Asier Polo y Juanjo Mena cierran el año de la OCNE
Temporada de la OCNE: Obras de Walton, Elgar y Janacek
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Asier Polo, violonchelo. Orquesta Nacional de España. Juanjo Mena, director. Auditorio Nacional. Madrid, 22 de diciembre de 2019.
No ha sido 2019 un año fácil para la OCNE. Félix Alcaraz, el responsable técnico con el que empezó el año, cogió la baja y en ella permaneció hasta la definitiva con el vencimiento de su contrato. Antes de esa fecha ya se nombró un nuevo director técnico, pero la agrupación estuvo muchos meses en un indeseable parón. El INAEM fue demandado por Alcaraz y, según las fuentes consultadas, fue el instituto quien ganó el juicio. Afortunadamente, desde este otoño, Félix Palomero se hizo con las riendas y la orquesta se recupera tanto a nivel administrativo como técnico, con unos últimos conciertos brillantes. Ya se incorporó un nuevo concertino y en marzo lo efectuará un segundo.
Juanjo Mena, director asociado, cerró 2019 con un programa de esos que se agradecen, fuera de lo consabido. Su paso por la titularidad de la BBC Philharmonic le ha ayudado a imbuirse en la música inglesa, dos de cuyos autores compusieron la primera parte. Para ambos influyeron las dos grandes guerras. William Walton escribió su obertura “Scapino” mientras trabajaba en la segunda como conductor y Edward Elgar trasladó sus nostalgias y lamentos tras la primera al “Concierto para violonchelo en mi menor, Op.85”. En la segunda parte un único protagonista, Leos Janacek, con una pieza dedicada originalmente a las fuerzas armadas checas. Los tres compositores sirvieron además para justificar el “Adiós a las armas”, sobretítulo de la temporada.
La obertura de Walton es pieza viva, con un protagonista que bascula entre Till Eulenspiegel y Leoporello, como acertadamente apunta Eva Sandoval en las notas al programa de mano. Trompetas, violas, corno inglés y chelo son sus protagonistas más destacados y sus quince minutos van muy bien para calentar la orquesta. También le vino bien a ésta iniciar la segunda parte con una suite de “La zorrita astuta”, ópera que sin duda le gustaría escuchar a Greta Thunberg, pues la naturaleza y su muerte están muy presente en ella. La “Sinfonietta” no es partitura de fácil programación, dada su corta duración de poco más de veinte minutos y la monumentalidad de su orquestación. De ahí el acierto de la unión de ambas. Juanjo Mena volvió a ser el maestro atento al equilibrio y la claridad, con una agrupación entregada que brilló en el pletórico final con las fanfarrias del inicio ya con toda la orquesta. Mena tuvo el aplaudido detalle de relatar al público que la arpista había tocado sin ensayar sustituyendo a la titular enfermada de improviso.
De Asier Polo hay que destacar siempre su musicalidad, su forma de abordar las partes más líricas de los pentagramas para chelo como si de un canto se tratase, con un vuelo expresivo y el concierto Op.85 de Elgar es vehículo muy propicio para comprobarlo, especialmente en el doloroso adagio central. El éxito, grande, le permitió ofrecer dos propinas. Lástima que hubiese más claros en el auditorio de los deseables, pero seguro que éste será tema a solucionar.