J Balvin publica “Colores”: el reguetón a la conquista del mundo
El artista, que ha hecho historia en un mundo dominado por el “streaming”, está llamado a mantener con Bad Bunny una lucha en el Olimpo de las reproducciones
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Mientras al mundo lírico del reguetón parece que le sigue faltando un hervor, su universo sonoro no hace más que ensancharse. Así lo demuestra J Balvin en “Colores", su nuevo disco que se publica hoy, precedido del superéxito de su amigo y colaborador Bad Bunny con “YHLQMDLG” como emperadores del “streaming”. Esto no es poca cosa, porque, con medio mundo Occidental encerrado en casa, ambos prometen un duelo en las cumbres de las listas de éxitos durante las próximas semanas. Y eso que “Colores” llega precedido de marcas históricas de reproducciones pre-confinamiento, que le han permitido romper un récord histórico. El colombiano ha sido el primer artista latino urbano con el mayor número de sencillos en la posición #1 en la lista de Latin Airplay: todos los del presente álbum, “Blanco”, “Morado" y “Rojo”.
“Saben quien es Balvin, les presento a Jose”, canta en el primer tema, “Amarillo”. Y no dice José, sino Jose, como presentación familiar. “No me complico, cómo te explico, a mí me gusta pasarla rico”, dice a continuación como resumen de su ética y estética, como alfa y omega de su discurso. Y es que el nuevo álbum del colombiano podría general la falsa sensación de ser un trabajo conceptual, por aquello de los títulos y por el juego visual que ha creado el artista japonés Takashi Murakami quien creó diez nuevos personajes de flores, uno para cada canción y cada color del álbum. Pues no: no hay concepto. Bueno, sí, el concepto está claro, la fiesta de nuevo.
Y eso es lo que hay, un disco de fiesta. Pero, ¿acaso no la echamos todos de menos atrapados por el coronavirus? ¿Acaso no hay que luchar por el derecho a la fiesta como cantaban Beastie Boys? La fiesta, el baile, es importante. Es importante el idioma en el que bailamos. Quién produce las canciones de éxito, qué género es el hegemónico para la juerga. Hay un mensaje, hay política en eso también. Y ahora la lengua franca de las discotecas es el lenguaje musical del Caribe reguetonero. J Balvin ha sido el primer artista de reguetón en actuar en “Saturday Night Live”, una institución de la televisión estadounidense. Ha pasado por Coachella y Lollapalooza y ha tirado tanto la puerta abajo que ha actuado hasta en la meca de la electrónica, Tomorrowland.
Y es que lo mejor del disco de José Álvaro Osorio Balvín es sin duda el sonido. Innovador y lleno de detalles de producción y arreglo que envuelven (y empaquetan para volver a ser un éxito mundial) los patrones, tan primarios, esenciales y machacones del género. Para este álbum, en el que vuelve a trabajar con su secuaz Sky Rompiendo, parece que el colombiano ha dejado de lado la tradición popular hispanohablante (salvo un guiño a la cubana “Chan chan”) para acercarse a los “beats” y el fraseo del rap anglosajón. “Arcoíris” y “Blanco”, las últimas canciones del disco, son un buen ejemplo de producción internacional: el reguetón a la conquista del mundo.
Hay que hacer un inciso necesario. Aunque el álbum no guarde una disciplina de ideas, aunque las letras, en fin, no sean dignas del culteranismo de Góngora (rimas entre participios o pasados simples que son un poco de preescolar...), es un álbum publicado en tal formato. Y eso, en un género como el reguetón y el urbano, y después del trabajo que ha publicado Bad Bunny, supone un guiño al clasicismo, una especie de carta de naturaleza a la que solo cabría pedirle un universo lírico más elaborado. Porque en “Colores”, más allá del bikini diminuto, del “perriar”, de la botella y de los tragos... no hay mucho para emocionarse.
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