Muere Aute, la canción de autor y de amor
Fallece a los 76 años tras varios años con problemas de salud que le habían obligado a abandonar la música
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Luis Eduardo Aute murió hoy a los 76 años en Madrid después de años peleando con un estado de salud precario que le había obligado a abandonar la práctica de las diferentes artes que cultivó en su vida. Se va así uno de los mayores referentes de la canción de autor española, un tipo que con sus diferentes influencias supo encontrar su camino con una originalísima forma de componer. Tanto música como letras.
Poeta, pintor, escultor y director de cine, destacó sobre todo como sensible y profundo cantautor. Publicó 19 discos de estudio y canciones como “Al alba”, “Rosas en el mar” o “La belleza” figuran entre las cumbres de la música nacional.
Aute se encontraba retirado en su hogar desde que en 2016 sufrió un infarto por el que estuvo en coma. Salió milagrosamente de aquel desafió que le propuso la muerte y dos años después, en diciembre de 2018, recibió un homenaje tan emotivo como multitudinario con la participación de compañeros de viaje como Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, Silvio Rodríguez, Massiel, Ana Belén, Víctor Manuel o Jorge Drexler, entre otros.
Deja el mundo de los vivos un hombre a quien el término cantautor le sienta como un guante (y aunque no le hiciera especial gracia la palabra), pues escribió canciones con un sello absolutamente personal, algo de lo que no se puede presumir precisamente en este país. La muerte se lleva a un hombre que creó escuela y que con su sensibilidad y personalidad sedujo a varias generaciones.
Nació en la improbable Manila, capital de Filipinas, el 13 de septiembre de 1943. Su padre trabajaba en Tabacos de Filipinas y allí conoció a la que sería su mujer, Amparo, una filipina burguesa y descendiente de españoles. De procedencia acomodada, a Aute nunca le faltó la excelente educación y el acceso a todas las grandes artes contemporáneas. Su mérito fue desarrollar su sensibilidad, llenarse de curiosidad y descubrir a los grandes maestros.
Sus primeras inquietudes fueron la pintura y el dibujo. Luego llegaría la fotografía, más tarde su pasión por el cine y finalmente la música. En 1954 regresó a España y a los 15 comenzó a practicar, con cierta torpeza, la guitarra, actuando en fiesta de fin de curso y esas cosas propias de la edad. A los 18 años formó sus primeras bandas, como Los Sonor o Los Tigres, de acuerdo a la moda del momento, con versiones de Elvis y otros pioneros del rock and roll. Era un simple hobby, pues lo que de verdad le conmovía en aquellos momentos eran el cine y la pintura.
En 1963 entraría en la Escuela de Aparejadores, pero apenas duraría allí dos semanas. Por entonces, el mundo olía a revolución, la costa este de Estados Unidos era el epicentro de la contracultura y en Europa encontraba su eco en París. Allí se fue Aute para descubrir glorias de la canción francesa como Jacques Brel o Georges Brassens. También siguió leyendo, escribiendo, haciendo fotografías y viendo películas que no llegaban a España.
En 1965 viajaría a Sao Paulo y durante sus viajes por Brasil descubriría el folk estadounidense, y más concretamente a los reyes de aquel movimiento: Bob Dylan y Joan Baez. Bajo su influjo comenzaría a componer canciones más en serio. Una de ellas, “Rosas en el Mar”, la acabaría grabando su amiga Massiel para convertirla en éxito en 1967. Para entonces, a Aute sólo le interesaba componer, no grabar. Pero RCA, que había escuchado el material que había ido escribiendo, le animaría a grabar él mismo sus propias canciones. Su primer single fue “Made in Spain” y “Don Ramón”. Luego llegaría “Aleluya #1”, la prueba definitiva de que Aute tenía un sello también como intérprete.
El último que se tomaba en serio a Aute como músico era precisamente él mismo. Por encima de todo, se consideraba pintor. Entre 1967 y 1968 publicaría canciones sueltas, sin demasiado interés por trascender. Todas esas composiciones aparecerían en su primer álbum, “Diálogos de Rodrigo y Ximena”, que poco ruido haría. En ese 1968 se casó con su novia Maritchu y abandonó temporalmente la música, ligeramente decepcionado. El álbum “24 canciones breves” lo concebiría casi como un testamento musical.
Cine y literatura serían sus dedicaciones principales durante los siguientes años hasta que en 1973 la cantante Rosa León publicó su disco de debut, “De alguna manera”. Incluyó siete canciones de Aute –entre ellas “Las cuatro y diez”, “De alguna manera” o “la secretaria ideal”– y fue un rotundo éxito. Animado por ello, y bajo la promesa de libertad creativa, Aute grabaría para Ariola el disco “Rito”. Sería el comienzo de una carrera musical “más profesional”, más en serio.
En esos trabajos iniciales, Aute ya marcaría lo que sería su faceta de cantautor. Sus canciones no tenían melodías demasiado originales, ni acordes poco familiares, ni unos desarrollos instrumentales exuberantes. Tampoco él poseía un timbre de voz potente ni una gracia especial cantando. Pero, de alguna manera, todo su cúmulo de imperfecciones acababa seduciendo a quienes querían encontrar algo de emoción, algo diferente, algo original. Aute lo daba porque hacía de la sencillez una virtud. Además, cuidaba sus textos como pocos. Partiendo de la anécdota se atrevía a buscar verdades absolutas. O, al menos sus verdades.
La grabación de “Albanta”, en 1978, supondría un trascendente giro en su carrera. El nombre se le ocurrió a su hijo para bautizar a un reino imaginario e ideal. Los arreglos de Teddy Bautista proporcionaron un sonido más accesible a toda clase de públicos. Fue el disco de “Al alba”, una canción dedicada a las víctimas de los últimos fusilamientos del franquismo. “A por el mar” también se convertiría en otro himno del momento. “De par en par” y “Alma” completarían la trilogía llamada “Canciones de amor y de vida”, una cumbre de su carrera y referencia para una nueva de generaciones de cantautores que por entonces estaba surgiendo.
Otra trilogía, “Canciones de amor y duda”, prolongaría su éxito. Lo siguiente sería “Entre amigos”, de 1983, dos conciertos grabados en el Teatro Salamanca de Madrid junto a colegas como Joan Manuel Serrat, Pablo Milanés, Silvio Rodríguez o el propio Teddy Bautista. Otro éxito más para un autor que por entonces ya estaba consagrado.
Sería una buena década para Aute, que publicaría otro buen número de trabajos (“Cuerpo a Cuerpo”, “Nudo”, “Templo” o “Segundos”) hasta llegar a 1993, cuando afrontaría sin ambages su compromiso con sus ideas políticas haciendo campaña a favor de Izquierda Unida para las elecciones generales de aquel año. Poco después llegaría otro momento trascendente de su carrera con la grabación de un álbum en directo, “mano a mano”, grabado en la Plaza de Toros de Las Ventas junto a su amigo Silvio Rodríguez, un concierto de tres horas y media que vendió 200.000 copias. El mayor éxito comercial de la carrera de ambos.
Para el comienzo del siglo XXI, Aute era ya una de las máximas referencias de la canción de autor española. Varios de sus amigos y discípulos grabarían “¡Mira que eres canalla, Aute!”, una colección de 18 canciones firmadas por él e interpretadas por gente como Pedro Guerra, Serrat, Ana Belén, Jorge Drexler, Pablo Milanés, Joaquín Sabina, Silvio Rodríguez, Fito Páez, Ismael Serrano o hasta Rosendo.
Volcado de nuevo en el cine, en 2001 pudo cumplir uno de sus proyectos más ambiciosos con la película “Un perro llamado dolor”, un proyecto de animación con más de 4.000 dibujos hechos a lápiz. Siempre se sentiría muy orgulloso de aquello. Llegarían años de sequía creativa musical y cierto desinterés por hacer más canciones. No sería hasta 2007, con “A día de hoy”, cuando pondría fin a cinco años sin material nuevo. “El niño que miraba el mar”, de 2012, sería su último álbum, que se publicaría acompañado por la película de animación “El niño y el basilisco”, del propio Aute.
Si un artista necesita las obras como única forma de avanzar, se podría decir que Aute fue artista de pleno derecho. Comprometido con todas las artes contemporáneas, a todas se acercó con enorme dignidad y respeto, y fue en la música donde encontró su mayor reconocimiento, tanto crítico como comercial. Se va un creador, un auténtico autor de canciones y otras artes, un hombre que marcó a toda una generación de músicos que descubrieron una forma de cantar y contar sucesos personales capaces de trascender más allá de la propia naturaleza del individuo. Lo que antes hizo Aute.