Wim Mertens: “Europa lleva demasiado tiempo conformándose con repetir el pasado”
El compositor de más de 700 piezas celebra en España 40 años de carrera, donde presenta “Inescapable”, una caja recopilatoria
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Wim Mertens empezó a hacer música en 1980 solo por diversión. Ese fue el título de su álbum de debut, que escondía una crítica contra la rigidez que domina la música, incluso la de vanguardia que rechaza los corsés. El propio Mertens, estudiante de Musicología, Teoría Musical y demás habilidades en el Conservatorio, buscaba un camino que le librase de los aprendido y de sí mismo, con tal de que las respuestas aparecieran con la música como «work in progress», como una manifestación liberadora. 40 años después, ha editado «Inescapable», un monumental ejercicio de selección de su obra, compuesta de la enormidad de 717 piezas. El belga hace repaso de su trayectoria el 28 de enero en Madrid , el 31 en Barcelona y el 1 de febrero en Sevilla.
–¿Cómo hizo la selección?
–Alguien lo hizo por mí, porque yo no quería mirar atrás de esa forma completa y radical. Pienso que trabajo mejor cuando miro hacia adelante. El futuro es lo que me da energía. No quería que fuera cronológica. La ambición era, además, crear un nuevo orden, una nueva banda sonora.
–Ha hecho una relectura de su carrera.
–Sí. Por eso era imprescindible evitar que se queden pegadas a un sonido, sino abrirlas.
–¿Hizo alguna reflexión sobre su carrera, en perspectiva?
–El título, «inevitable», habla de una noción, que es que la de la idea de la práctica teórica. Cuando era joven todo lo que se discutía eran aspectos técnicos y pocas ideas sobre de qué trata la música y cómo está cambiando.
–¿La gente joven lo ve de otra manera?
–Trato de inspirarles para que piensen en estas cosas. La música no está aislada de la sociedad, está vinculada a la familia y la calle y cada generación tiene que enfrentarse a preguntas. La teoría no solo habla de eso, de la técnica musical, sino de cómo cambia la sociedad tan rápido, por ejemplo. ¿Qué pensamos de la autoridad, de nuestros padres y de la escuela? ¿Tiene un compositor autoridad?
–¿Qué piensa usted sobre la autoridad?
–Creo que ya no podemos aceptar la autoridad, porque es gratuita. En todas las facetas de la sociedad. También soy crítico con el concepto de autoría por ejemplo. Pienso que el público es el último eslabón de la cadena, quien decide si mis piezas funcionan o no. El orden ya no está basado en la tradición clásica de los maestros, vivimos un tiempo confuso y estoy contento con eso.
–Europa es lo primero que ha perdido autoridad.
–Europa tiene que cambiar la manera en que nos comunicamos entre nosotros mismos o desaparecerá como entidad importante política y artística. Cada año sentimos esta crisis más fuerte en diferentes países y yo como músico no tengo por qué dar soluciones concretas pero los artistas sí podemos dar indicaciones en la manera en que actuamos y componemos para poder encontrar una actitud nueva.
–Hacer una música por encima de nacionalidades y credos ya es política.
–Exacto. Demostrar o incluir nuevas maneras de formular cosas. Por eso necesitamos una nueva música, nueva pintura, nuevos libros, etcétera. Europa lleva demasiado tiempo conformándose con reproducir el pasado, los museos y eso. Y como cada vez hay menos presupuesto para la gente joven, creo que deberían estar animados a reformular las cosas. En los 80 se buscaba un nuevo lenguaje con medios muy limitados y ha llegado el momento de iniciar algo nuevo.
–Usted trató de liberarse.
–Yo no tenía planes ni programas en 1980. Fue uno de mis lemas, así que no quise proceder nada más que por la forma natural. No confío en las notaciones en la música, quiero que la voz sea libre. Antes de sentarte en el papel, a tomar decisiones en un plano teórico, el la técnica compositiva, hay que escuchar la música en sí misma.