Eminem canta a los asesinos en serie
El rapero publica «Music to be murdered by», un álbum con el que recupera su mejor nivel
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Vuelve el mejor Eminem. Por sorpresa, el de Detroit ha publicado «Music to be murdered by», un álbum largo, lleno de detalles y pródigo en trucos fonéticos de la mejor clase. Aunque parece que ya poca gente presta atención al rapero blanco porque la crisis que atravesó en 2007 y que casi le lleva a la muerte coincidió con el surgimiento de toda una vanguardia del hip hop que le dejaron desactualizado. Sin embargo, Marshan Mathers superó su adicción a los calmantes (su padrino en el proceso de desintoxicación fue nada menos que Elton John) y, por suerte, tras una década larga falto de inspiración, ha vuelto a sus cotas de perfección. Pero a sus habilidades vocales hay que sumarle, esta vez, el contenido de las rimas.
El nuevo álbum gira en torno los ingredientes que dan forma a los asesinos de masas. Individuos desesperados, aislados o incomprendidos que canalizan su rabia a través de la facilidad con que se consigue un arma en Estados Unidos. Por esta razón han llegado las primeras polémicas, ya que el rapero se pone en la piel del terrorista suicida de Manchester que mató a 22 personas en un concierto de Ariana Grande. Sin embargo, no cabe duda de que sus intenciones son críticas, como él mismo hace explícito en «Darkness», un tema que habla del atentado de Las Vegas, donde un solo tirador, Stephen Paddock, disparó contra la multitud que asistía a un festival de música -¿por qué los terroristas la toman con el público musical?- desde su habitación de hotel. Asesinó a 59 personas e hirió a 851 antes de suicidarse. El videoclip termina con un mensaje: «Haz que se escuche tu voz y ayuda a cambiar las leyes de armas en América».
En el nuevo trabajo, con título y portada robados a Hitchcock, cita además a Charles Manson, Richard Ramírez (llamado «el acosador nocturno», que mató a 14 personas en Los Ángeles) y Albert De Salvo (alias «El estrangulador de Boston», que asesinó a 13 mujeres). Crimen, política e historias de inadaptados estilo «Joker» aparecen en la lírica del nuevo trabajo. Al margen del trasfondo, el disco, de rap ortodoxo y pilotado por el genial Dr. Dre, se arma con los básicos de la música hip hop y por la habilidad vocal del rapero. Su maestría es impresionante. Clava las rimas, rompe sílabas y diptongos, enlaza sonidos de gutural procedencia a una velocidad endemoniada y saca trucos y trucos de la chistera fonética sin fondo. Escucharle es como subir por una escalera de caracol que conduce a la torre de una catedral. Uno nunca sabe si queda mucho para terminarla o no, pero asciende y asciende cada vez con menos oxígeno hasta que de repente llegas a la cima donde el aire está un poco más frío. La pronunciación de Eminem es digna de estudio y los angloparlantes deberían reconocérselo. Decían que la cabeza de Dylan tendría que estar en la Biblioteca del Congreso de EE UU. Que coloquen a su lado la laringe de Eminem.