Tracey Emin: la madre de Munch es ella
La controvertida artista presenta una monumental escultura de nueve metros que se colocará en el exterior del museo dedicado al artista en Oslo
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Tiene Tracey Emin, de entrada, un gesto un tanto hosco, de esos que a uno le echan un poco o un mucho para atrás. La artista inglesa, que explotó como tantas otras vacas sagradas cuando los «BYA» (British Young Artist) hicieron «boom», posee una larga y sabrosa trayectoria en la que los escándalos han estado a la orden del día. Sin embargo, ahora quedan lejos, demasiado lejos, los días en que exhibía al mundo (y no solo del arte) sin el menor pudor una cama deshecha en la que casi se podían oler el sexo y la desesperación.
Desde aquello ha transcurrido tiempo y Emin, que nunca dejó que su obra pasara desapercibida, recibió años atrás el encargo de levantar una escultura de uno de los artistas a los que más admira y a los que dice que se ha encontrado más cercana: Eduard Munch. Ese maldito y bendito loco cuyo grito desgarrado aún nos atrona. Emin ha tallado a su manera una pieza en la que ha colocado al artista, a quien se intuye y no se ve, en los brazos de su madre. Una mujer que está sentada. Ella le acuna en su regazo. Una imagen quizá demasiado tierna para la desgarrada sordidez que suele gastar esta creadora.
Viaje en buques de carga
«La madre de Munch murió cuando él era muy joven. Y yo he querido darle una», ha asegurado en una entrevista que publica «The Guardian». La obra, en bronce y con una altura de nueve metros, seguro que se convertirá en una imagen de referencia. Cuenta que todo comenzó con una imagen pequeña modelada en arcilla con la que la artista, dice, que empezó a jugar en sus manos.
La obra, con un peso de 15 toneladas, cuenta que consta de 97 piezas independientes «que se unirán en tres secciones y se enviará camino a Oslo en buques de carga». El entorno, según ha desvelado la artista, se convertirá en un enclave en el que dominará el verde: «La gente podrá utilizar el parque en el que se levantará y podrá ir a nadar allí. La madre dará la bienvenida a los barcos y también protegerá a todos. Se la ve, con esa altura, bastante fuerte, pero es una mujer al tiempo amorosa», ha dicho.
«Munch ha sido siempre mi artista favorito, un pintor realmente fantástico. Espiritual, poético y también guapo, muy guapo. Trabajó, además, bastante duro», señala. Y añade un curioso detalle: que fue uno de los primeros noruegos en tener un teléfono.