El miedo se cura leyendo
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Una mujer se tapa la cara con un libro. Es una novela. «Todo arde». Segundos después deja ver su rostro y se presenta. Es la escritora Nuria Barrios que está sentada pudiera ser que en el salón de su casa con un bien surtida biblioteca detrás. Cuenta que publicó hace un par de meses y que en estos días tendría que estar inmersa en la promoción. Pero no puede ser. Está, como usted y como yo, recluida en casa, confinada porque no hay más remedio, en más o menos metros cuadrados pues el maldito coronavirus nos ha dejado a todos sin poder pisar la calle. Ella ha puesto en marcha una iniciativa interesante que quizá puedan compartir otros colegas de tinta o de ordenador. O no, pero esta es la suya.
Cada día, dice, leerá unos fragmentos de esta obra para acercarla a los lectores y así sentirse ella también más próxima. No se puede salir a comprar «Todo arte» porque las librerías han echado temporalmente el cierre, pero la gran biblioteca digital también está al alcance de todos en el portal todos tuslibros.com. «La noche había caído. Las hogueras, como un río ardiente, señalaban la calle sin farolas, una larga avenida que se perdía en la tinieblas hacia las que avanzaba el coche. Las lenguas de fuego lamían los cuerpos de quienes estaban cerca, que parecían ondular convertidos en llamas más grandes y oscuras...» Y avanza en las páginas la escritora, que lee con entonación, que vive cada personaje y que casi los va representando en un teatro imaginario.
Que fresco resulta, y qué olvidado lo teníamos, esta ración de buen leer, de buena dicción. Habíamos olvidado muchas cosas que ahora podemos volver a recuperar, como escuchar a quien lee su propio libro y tomar entre las manos uno de nuestra librería, ese que siempre tenemos el propósito de empezar o acabar pero que las excusas más peregrinas nos lo impiden. En estos tiempos tan inciertos, y al ver este presente que desearíamos que fuera pasado, y que lo será, ya lo verán, antes de que nos demos cuenta, volvamos a leer o a escuchar a quien lo hace, refugiémonos en la literatura, que tanto cobijo proporciona.
Ahora no podemos decir que tenemos que salir de casa por qué, sencillamente, no podemos. Es el momento. Hagamos de la necesidad virtud. Con un buen libro. Con una película olvidada. Recorriendo las obras maestras de un museo. Viendo una actuación pretérita de Maria Callas o de Plácido Domingo, ¿por qué no ? o disfrutando de Rosalía. «¿Dónde estamos?, farfulló Lolo. La voz de Micki resonó en el interior del coche. En el infierno» (...) Y Nuria Barrios pone punto final a la lectura por hoy. Que mañana será otro día.