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¡Viva la Pepa! (aunque ausente)

No estuvo, pero aun así, el nombre de Marisol fue de los más presentes. Todavía más con el homenaje de su hija Celia cantando «Estando contigo»
La RazónLa Razón

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Desde el mediodía el rumor fue noticia: Pepa Flores, el mayor objeto de deseo de la noche –con el permiso del otro gran foco local, Banderas–, no iba a estar en una gala hecha a medida por «sus inolvidables interpretaciones y por ser una de las actrices más queridas y recordadas por el público», defendía la Academia la decisión. Ni llevando la cita a hasta las calles de Málaga, en parte como medida de presión y por otro lado como merecimiento de la propia ciudad, se logró convencer a una mujer saturada de tanta exposición pública durante años.
María Esteve lo confirmaba en las redes: «Hoy es la fiesta del cine español y mi hermana Celia y yo no podemos estar más orgullosas de representar a mi madre y recoger en su nombre ese reconocimiento tan bonito que con tanto cariño le otorga la Academia y que tanta ilusión le hace, que es el Goya de honor. ¡Felicidades Pepita! ¡Te lo mereces!». A lo que Celia Flores apuntaba la «admiración de tus valores y queremos que brilles con más fuerza, pero en el lugar de calma que has elegido. Por eso, Pepita, es un honor. Con todo nuestro respeto y amor, siempre».

Un nombre imborrable

Se cerraba así un fleco pendiente, la duda, pero no se terminaba con el nombre de Marisol, que sonaba con la misma fuerza. Incluso se la elevaba a la categoría de aquella Constitución del 19 de marzo de 1812, en la que los liberales españoles proclamaban su adhesión al texto firmado en Cádiz. El «¡Viva la Pepa!» se escuchó por los pasillos, durante los canutazos, y también en el escenario del malagueño Martín Carpena. Si a principios del XIX se entonaba la frase por coincidir la fecha con el día de San José Obrero, anoche se hizo por derecho propio de Pepa Flores. Así lo gritó Javier Ruibal al poco de comenzar la gala, cuando salió a recoger el cabezón a la mejor canción original por «Intemperie».
Pero había un momento de la noche dedicado en exclusiva para ella, solo de Pepa Flores, aunque sin ella. Paréntesis a mitad de la gala para rendir tributo a parte de la historia de nuestro cine. Primero salió Amaia para interpretar «Canción de Marisol», adaptada por ella misma, pero bajo la autoría de Augusto Algueró y Antonio Guijarro; y después apareció la hija de la homenajeada, Celia, con «Estando contigo». Una vez finalizada la canción, se sumaron las otras dos hijas, Tamara y María, para que esta última tomara la iniciativa después de recoger el Goya de Honor de manos de EMilio Gutiérrez Caba: «Hace más de 30 años que nuestra madre tomó la decisión de bajarse de los escenarios y apartarse de los focos. Y, hoy, emocionada, contenta y súper agradecida a la Academia, a los compañeros y a los mensajes de felicitación nos está viendo desde un lugar tranquilo y delante de una televisón grande».