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Cuando The Clash se enfrentaron al “racista” Eric Clapton

Libros del Kultrum publica “The Clash. Autobiografía grupal”, unas memorias colectivas sobre la banda más real y comprometida y los padres del punk rock

The Clash destacó por sus directos y unos discos que entonces fueron rompedores, pero que hoy son unos clásicos
The Clash destacó por sus directos y unos discos que entonces fueron rompedores, pero que hoy son unos clásicoslarazon

Era un momento significativo. The Clash habían ya experimentado con las influencias jamaicanas del ska y el “rocksteady” con las que sus miembros, especialmente Paul Simonon habían convivido desde la infancia en los suburbios de Londres. Temas como “Police And Thieves”, “(White Man) In Hammersmith Palais” y después “The Guns of Brixton” se acercaban a la música de las Antillas con curiosidad y respeto. Otro músico blanco, Eric Clapton, había convertido el “I Shot the Sherif” en el número uno mundial apenas dos años antes. Aunque Clapton en aquel momento no tenía la menor idea de quién era Bob Marley, autor de la canción, ni le importaba. En 1978, Mano Lenta subió a un escenario de Birmingham empapado en alcohol y cargó contra la inmigración que estaba convirtiendo a Gran Bretaña en una “colonia negra”.

En tono bravucón, se dirigió así a la audiencia: “¿Tenemos algún extranjero en la sala? Si es así, por favor, levantad las manos. Negracos, quiero decir (“wog” es una palabra ofensiva que en español no se puede traducir por otra). Os estoy mirando, no os veo. Bueno, dondequiera que estéis, creo que simplemente os deberíais marchar. No solo dejar el auditorio, sino el país... No os quiero aquí, en la sala ni en el país (…). Impidamos que Reino Unido se convierta en una colonia negra. Mantengamos Inglaterra blanca. Los putos negros y monos y árabes y los putos jamaicanos no pertenecen aquí, no los queremos aquí. (…) Tenemos que dejar claro que no son bienvenidos”, dijo, abreviando bastante el discurso real, el guitarrista, antes de pedir el voto para Enoch Powell, un político que acabó siendo demasiado racista incluso para el Partido Conservador.

La consecuencia de esta soflama fue el surgimiento de una plataforma, Rock Against Racism (RAR) que aglutinó a artistas y bandas para dar un multitudinario concierto en Victoria Park ante 100.000 asistentes. The Clash fueron la gran atracción, pero también tocaban Steel Pulse y Tom Robinson Band, pero la prensa cargó contra la “ingenuidad política” de Strummer que vestía una camiseta de las Brigadas Rojas (una organización terrorista italiana) y de Mick Jones, por vestir “un uniforme de las tropas de asalto en un concierto de la Liga Antinazi”. En realidad, “llevaba una gorra de conserje de la BBC que había afanado en un programa y una camisa negra”, comenta sobre los hechos el guitarrista del grupo en “Autobiografía grupal” (Libros del Kultrum), libro que acaba de editarse. En la antesala de la demonización del punk, los Clash fueron crucificados con ahínco por los diarios del día siguiente. Por cierto que la consecuencia inmediata del festival fue la respuesta del Frente Nacional ese mismo año, en Leeds, donde bandas de rock de “poder blanco” e incluso punks nazis, como The Dentists y The Ventz, tocaron en un festival llamado Rock Against Comunism.

El arrepentimiento de Clapton

En la tumultuosa trayectoria de The Clash, unas veces por meterse en los charcos y otras porque alguien saltaba en uno para salpicarles, nunca estuvieron cómodos en ningún contexto. "Empezamos a tocar reggae cuando todo el mundo decía que los blancos no saben hacerlo. Pero en nuestras giras llevábamos montones de grabaciones de dub duro que los chavales no habían escuchado en su vida”, evocaba Joe Strummer que, pese a su curiosidad por el estilo, a punto estuvo de ser cortado en trocitos durante su visita a Kingston (Jamaica) para buscar a Lee “Scratch” Perry. Tampoco el cuarteto era bien recibido en los clubes para negros de Londres a pesar de que Simonon convivió en Brixton con la realidad de un barrios mayoritariamente caribeño. Incluso dejaron la plataforma del Rock Against Racism “porque estaba llena de hippies”. Sin embargo, era mucho más insostenible la posición de Clapton, quien, desde su juventud, se había dedicado a vampirizar hasta el infinito la música negra, a llevar a las islas británicas el repertorio clásico del blues. Pero sencillamente no estaba en sus cabales en ese tiempo. Clapton olvida a conciencia el suceso en su autobiografía, en la que detalla el profundo agujero de adicciones en el que estuvo prácticamente dos décadas ininterrumpidamente. Sin embargo, el guitarrista se mostraba avergonzado recientemente de su pasado racista en el documental "Eric Clapton: Life in 12 Bars”, donde admite: “Me estaba volviendo no solo patriotero sino fascista también. Era una especie de semi racista que no tenía ningún sentido”. Recordando esos años, asegura: “Saboteé todo con lo que me involucraba. Me daba vergüenza de mí mismo. La mitad de mis amigos eran negros y creo que incluso salía con un amujer negra...”, decía a modo de disculpa.

En todo caso, como revela la autobiografía recientemente publicada, The Clash abrazaron el reggae entre otras cosas porque Simonon era un pésimo bajista y apenas se defendía con las canciones de ese estilo y las de los Ramones. En el libro hablan en primera persona de sus orígenes y de sus recuerdos. Clase trabajadora: Mick Jones revela la génesis de la canción “Career Opportunities” hablando sobre su primer trabajo. “Mi labor consistía en abrir paquetes en el cuarto trasero en la época en la que el IRA estaba muy activo en Londres. Llevaba a cabo una campaña de cartas bomba, así que no era precisamente el trabajo de mis sueños”. Eran también estudiantes de arte que aplicaron a la estética desarrapada del punk la técnica del “dripping” de Jackson Pollock, es decir, el goteo o la salpicadura de pintura como forma de customizar sus camisas.

Rasgos de clase

Irónicamente, en la historia del punk, que fue la epopeya del “hazlo tú mismo”, el papel de los “managers” fue crucial. La cosa no fue tan autogestionaria como podría parecer, sino que se valió de cabezas pensantes en la sombra que dieran instrucciones. Malcolm McLaren Y Bernie Rhodes formaban equipo pero discutieron y McLaren formó a los Sex Pistols. Rhodes fue la dinamo de los Clash y ambas bandas se llevaban muy bien. De hecho, la gira “Anarchy in the U.K.” la hicieron conjuntamente (bueno, los pocos conciertos que lograron tocar por la presión policial) pero pronto McLaren vio una competencia indeseable para su “producto” y cortó las relaciones. “Creyó que estábamos birlandole la primicia y se generó cierta animosidad”, reconoce en el libro Joe Strummer. "Bernie fue el mentor. Creó los Clash y concentró nuestras energías y nosotros le recompensamos siendo muy buenos en lo que hacíamos. Fue Bernie quien nos dijo que escribiéramos sobre lo que conocíamos, es decir, sobre aspectos domésticos, sobre las carencias educativas o sobre un futuro truncado por malgastar tu vida trabajando”, añade el cantante.

En el primer mítico tour junto a los Pistols, el punk rock estaba en eclosión, pero muchos conciertos se celebraban en escuelas de arte. ¿Era eso una buena noticia? No, porque el comportamiento de la audiencia era incluso peor que en una taberna. “Nos lanzaban botellas de vino y trataban de abrirnos la cabeza. No encuentro palabras para expresar hasta qué punto la gente estaba en contra del punk. No eran solo los ''teddy boys'', era algo atroz y peligroso”, rememora Mick Jones sobre la animadversión de la tribu archienemiga del punk. “Durante el verano de 1976 era bastante peligroso caminar por Londres vestido de punk. Los teddyboys nos odiaban. Ellos eran rockeros y vestían hermosas chaquetas eduardianas, pero llegaron los punks y las rasgaron y llenaron de imperdibles. Consideraban que era irrespetuoso lo que los punks hacían con su ropa”, relata Strummer.

Pero lo esencial era la actitud de The Clash. Radical y desafiante, pero también comprometida: “No sé si éramos conscientes de que el grupo era una vía de escape para nuestra ira. Había muchas cosas que denunciar y no se habían dicho de aquella manera hasta el momento. Lo que escribíamos se inspiraba en lo que aparecía en los periódicos. Incluso el nombre surgió de la prensa. A Paul se le ocurrió el nombre porque lo veía continuamente publicado. Representaba por igual cómo nos sentíamos y cómo sonábamos”. Clash significa enfrentamiento o choque y así se tomaban la vida- No en vano, espantaron a algunos baterías. “A Terry Chimes -que llegó a tocar para Black Sabbath- le asustaba un poco nuestra conducta lunática, excesiva y estalinista, porque estábamos decididos a no ser como los grupos que imperaban en aquel momento, las grandilocuentes bandas de rock de estadio. Terry había entrado en la música para comprarse un Lamborghini. No estaba preparado para lanzarse a una banda de perros rabiosos”. Nunca se compraron un deportivo, aunque Strummer se hizo con un Dodge Dart de factura española que abandonó en un aparcamiento en Madrid. Publicaron unos discos fantásticos, que además vendieron como dobles y triples a precio de sencillo y pagaron un precio por ello renunciando a parte de sus derechos para que sus fans no pagasen demasiado dinero. Sin embargo, la caída de Topper Headon en la heroína acabó con el grupo en lo más alto de las listas de ventas: “Combat Rock” fue su canto del cisne. “Si pudiera hacerlo todo otra vez, lo único que cambiaría es que no tomaría cocaína ni heroína. Hasta ese momento, mi vida fue brillante, pero desde entonces ha sido poco menos que un infierno”, dice Headon en la página final de estas memorias colectivas.

Patadas en “London Calling”

Se acaban de cumplir 40 años de la publicación de “London Calling”, que apareció el 14 de diciembre de 1979. El grupo funcionaba como una máquina. En contra de lo que se pueda pensar sobre el punk rock, trabajaban seis horas diarias. No pisaban el pub. Se volcaron con el disco y así salió su obra maestra. Solo paraban para jugar al fútbol en una cancha cercana. “Vinieron unos tipos de la compañía de discos con unos estadounidenses y los llevamos al campo con nosotros. Como no era muy habilidoso, acostumbraba a soltar patadas a diestro y siniestro”, recuerda Simonon en el disco. “No escatimamos en patadas el día que vinieron los directivos de la compañía a jugar con nosotros”, corrobora Jones. ¿Qué esperaban de los Clash?

Título: “The Clash. Autobiografía grupal”

Autores: Joe Strummer, Mick Jones, Paul Simonon, Topper Headon

Editorial: Libros del Kultrum

Páginas: 300

Precio: 18,50 euros.