«Parásitos», el asalto extranjero al muro de Hollywood
La cinta coreana va más allá de su nominación a mejor película de habla no inglesa y se presenta en la gala para mirar a los ojos a la poderosa industria hollywoodiense
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Un surcoreano contra la armada de Hollywood, contra el viejo motero, toro salvaje, contra el rey posmo de neoclasicismo, contra el inglés que dirige como un Shakespeare moderno. «El irlandés», de Martin Scorsese, aspiraba a todo después de que su director volviera a las canciones mafiosas que abandonó en «Casino» y retomara el contacto con el grupo mitológico encabezado por Robert de Niro. «Érase una vez en... Hollywood» parecía la película de madurez diamantina de un Quentin Tarantino que en realidad no dirige nada memorable desde «Kill Bill», incluso desde «Jackie Brown».
Pero el invento de Scorsese, suntuoso y seco, triste y potente, perdió en el juego maldito de unos efectos especiales que todo lo emborronan, que ponen a sus estrellas pupilas de Hobbit endemoniado, que adornan a De Niro y cia. con cutis de divos embalsamados por el quirófano de los trucos digitales y exprimen hasta matarla la emotividad de unas interpretaciones incapaces de resolver la hazaña de que un señor de ochenta años se quite sesenta sin hacer el ridículo. Pero Tarantino, más allá de la solvencia y el magisterio, del estilazo, del oído para los grandes diálogos, del gusto impecable para la música, puso a sus actores a dar vueltas en coche y le salió un poema autorreferencial, narcisista y ligeramente bobo.
Solo Sam Mendes, con sus trincheras y su homenaje/himno sobre 1917 y la gran guerra, su plano secuencia de mentirijilla y un estreno tardío aunque estruendoso, parece capaz de medirse con un hombre, Bong Joon-ho, que con apenas cuatro centavos y un guión excepcional ha puesto patas arriba el año cinematográfico.
Sextete coreano
«Parásitos» acumula seis nominaciones. Mejor película extranjera, claro, que parece tener asegurada. Pero también mejor película a secas, mejor director, mejor edición, mejor guión y mejor diseño de producción. Seis categorías para celebrar una irrupción furiosa. Precedida por una temporada de aplausos y premios solo al alcance de los elegidos. Que arrancó con la Palma de Oro en Cannes, donde arrasó por unanimidad como no lo hacía nadie desde la igualmente fabulosa «La vida de Adèle», de Abdellatif Kechiche. Para hacerse una idea del tsunami, ayuda saber que «Parásitos» es ya en Japón el mayor éxito del cine coreano en varias décadas.
O que ha ganado el Globo de Oro a la mejor cinta de habla no inglesa, el Bafta a la mejor extranjera y el de guión original, el premio de la Asociación Nacional de Críticos de Cine de EE UU a la mejor película y el guión, el de película extranjera de los críticos de Nueva York... La historia de Bong Joon-ho figura en el top-ten en las listas de lo mejor del año de varias docenas de los críticos más influyentes y las publicaciones más vendidas de EE UU. Y brilla en otra docena de listas como lo mejor de la década. Donde comparte podio con «Inception», «Mad Max», «Ex-Machina», «Take shelter», «Moneyball», «Arrival», «Inside out», «Birdman», «The art of killing», «La gran belleza», «La cueva de los sueños olvidados», la citada de Adèle o «Her».
Y va camino de coronarse junto a «Pozos de ambición», de Paul Thomas Anderson, y «El viaje de Chihiro», de Hayao Miyazaki, como una de las tres películas de ficción más reverenciadas en lo que llevamos de siglo XXI. Nada ilustra mejor la férrea tiranía de esta historia adictiva, inteligentísima, alérgica a los sermones, violenta y aguda, nada ilustra mejor la noche de sol y oro que todos le auguran, que la noticia de que Joon-ho ha firmado con la todopoderosa HBO. Según informó la revista «Hollywood Reporter» a mediados de enero, el coreano trabaja con Adam McCay para adaptar la historia de las dos familias que ha recaudado la apabullante cifra de 130 millones a nivel mundial.
Al parecer, «Parásito» engendrará una miniserie. Algo en la línea de Chernóbil, cuentan, con la que la cadena de pago logró minimizar la nostalgia inmensa por el final de «Juego de tronos» y la necesidad de encontrar otra vez ese unicornio capaz de conjugar el éxito comercial y el arrebato crítico de «Los Soprano» o la propia serie de David Benioff y D. B. Weiss basada en las historias de R.R. Martin. McCay, veterano de HBO, trabaja al mismo tiempo en una ficción sobre los inmortales Ángeles Lakers de los años ochenta, comandados por el celestial y elegantísimo Magic Johnson, y sobre ese multimillonario, y delincuente sexual, y amigo de todos los ricos y famosos imaginables, y gran mecenas de la ciencia, y a la postre suicida, llamado Jeffrey Epstein.
Hasta en la cerveza
Eso sí, la cinta de Joon-ho, en cuyo honor acaban de bautizar una cerveza artesana, apenas cuenta por el lado de los actores. En su lugar encontramos a los pesos pesados de la industria, como el siempre magnífico e imponente Joe Pesci, que volvió de un retiro de demasiados años; a su compañero de reparto en «El irlandés», Al Pacino; y por supuesto brilla el intenso Joaquin Phoenix, arrebatado y visceral, mercurial y superdotado en la enésima recreación de un papel, el del payaso triste y homicida de «Joker», que monopoliza todas las apuestas... y, por cierto, se trata de un personaje que deja una actuación legendaria cada diez años: antes de Phoenix estuvieron Jack Nicholson a las órdenes de Tim Burton y el llorado Heath Ledger dirigido por Christopher Nolan.
Si el hombre que dió vida a Johnny Cash parece haberse quedado solo en el exclusivo club de actores mercuriales y ligeramente malditos, toda vez que perdimos a Ledger y al involvidable Philip Seymour Hoffman, en la sección de guapos oficiales reconocidos también como grandes actores brillan sin parangón el Leonardo DiCaprio que aspira a la estatuilla principal por su interpretación en «Érase una vez en... Hollywood», y, por supuesto, como secundario y en la misma cinta, un Brad Pitt que parece destinado a conquistar la gloria.
Entre los actores destacados encontramos también a sensacional Antonio Banderas de «Dolor y gloria» de Pedro Almodóvar, a Renée Zellweger, considerada como la gran favorita, a la sensual y valiente Scarlett Johansson de «Historia de un matrimonio», con la que Netflix aspiraba a reeditar la cosecha de premios de «Roma» de Cuarón, y con la que parece haberse quedado a medias, o la Charlize Theron de «El escándalo».
De hacer caso a la filtración de la Academia, que teóricamente publicó por error el resultado de una votación de sus millones de seguidores en Twitter, «Parásitos» será la mejor película, Sam Mendes el mejor director, Phoenix ganará como actor principal, igual que Zellweger, Brad Pitt y Laura Dern triunfarán como secundarios, el guión original será también para «Parásitos», el adaptado para «Jojo Rabitt», la mejor película de animación, «Klaus», del español Sergio Pablos, «Parásitos» repetirá como mejor cinta extranjera, «Form Sama» será el mejor documental y entre «Parásitos» y «1917» se repartirán algunos de los más cotizados premios técnicos, tipo mejor montaje, mejores mezcla de sonido, mejor fotografía y mejor diseño de producción.
Huelga decir que la Academia fulminó el tuit casi inmediatamente y habló de un patinazo. ¿Por qué la prisa en borrarlo y por qué el desmentido si teóricamente estábamos ante las elecciones del respetable? Saldremos de dudas muy pronto, en unas horas. Cuando Bong Joon-ho una su nombre a los de Cuarón, Iñárritu y Guillermo del Toro en la conquista foránea de un Hollywood al que suelen acusar de conservadurismo, de financiar proyectos demasiado infantiles, de chovinista y reaccionario, y que en realidad lleva varios años, en lo que atañe a los Oscar, instalado en la sorpresa permanente… De «Moonlight» a «The Artist» a «12 años de esclavitud», «Argo», «Birdman» y... ¿«Parásitos»?