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“Puente sobre aguas turbulentas”: El divorcio de 20 millones de Simon y Garfunkel

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La Razón
  • Alberto Bravo

    Alberto Bravo

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Hace justo 50 años, cuando el mundo de la música se sacudió con una obra que desde el primer minuto apareció para perdurar. El disco nacía de la magia de la pareja compuesta por Simon & Garfunkel. El hito fue insólito para la época: ocho millones de copias vendidas en Estados Unidos, 20 millones en todo el mundo, número uno en listas durante diez semanas, el disco más vendido entre 1979 y 1972, récord de ventas de CBS hasta la aparición del «Thriller» de Michael Jackson en 1982, Grammys al mejor álbum y la mejor canción… Y por encima de todo: una obra de arte que todavía hoy permanece ajena al óxido del tiempo.
Como suele suceder detrás de muchas creaciones imperecederas, hay una historia que contar. Aquel álbum fue el quinto de la pareja y también el último. La canción «Bridge over troubled water» se mantiene hoy como uno de los cantos más profundos a la amistad, pero por entonces Simon & Garfunkel ya no se hablaban. Más bien, se detestaban. La incomprensión había dado paso a la desconfianza, después al odio y finalmente llegó la ira. Fue una tortura para ellos pasar 600 horas interminables en el estudio para completar aquel trabajo que más que un diario era un testamento. Un desgaste profundísimo, casi devastador. Era tan desolador como dormir con tu pareja cuando sabes que el final tiene fecha, que el divorcio ya está consumado a falta del trámite de la firma final.
El anticipo del nuevo disco de Simon & Garfunkel había sido todo un templo llamado «The boxer» la historia de un chico que llega a Nueva York para intentar ser un astro del boxeo pero a cambio solo acumula cicatrices en su rostro y en el corazón. «Tras cambios y más cambios / Al final somos más o menos los mismos», cantaba Simon. Semejante carta de presentación crearía las más altas expectativas para el nuevo disco y éstas no se vieron defraudadas. Al contrario, el dúo entregó todo lo que tenía. Incluido el dolor.
La canción «Bridge over troubled water» se convertiría en un himno generacional desde el primer día y hoy aparece como un himno inmortal. Una composición que arranca con un lírico piano y que acaba con un crescendo vocal portentoso con toda una orquesta detrás. Se trataba de una de las pocas canciones en las que Garfunkel asumía todo el protagonismo mientras la voz de Simon se quedaba en un discreto segundo plano durante un breve pasaje del tema. «Todos tus sueños están en camino / Mira cómo brillan / Cuando necesites un amigo / Estaré navegando justo detrás de ti”, se escuchaba.
El disco también incluía piezas algo más ligeras como «Keep the customer satisfied» o «Baby Driver», canciones que en perspectiva olían a despedida: eran un homenaje a los Every Brothers y aquellas melodías que un día juntaron a la pareja. Mientras, el álbum contenía otras canciones que ya permitían augurar por dónde dirigiría Simon sus próximos pasos, ya pensando en su carrera en solitario. Cosas como «Cecilia» y sus percusiones, las flautas andinas de «El cóndor pasa», la angustia de la soledad en una gran ciudad que se manifestaba en la apabullante «The only living boy in New York» o la grave simpleza de «Song for the asking».

Juntos desde los 12 años

Poco después, y ya con el divorcio consumado, Simon se mostraría indulgente con Garfunkel al hablar de la ruptura: «Especialmente en los sesenta, todos se separaban. Había una especie de límite al espacio de tiempo que duraban las colaboraciones musicales. Nosotros estuvimos juntos durante cinco años. Habíamos sido amigos desde los 11 o 12 años. La separación no fue nada extraordinario. Artie quería ser actor, yo quería hacer música de una manera diferente a la de Simon & Garfunkel…». Pero aquellas palabras sonaban a la canción de otro. ¿Cómo no iban a pensar sus fans en la ruptura cuando la pareja se separaba mientras su disco se mantenía en el número y vendía millones de copias?
Naturalmente, llegarían intentos de acercamiento posteriores que no harían otra cosa que crear frustración y mayor distancia. También giras lucrativas y aquel concierto de Central Park de 1981 que reuniría a más de un millón de asistentes en el gran parque de Manhattan. Pero aquello, y a pesar de la magnífica música interpretada, solo dejaba un trasfondo amargo: la nostalgia es un cheque en blanco.
El tiempo pondría cada cosa en su lugar. Simon desarrollaría una casi incomparable carrera en solitario con discos absolutamente prodigiosos y atemporales, el sello de uno de los más grandes músicos de nuestra era, mientras la carrera artística de Artie nunca acabaría de despegar. Pero aquel epitafio que fue «Bridge over troubled wáter» continúa fluyendo muy por encima de las arenas del tiempo.

Por los viejos tiempos

En 1975, Simon realizó un melancólico brindis por los viejos tiempos. Escribió la brillante “My little town” con la voz de Art Garfunkel en su pensamiento. Y le llamó para grabarla. Salió como single y fue incluida por ambos en sus trabajos respectivos de aquel año: «Still crazy after all these years» (Simon) y «Breakaway» (Garfunkel). Dicen que Artie se hizo ilusiones con poder volver a grabar un juntos, pero eso estaba muy lejos de las intenciones de Simon. El compositor simplemente pensó que la voz de Garfunkel mejoraría la canción, como así ocurrió. Solo eso.

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