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Cultura

Los secretos de los cuadros de Pedro Sánchez

El Palacio de la Moncloa tiene una buena pinacoteca. De sus paredes cuelgan obras que proceden en préstamo de grandes centros de arte. ¿Qué pintoras se han incorporado con la llegada del presidente del Gobierno? ¿Qué artista firma la obra que vemos cuando el líder del PSOE habla con los presidentes autonómicos?

Pedro Sánchez, en una imagen de archivo
Pedro Sánchez, en una imagen de archivoMONCLOA / SPANISH GOVT. HANDOUTEFE

Son testigos mudos. Muchos de ellos han estado colgando de las paredes de las dependencias del complejo de Moncloa desde hace bastantes años pero es ahora, con este confinamiento de pantallas partidas telemáticamente y escrutadoras cuando han levantado su voz. O quizá la hemos levantado nosotros por ellos.

Cuadros, obras de arte que se han hecho notar al aplicar sobre ellas el foco. Hace un tiempo sacamos del limbo del anonimato un par de obras con nombre y apellidos, pintadas por Esteban Vicente, maestro nacido en Turégano y no lo suficientemente reconocido en su país, que es España. Dos obras de colores suaves y un punto etéreas que asistían a los encuentros presidenciales con otros compañeros de política.

Mientras Rajoy –fue durante su mandato cuando nos saltaron al ojo– hablaba de cuestiones de Estado, las obras escuchaban. Qué no habrán oído. Se trata de un espacio de acogida y recepción, pues ése es el cometido de la sala. Y era la sensación que debían transmitir las obras. «No debía primar únicamente el criterio estético. Nosotros propusimos los dos lienzos de Vicente, “Inside”, que es el que ha salido fotografiado cientos de veces, y “The Rise” (El ascenso), de 1989. Como este pintor está bastante bien representado en el Reina Sofía, no había ningún inconveniente en prestar obra suya», comentaban desde el Museo Reina Sofía hace tres años. Sin embargo, las cosas hoy han cambiado. La llegada de un nuevo inquilino al Palacio de la Moncloa se ha dejado sentir.

Y este tiempo de encierro ha hecho posible que el ojo pueda ver lo que en otras circunstancias nos habría pasado desapercibido. O sencillamente no habríamos tenido oportunidad de ver casi a diario. De Estaban Vicente hemos pasado a reparar en otros artista que nada tienen que ver. Es el caso de Xesús Vázquez y su obra «III Internacional» (1994), que fue uno de los artistas que entraron en la casa en 2012 junto al citado Vicente, Antoni Tàpies, Pablo Palazuelo, José Guerrero, Francisco Bores, Lucio Muñoz, Manolo Valdés, Jordi Teixidor, José Manuel Broto, Carmen Laffón (se pidió expresamente obra de mujeres), Cristino de Vera, Fernando Lerín, José Piñar, José Vento, Chema Madoz y César Montaña.

Vázquez, nacido en Orense en 1946, militó hasta finales de los 70 en la abstracción. En los 80 se vinculó al grupo Atlántica y es entonces cuando acercó su vocabulario a la figuración para volver una década después a sendas de nuevo abstractas. «III Internacional» está en la sala donde Pedro Sánchez mantiene la ronda telemática con los presidentes autonómicos, un lienzo de enorme envergadura que ocupa una pared y que pertenece a la serie denominada «La Internacional», una obra en la que sobre un fondo abstracto domina en el centro una pieza simbólica, como si de un laberinto de color blanco se tratara y que marca ese citado cambio del artista durante los años 90. Un tránsito que bien podríamos asociar con el momento actual, tan convulso, tan de paso no sabemos hacia dónde.

Carácter menos sombrío

La sala donde el presidente departe con los representantes autonómicos se antojaba escasa de luz. La dependencia, dada a resolver y tratar cuestiones a veces espinosas, sufrió un lavado de cara con la llegada de Vázquez. «Se trata de imprimir un carácter nuevo. De huir de las obras monocromas que antes colgaban y tratar de dulcificar, si se puede decir así, una estancia que ya llevaba encima la sobriedad de su carácter», apuntan desde el Reina Sofía. Y así se hizo. Hemos visto la obra de Vázquez cien veces en la pantalla.

Como compañero de pared, un cuadro de Fernando Lerín fechado en 1999 en un tono entre azul y gris. Sánchez, en todo momento, se dejó aconsejar por el equipo del Reina Sofía, que es junto con el Prado y Patrimonio Nacional, los «prestadores» de piezas para las diferentes estancias del complejo monclovita. Si Rajoy únicamente solicitó que hubiera una representación de artistas de cada una de las autonomías, el actual quiso mayor presencia femenina. Y lo hizo ya desde la estancia que acoge las reuniones del Consejo de Ministros.

Donde antes se veía un José Guerrero en color azul hoy luce un cuadro figurativo, uno de los escasos ejemplos que de esta tendencia alberga Moncloa. Se trata de una obra de una de las cuatro féminas que entraron por la puerta grande del Palacio, Menchu Gal, en un gabinete con mayoría de ministras. ¿No es un guiño claro? Las otras tres son Juana Francés, Teresa Lanceta y Soledad Sevilla. La obra de Gal (Irún, 1919-San Sebastián, 2008) lleva por título «Paisaje de Arrayoz» (1959), un lienzo medio que evoca un xterior y que vigila cada movimiento de los ministros. Como compañeros de pared están Tàpies, un imponente Miquel Barceló con un tamaño casi de suelo a techo, un cálido Esteban Vicente, Palazuelo y Miró, por quien Rodríguez Zapatero sentía debilidad.

Amplio arco cronológico

La citada Teresa Lanceta (Barcelona, 1951) ha desplazado temporalmente a Tàpies. Un catalán por otro. La nueva pieza ocupa un lugar destacado en la sala institucional, justo detrás de los asientos blancos que ocupan las personalidades que son recibidas por Sánchez. Mejor tiro, imposible. La obra de Tàpies pertenece a Defensa y, aunque sigue en Moncloa, ha pasado de la institucional sala Tàpies, que tomaba su nombre de él, a la estancia que era hasta ahora el Salón de Tapices y en la que colgaban piezas pertenecientes a Patrimonio Nacional que se han retirado.

El arco cronológico general es amplio, con obras fechadas entre 1926 (una pieza de Julio González) y 2006 (una obra de Soledad Sevilla). Una de las estancias más impresionantes es la que se ha bautizado como Sala Barceló, que acoge piezas del autor (dos óleos y una escultura), Campano, Soledad Sevilla, Sicilia y una escultura de Alfaro, sin olvidar un Broto a la entrada de la estancia. «Se ha querido dar sensación de generación homogénea con obras de artistas que destacaron en los 80 y que hoy están plenamente consagrados, además de incluir otras piezas significativas».

Desde enero de 2019 cuelgan de estas paredes. Explican desde el museo que el depósito firmado con Moncloa «se somete a revisiones periódicas una vez al año, además se realizan rotaciones y personal de restauración se desplaza para comprobar que las piezas están en perfecto estado.

La obra sobre papel ha de descolgarse cada cierto tiempo porque no puede estar –por su innata fragilidad– sometida a exposiciones excesivamente prolongadas», al tiempo que subraya que a cada cierto tiempo las obras deben descansar. De hecho, los últimos cambios de obra sobre papel son de finales de 2019.

Teresa Lanceta, vertical y horizontal
Teresa Lanceta trabaja con materiales delicados, con telas que teje, un labor ancestral. Es una artista de enorme proyección. Si observa la obra de esta creadora verá que en Moncloa la pieza está dispuesta en horizontal, mientras que en la web del Museo Reina Sofía se presenta en vertical. No es un error, pues «está concebida para colgar en ambas posiciones», nos aclaran desde la institución museística. La obra, que mide 200 cms. x 165 cms., está fechada en 1998 y es tela pintada y cosida. Es una de las cuatro nuevas piezas de mujeres que han llegado al edificio con Pedro Sánchez. Recibe en una de las salas más importantes. En Moncloa no dan puntada sin hilo.