Desparrame surrealista con recado
Luis Bermejo presenta a través de la cámara de su móvil “Informe lejía”, un auténtico disparate con el que romper la monotonía del confinamiento
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Creación: Luis Bermejo y Pablo Rosal. Interpretación: Luis Bermejo. Teatro de la Abadía, Madrid. 17 y 19 de abril, y otras funciones por concretar a lo largo del mes.
Sigue adelante la iniciativa que ha puesto en marcha La Abadía para ver teatro “en directo” desde casa, con un máximo de veinte espectadores, a través de la aplicación Zoom. El último espectáculo en incorporarse a la programación es “Informe lejía”, el nuevo disparate del estupendo y versátil actor Luis Bermejo, que ha contado en esta ocasión con la colaboración de Pablo Rosal para concebir una delirante “performance”. Como todas las propuestas de este ciclo, que tienen que amoldarse a las lógicas las limitaciones que impone la transmisión a través de una simple webcam, esta también es una función muy sencilla en su concepción escénica y también en su contenido. De hecho, se trata casi exclusivamente de un abstracto vehículo de expresión que Bermejo, jugando continuamente a la improvisación, utiliza para explotar su vis cómica a partir de una idea sencilla: la del individuo encerrado en soledad y aislado, por tanto, del ser amado. “Esto es… sin asunto”, llega a decir el actor en su surrealista parlamento, dando a entender que no cabe buscar un razonamiento puramente deductivo de lo que el espectador está viendo y escuchando.
La obra comienza con el protagonista en la cama, como si despertara de un sueño -o como si continuara aún en él-, invocando y dialogando con su amada, Maricarmen, con la que solo puede comunicarse en la distancia a través de videollamada. El personaje se levanta y trata de atender por toda la casa sus necesidades domésticas más cotidianas e intrascendentes -preparar la cena, o incluso defecar- sin dejar de comunicarse con la mencionada Maricarmen, a la que declarara una y otra vez su amor y veneración.
Tras la evidente y dislocada farsa que es toda la función, se adivina en el fondo una invitación muy apropiada a reflexionar sobre la dependencia y el miedo a la soledad, y sobre esa necesidad permanente de estímulos externos que todos nos hemos ido creando y que, a la postre, obstaculiza fatalmente la serena comprensión de la realidad.