La Favorita enmudece
El público ovacionó el montaje de Donizetti que ofreció el Teatro Cervantes de Málaga
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«La favorita», de Donizetti. Intérpretes: Nancy Fabiola Herrera, Carlos Álvarez, Ismael Jordi, Pavel Shmulevich, Luis Pacetti, Lucía Millán, Daniel Romero de la Rocha. Orquesta Filarmónica de Málaga y Coro de Ópera de Málaga. Curro Carreres, dirección de escena Salvador Allemandi, director musicial. Teatro Cervantes. Málaga, 4-III- 2020.
«La Favorita» es uno de los clásicos del belcanto, un título que precisa una gran mezzo, un gran barítono y un gran tenor, amén de un bajo importante. Uno de esos títulos en los que hacer virguerías escénicas es muy complicado. Dicen que el hombre propone y Dios dispone. Esto sucedió en la Scala en 1974, en una de esas representaciones que uno no puede olvidar. La cantaban nada menos que Fiorenza Cossotto, Piero Cappuccilli, Luciano Pavarotti e Ivo Vinco. Éste, que era el marido de la mezzo, no estuvo muy afinado y ella se puso nerviosa. Se contagiaron barítono y tenor y la representación acabó con abucheos tras los cuales Pavarotti se retiró de las restantes representaciones y Cossotto juró no volver a la Scala. Málaga apostó muy fuerte por este título, anunciando a María José Montiel, Carlos Álvarez, Ismael Jordi y Pavel Shmulevich. La primera se cayó del cartel tiempo atrás por enfermedad, siendo sustituida por una no menos excelente mezzo, Nancy Fabiola Herrera, pero ésta llegó afectada al primer ensayo y no le dio tiempo a recuperarse para el estreno.
En aquel primer ensayo contagió al tenor, quien solo pudo intervenir en el general a pesar de debutar el papel, pero afortunadamente se recuperó para la premier. No se anunció inicialmente la indisposición de Fabiola Herrera, aunque fue algo obvio durante la primera parte, en la que además intentaba cantar mientras los niños en la escena jugaban y hablaban entre ellos. Se anunció tras el descanso y ella, con toda su profesionalidad y buena voluntad, trató en vano de cantar. Fue un suplicio, ante todo para ella y luego para el resto del reparto y el público. Algo así nunca es agradable y desde aquí mi ánimo y mejores deseos de recuperación de la inoportuna gripe para Nancy Fabiola Herrera. Carlos Álvarez lució su privilegiado timbre baritonal, potente y más claro que antaño, en un sólido Alfonso XI, aunque el bel canto no sea su repertorio más adecuado. Pavel Shmulevich compuso un digno prior y el resto del reparto mantuvo buen tono. Quien estuvo perfecto en su papel fue Ismael Jordi, con una voz de caudal creciente, una impecable línea de canto belcantista, gusto y múltiples detalles en medias voces, filados y fiatos que recordaban los de Kraus, Aragall o Corelli en este rol. Emocionante su «Spirto gentil», el gran aria de ese acto final que en la época se dijo escrito por Dios. Salvador Allemandi es siempre baza segura, concertando y resolviendo carencias gracias a su probada experiencia, con una voluntariosa Filarmónica de Málaga y un mejorable Coro de la Ópera de Málaga. La escena presentó una primera parte como un día se hacía la ópera, a base de cartón piedra, para en el segundo querer reflejar la forma en que hoy se hace. El añadido del ballet pretendió ser vínculo de unión, pero no aportó nada, a pesar de los meritorios esfuerzos de los bailarines, y alargó innecesariamente una representación que todos hubiéramos deseado respondiese a los excelentes propósitos iniciales. El público lo entendió y ovacionó con calor a todos.