#culturaencasa: De la sordidez del porno en Nueva York durante la década de los 70 a la burguesía catalana de Milena Busquets

Sonidos tradicionalmente asociados al afroamericanismo de la Motown, atrayentes atmósferas setenteras y psicodélicos ritmos se fusionan con la calidad de una voz excepcional cuyo dueño, Curtis Harding, está considerado uno de los herederos más valiosos del soul contemporáneo. El que constituye el segundo álbum del compositor estadounidense se presenta como una saludable alternativa sonora contra el silencio de la reclusión. Resulta bastante complicado que uno sea capaz de mantener los pies quietos, los brazos relajados o la cadera discreta cuando las primeras notas de temas como «Need your love» y las consiguientes partes habladas en las que el cantante interpela de manera directa al público potencial con un intenso «¿No me oyen? ¡Dame el bajo y verás como lo consigo!», empiezan a inundar las estancias de la casa. Aprovechen estos días para dejarse llevar por esta joya innovadora.

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Antes de recomendar esta serie conviene aventurar una pequeña advertencia: absténganse alérgicos a James Franco. Por si no fuera suficiente que el actor y director actuase como líder indiscutible tanto delante como detrás de las cámaras en este proyecto para HBO (la dirige al mismo tiempo que actúa en ella), la píldora es doble. Los dos gemelos que protagonizan esta apasionante historia extremadamente bien ambientada en la sordidez y dureza del desarrollo progresivo de la industria de la pornografía y la prostitución en Nueva York durante las décadas de los 70 y los 80, son el mismo. Es decir, Franco. Lejos de romantizar una profesión edulcorada hasta la extenuación en términos cinematográficos (“Pretty woman”, “Irma la dulce” o “Memorias de una Geisha” dan buena cuenta de ello), el polifacético californiano narra con crudeza los pormenores de un mercado controvertido regido por la ambición y la explotación de mujeres y establece una trama de violencia, intereses y poder de lo más interesante. Excepcional Maggie Gyllenhaal.

Disponible en: https://es.hboespana.com/sign-up?gclid=CjwKCAjw3-bzBRBhEiwAgnnLCpgIfaZm9ZewcsimcM61z8TJtKdhhCCZh6C7orWW6Km46igVMTA0yRoCOWsQAvD_BwE&gclsrc=aw.ds

El título de la novela autobiográfica escrita por la hija de la célebre editora catalana Esther Tusquets ya es, de por sí, una declaración de intenciones en toda regla que, sin pretenderlo en el momento de su publicación ya advertía de una máxima importante: todo termina formando parte del pasado, por muy doloroso que pueda resultar en el presente. La delicada historia que aquí se narra retrata el recuerdo envolvente de esos veranos de liberación en los que el entorno snobista de la pequeña burquesía catalana y el hermoso paraje inspirador de la costa de Cadaqués se convierten en el salvavidas particular de Blanca tras la muerte de su madre. Ya lo dice la protagonista de la novela en un momento dado: “La ligereza es una forma de elegancia. Vivir con ligereza y alegría es dificilísimo". Esta lectura por suerte tiene mucho de ligero, pero también de elegante.

Una de las películas más injustamente desplazadas durante los Oscar de este año (tan invisible a ojos de la maquinaria hollywoodiense que no consiguió alzarse con ninguno de los diez premios a los que optaba) se puede ver en una plataforma como Netflix y esto es, sin duda, motivo de celebración. La extensión del filme (tres largas y dilatadas horas) no invalida su calidad. La portentosa historia de América contada a través de la memoria de la mafia, de la veteranía de los ojos de Frank Sheeran (Robert De Niro), de la bizarría dialéctica de Jimmy Hoffa (interpretado por el siempre excesivo pero impecable en esta ocasión Al Pacino) y la brillantez de una de las mejores actuaciones de la carrera de Joe Pecsi a cargo del personaje de Rusell Bufallino. ¿Qué más se puede pedir si ya tienes el tiempo necesario para disfrutarla en toda su complejidad?

El desnudo universal que Botticelli hace de Venus poseído por la fuerza y el erotismo del pincel fue una de las primeras representaciones carnales exentas de componentes religiosos que se llevaron a cabo durante el periodo Renacentista. Inspirado en el clasicismo de la literatura de Ovidio, en la mitología de la cultura grecorromana y en la idealización del amor tanto espiritual como material, el pintor florentino cristaliza con “El nacimiento de Venus” el espíritu de la belleza. La Galería de los Uffizi ofrece la oportunidad de perderse entre la inmensidad de sus espacios (que son muchos y muy amplios) para poder disfrutar de forma gratuita de tesoros pictóricos como este. Hasta 1815, año en el que pasa a formar parte de la Galería, el cuadro permanece en el interior de las paredes de la residencia de los Médici, Villa di Castello. Buena oportunidad para recuperar los detalles que habitan en la pintura y transportarse por un instante a la campiña florentina.