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Literatura

Eduardo Berti: «Para mucha gente leer no es sexy»

El argentino acaba de presentar «Círculo de lectores», un título editado por Páginas de Espuma en el que juega «con la idea de que la lectura es creativa», defiende

Eduardo Berti en el portal de la ditorial Páginas de Espuma
Eduardo Berti en el portal de la ditorial Páginas de EspumaCONNIE G. SANTOSLA RAZON

A Eduardo Berti (Buenos Aires, 1964) le encanta hablar de libros, sin embargo, se define como un «mal vendedor» si tiene que hablar del suyo propio, en esta ocasión, «Círculo de lectores» (Páginas de Espuma). Un título «muy heterogéneo en forma y más homogéneo en contenido», apunta de una obra que sitúa su eje principal en la lectura. Aunque no se refiere a ella de una forma «ñoña, solemne o tradicional» –continúa el miembro del grupo experimental OuLiPo («Ouvroir de littérature potentielle», «Taller de literatura potencial»)–, sino que juega con la idea de la lectura y la escritura creativa.

–De primeras, ¿ante quién estoy, ante el escritor, el lector, el traductor o el editor?

–Ni traductor ni editor porque ambas cosas las hice desde el escritor y el lector, que son mis dos actividades primordiales, me cuesta separarlas. Me convertí en editor para dar un gusto al lector que quería tener casi egoístamente unos determinados libros; y el traductor, igual, porque el escritor quería, como el compositor, poner en su partitura un trozo de otros autores. Buscaba salir de mi zona de confort y ver qué se sentía.

–En el primer capítulo nos enseña a leer, ¿no sabemos?

–Por supuesto que sí. Lo magnífico es que no existen instrucciones. Cada lector es singular, cada uno lee libremente y eso da riqueza. Sería un pecado empezar una novela por el capítulo 7, salvo que sea «Rayuela».

–«Círculo de lectores» tiene un fuerte aroma a Cortázar, ¿es su autor de cabecera?

–Es uno de los que más me ha marcado. Es una referencia para homenajear a la creatividad de la lectura, incluso para jugar con él como hago en más de un pasaje. Y volviendo a lo de leer, lo peor que se puede hacer, cosa que se ve en los malos docentes, es enseñarle a un niño que existe una única manera de enfrentarse a un texto. Eso es uno de los grandes enemigos, aleja a mucha gente. Por suerte, hay niños que se dan cuenta de que eso no es así.

–En el libro también fantasea con la muerte del último lector, ¿lo ve factible?

–Quiero creer que no, pero es verdad que la literatura no ocupa el papel central de otras actividades.

–¿Pesan demasiado la televisión e internet?

–Sí, pero no solo la cultura audiovisual, sino también porque hay otras formas de lectura y el objeto-libro pierde su lugar.

–¿Por qué hay gente que no lee?

–Supongo que porque hay otros planes que son magníficos, pero todo es compatible. Yo voy al cine, paseo, me pierdo en el laberinto de internet... No soy anti tecnología, pero opino que la lectura ofrece algo singular, que no es ni mejor ni peor. Para mucha gente leer no es sexy y eso no puede ser, creo que hay que devolverle el sexapil a la lectura. Pero sin hacerla fácil porque parte de ese sexapil está en el misterio, que te puedas construir un mundo propio. En la cultura audiovisual te instalas en un viaje que abre menos las puertas de la imaginación. Lo que uno tiene que agregar a la lectura te hace descubrir cosas de ti mismo.

–¿Tenemos poca personalidad a la hora de escoger una obra?

–La gente se deja llevar por el gusto del mercado, pero eso es la historia de la humanidad. Hay personas que exploran más. Cada uno indaga más en un terreno que en otro, yo, por ejemplo, me intereso más por la música y la literatura que por el teatro y la moda. El tema es que la gente tenga esa capacidad de elección, aun sabiendo que siempre habrá unos ejemplares privilegiados que estarán los primeros en las librerías. La actitud de cada uno le llevará a buscar más allá. En esa primera capa existe una gran maquinaria en la que se cuelan buenos libros por accidente, pero por suerte hay editoriales pequeñas para mantener la diversidad.

–Dice que cambia de libro a libro, ¿qué ha dejado atrás en este nuevo título?

–Trato de no repetir temáticas, formas, ni contenidos, variar. Luego uno se lleva la sorpresa de que un lector encuentra millones de puentes entre tus libros. Lo que es una sorpresa a medias porque el escritor quiere ver las diferencias y los lectores los parecidos. Cuando tengo la sensación de estar escribiendo un mismo libro, lo abandono.

–Como miembro de OuLiPo, ¿qué queda por investigar en la escritura-lectura?

–Por suerte, todo. Siempre va a aparecer algo nuevo que ensanche la idea que tenemos, algo que nos sacuda.