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Antonio Moral: “No me veo jubilado y dirigir el Festival de Granada me llega en el momento justo”

El gestor será el nuevo responsable del encuentro por un periodo de cinco años, tras la renuncia irrevocable de Pablo Heras-Casado a finales de noviembre
larazonMIGUEL BALBUENA/FESTIVAL MÚSICA

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A Antonio Moral se le nota exultante. Habla de que las cosas llegan en el momento adecuado. De las casualidades que tiene la vida. Quizá haya que saber esperar. Quizá. De que hace 72 horas su teléfono sonaba, sí, pero no como ayer. Echaba humo el móvil. A partir de enero de 2020 será el nuevo director del Festival de Música y Danza de Granada, que presentará el próximo día 3. Bromea al decir que el día 2 se celebra la Toma de Granada. Y el 3 será la de Moral. Había rumores y su nombre se barajaba, pero ni pensó que podrían ofrecérselo. Fue el lunes cuando descolgó el teléfono y de sopetón le preguntaron si aceptaría dirigir el encuentro “y dije sí sin dudarlo”. Un sí rotundo que no necesitó meditar ni pensar.
Ayer saltaba la noticia. Pablo Heras-Casado presentaba su renuncia irrevocable “por motivos estrictamente personales ajenos al festival” el pasado 22 de noviembre. Su contrato tenía vigencia hasta 2021. El puesto quedaba vacante y no se podía perder tiempo. Varios habían sido los nombres que se habían barajado: se dio por seguro a Miguel Ángel Gómez-Martínez, pero se quedó en el camino. Otro director de orquesta, Pedro Halffter Caro, le quiso tomar el relevo. Tampoco. Se habló del tenor José Manuel Zapata, natural de Granada, y de Reynaldo Fernández, al frente del Centro de Documentación Musical de Andalucía.
El Consejo Rector del Festival aceptaba por unanimidad el nombramiento de Antonio Moral (Puebla de Almenara, Cuenca, 1956), de quien se ha valorado la excelencia en la trayectoria del candidato, “su solidez y prestigio”, así como “su dilatada experiencia tanto en la dirección de festivales, como en la gestión pública al frente de organismos con gran proyección internacional”.
Una Joya en California
Y es que al currículum del nuevo director no le falta fuste: fue director de la Semana de Música Religiosa de Cuenca, del Festival Mozart, tanto en su edición de La Coruña como en la de Madrid. Estuvo al frente de la dirección artística del Teatro Real y puso en marcha el Centro Nacional de Difusión de la Música (CNMD, al que en broma se rebautizó con mucha sorna como el Centro Nuevo De Moral).
Atrás quedan propuestas tan dispares en su carrera como la dirección del Teatro San Carlos de Nápoles, “que tuve sobre la mesa hasta el último minuto. Con toda la negociación me dio el olfato que no, que algo fallaba”, desvela. Y otras muy lejos, como un teatro en La Joya, California, donde sería director general y el impulsor de un ciclo de cámara. U otro teatro, en una ciudad cerca de Santiago de Chile. Moral no quería dirigir de nuevo uno “porque ya lo había hecho y no me interesaba”. Y dejó pasar el tiempo.
En septiembre de 2018 optó por no renovar al frente del CNDM y tomarse un tiempo. “Pero no puedo estar quieto, Ya he descansado”, asegura. “No me veo jubilado y esto me hacía mucha ilusión. Tengo la libertad de que nada me ata, estoy libre y no tengo que dejar nada para hacerme cargo de Granada. Llega en el momento justo”, dice. Seguirá ocupándose del ciclo de cámara que dirige en el Círculo de Bellas Artes y que ha arrancado este año.
Vender Granada al mundo
¿Qué se puede hacer en el Festival? “Mucho y en los espacios apropiados, como el Palacio de Carlos V, los Jardines del Generalife o el Patio de los Arrayanes. Hay conciertos o actuaciones que no se pueden hacer en un auditorio y Granada tiene esos lugares idóneos que hacen que una velada se convierta en inolvidable. Suma, a la gran cultura de la ciudad, la música”, comenta. Tras dirigir un “trasatlántico”, como califica al Real llegó el momento de partir de cero con una apuesta como CNDM: “Había que montarlo y hemos vertebrado un país, pues han participado en nuestro proyecto todas las comunidades autónomas. Lo que no ha conseguido la política sí lo ha hecho posible la música”, señala.
Recuerda, casualidades, o no tanto, de la vida, que hace cuarenta años, que se cumplen el año que viene, fue por primera vez al Festival de Música y Danza de Granada. Lo atestiguan su memoria y los programas que guarda. “Fue en junio de 1989 con la Staatskapelle de Dresde, con la Séptima de Beethoven y la Séptima de Bruckner. Fíjate lo que son las cosas”.
Ahora dice que se tendrá que “ocupar y al tiempo vivir la ciudad. Voy a alquilar una casa porque tienes que estar ahí. Vivir en Granada es un placer, una maravilla. Te tienes que implicar tú e implicar a los demás para vender la ciudad como un lugar cultural al mundo. Ninguna otra ciudad de España tiene los espacios que tiene ésta. Y eso lo vamos a aprovechar. Cómo no voy a estar contento”, añade.
Hoy ha decidido poner agua de por medio y tomarse un descanso antes de zambullirse en el Festival y su ciudad, cuyas calles ha pateado mucho. Para todo hay tiempo. Que no se alteren sus compañeros de mus que sacará hueco para un órdago. Seguro.

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