
A: La vez que empezamos a tocar los cuatro y vimos que el producto se podía ensayar, exportar y defender a un nivel muy alto de calidad fue en la primera competición internacional a la que nos presentamos en Alemania. Nos ayudó bastante a confirmar que estábamos obteniendo un producto muy especial. Desde entonces no ha habido forma de separarse (risas).
-¿Se puede transformar en contemporánea la música clásica?
A: Yo creo que ya lo es. Se puede quizás contribuir a facilitar que se entienda que no es algo antiguo, por el mero hecho de serlo. Que no es algo pasado de moda ni obsoleto.
C: Eso es. Que se entienda que no solo es algo para las generaciones más mayores, sino que se trata de algo universal.
L: Eso se puede conseguir desde nuestro pequeño territorio de responsabilidad acercando un poco la estética e incluso la visión del mundo que puede tener un público como nosotros o más joven. Además, tenemos que ser conscientes de que los medios de comunicación están cambiando mucho y que ya no sirve hacer conciertos de una manera muy precisa, sino que ahora también hay que aprender a convertir las plataformas digitales en un aliado. Tenemos que estar al tanto de las modas, estar en Youtube o en Spotify. En ocasiones parece que hay mucha desinformación sobre la idea que se tiene de la música clásica. Te imaginas a un señor mayor tocando en el escenario y tiendes a alejarte si eres joven. Eso hay que cambiarlo.
-¿En el panorama musical actual hay espacio para las generaciones más jóvenes como es vuestro caso o habéis percibido cierto recelo por parte de sectores más experimentados?
C: Siempre está presente el componente de la sabiduría que tanto para nosotros hacia ellos como hacia los grupos con más recorridos y experiencia. Eso es algo real. Está ahí y hay que contemplarlo, respetarlo e incluso aprender de ello. Creo que por ejemplo en nuestro caso, el componente de la juventud nos ha ayudado en cuanto a la promoción del talento emergente y la obtención de premios, pero hasta cierto punto.
L: Sí, yo también lo creo. Nos han acogido muy bien. No tenemos constancia, pero quien sabe, puede haber algún grupo que diga “estos chicos que acaban de aparecer ya se están llevando un montón de premios”, pero lo que tenemos bien claro es que no nos ha regalado nada nadie y que todo lo que hemos conseguido ha sido porque no hemos parado de trabajarlo. Estamos muy orgullosos de todos los organizadores que están confiando en nosotros para los festivales. Todo el mundo ha sido muy cariñoso con nosotros.
C: Eso es. Hemos sentido mucha admiración de grupos consagrados dentro de la Asociación GEMA (Asociación de Grupos Españoles de Música Antigua).
Víctor: Hemos recibido mucho cariño desde el principio.
-Vuestro fichaje por el Centro de Difusión Nacional de Música Clásica ¿supone un salto profesional o un condicionamiento artístico? En el que sentido de que vais a tener que tocar determinadas cosas, durante un tiempo concreto…
C: No es un condicionamiento mayor que el que hayamos adquirido anteriormente con otra institución. Los compromisos en este caso pueden ser que hacemos conciertos en determinadas localizaciones como por ejemplo Bogotá de forma más reciente y tuvimos que tocar un repertorio que representara lo que se había hecho en un periodo histórico concreto del país.
L: Con el Centro Nacional la verdad es que hemos sido muy libres. Hay ciertos requisitos del tipo “oye estaría muy bien tocar este repertorio…”, pero hemos sido nosotros quienes elegíamos al final qué queríamos hacer y tocar. Hay ideas a las que te tienes que amoldar, pero partiendo de una base que es muy reducida. Nunca nos han impuesto nada. Y eso la verdad es que se agradece mucho.
A: Nuestro idilio con en CNDM ha sido un estímulo. En realidad, todo condicionamiento para bien lo es. Considerando el punto de partida en el que estábamos el día anterior al nombramiento y viendo el perfil de grupo que tenemos y el repertorio al que ya nos enfrentábamos y el que estábamos a punto de acometer de recuperación de patrimonio hispanoamericano… podemos decir que no ha habido condicionamiento. En todo caso una ampliación del recorrido que llevábamos. Un descubrimiento, un impulso.
-¿Lo clásico es elitista por definición?
A: Pienso que mucha gente no sabe que el acercamiento a la música “culta” o “elevada” es mucho más sencillo de lo que aparenta ser. No se atreve a dar el pequeño pasito que hay dar para descubrir que no es una música lejana ni distante. Y por otro lado también creo que todos, generalizando, nos hemos encargado de hacer que la cultura -el arte, la literatura, la música- tienda a alejarse de las personas normales. Osea creo que en absoluto se trata de algo que no se pueda entender, lo que pasa es que llevamos mucho tiempo descuidando el hecho de que se ha alejado de determinado público. A día de hoy sigue habiendo recelo porque se piensa que la música clásica es algo aburrido, ajeno, elitista, de ricos y de pijos.
C: No entiendo por qué se ha estigmatizado tanto esa idea. Pero hoy en día eso no es así. Hay montones de conciertos gratuitos y muchísima demanda. La educación es algo fundamental en este caso. Nosotros por ejemplo hemos tenido la suerte de tener unos padres que nos acercaron a determinadas áreas culturales desde pequeños y favorecieron esa cercanía con algo que es de todos, no solo de unos pocos privilegiados.
L: Es verdad que antes los conciertos eran bastante caros y por consiguiente poco accesibles para personas con un poder adquisitivo menor. Nosotros de hecho tocamos música que estaba concebida para la Corte. Ya partiendo de ahí... Pero realmente la música está para compartirla con todo el mundo al que le guste y se sienta identificado.
V: También hay un factor importante con respecto a la manera que tenemos los músicos clásicos de llegar al público en general y que yo relaciono mucho con la vorágine de vida que llevamos. La hora, el ya, el cortoplacismo, vídeos en YouTube, rapidez. Creo que para disfrutar de un concierto de música clásica en directo no hay que tener un conocimiento previo de ella, sino las ganas de tomártelo con una cuchara pequeña. De saborearlo con tiempo. El mundo funciona de una manera muy caótica y a veces nos parece casi imposible pensar en la posibilidad de sentarnos dos horas a contemplar cómo el viento mueve las ramas de un árbol. ¿Cómo no va a resultar quimérico hacerlo con un concierto de música clásica?
A: La música clásica hoy en día ya es revolucionaria porque impone pausa, impone tiempo, una ruptura contra todo lo que es habitual. Necesitamos romper la velocidad de nuestro día a día para estar horas buscando algo y ese algo se consigue lento. Llega de mano de la observación, del silencio. La música clásica propone un estado personal que es fundamental que no se olvide si queremos que la sociedad evolucione. La velocidad no está hecha para el ser humano. Y mucho menos la que hemos adquirido ahora.