Estrenos en el sofá: “Perdona que te moleste”, “Nómada” y “Velvet Buzzsaw”
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Crítica de “Perdona que te moleste” : Una comedia negra en forma de montaña rusa ★★★★✩
Dirección y guión: Boots Riley. Intérpretes: Lakeith Stanfield, Tessa Thompson, Arnie Hammer, Danny Glover. USA, 2019, 112 minutos. Sátira distópica. Movistar +
Imagínense la rabia acumulada del “Haz lo que debas” de Spike Lee con un guion firmado por Charlie Kaufman. Así es “Perdone que te moleste”, una sátira distópica acerca de los efectos del neocapitalismo sobre la pirámide alimentaria del trabajo basura. En su agresiva diatriba contra la dictadura del hombre blanco, la ópera prima de Boots Riley, activista político y cantante de hip-hop, es prima hermana de la excelente “Déjame salir”, de Jordan Peele, no solo en su habilidad para cambiar de registro y de género sino en la manera en que aborda la cuestión afroamericana en una sociedad que lleva el racismo en su código genético. Uno de los hallazgos más brillantes de la película es que su protagonista, que vive en un garaje al borde del desahucio y empieza a trabajar en una empresa de telemarketing de rigor kafkiano, inicia su carrera hacia el éxito imitando la voz de un blanco para vender sus productos. A partir de ese momento, a Cassius (espléndido Lakeith Stanfield) le cuesta desprenderse de su atiplado míster Hyde, y parte de la fuerza cómica del filme, por otro lado muy perturbador, es la manera en que maneja las mutaciones de la voz y el cuerpo para significar la esclavitud a la que parece estar predestinada la clase obrera.
La virulencia de “Perdona que te moleste” se amplifica porque está ambientada en un futuro muy, muy cercano, que se parece peligrosamente a nuestro presente. El programa televisivo de más éxito es un concurso de palizas sangrantes, hay una empresa que te da cobijo y manutención precarias si trabajas gratis para ellos hasta el día de tu muerte, y para acceder al cielo de los Megacompradores hay que ingresar un código de seguridad en el ascensor de tantas cifras como tiene el número pi. Todo es ajeno y reconocible a la vez, como si la pesadilla de la economía corporativa que aplasta nuestra voluntad día si, día también, fuera un documental hecho en otro planeta. La desatada creatividad de la película, que deriva hacia el terreno de la fábula conspirativa con pinceladas de cine de horror, convierte su visionado en una auténtica montaña rusa. Puede ser que a Riley se le vaya un poco de las manos el material con el que trabaja, pero nunca hay que condenar a un cineasta por saltarse las normas sin protección. En tiempos tan profilácticos como los que nos ocupan, es de agradecer que haya alguien que desenmascare la era del pensamiento único.
Lo mejor: Su virulencia política, articulada en un relato visionario e impredecible
Lo peor: No es recomendable para los refractarios al exceso de ideas
Crítica de “Nomad” : La pesada mochila de Bruce Chatwin ★★★✩✩
Dirección y guión: Werner Herzog. Música: Ernst Reijseger. Fotografía: Louis Caulfield. Gran Bretaña, 2019. Duración: 85 minutos. Documental. Filmin
Todo lo que tiene de perezoso “Nomad” lo tiene también de conmovedor. Al rememorar a Bruce Chatwin, escritor, viajero impenitente y alma gemela, Werner Herzog se piensa a sí mismo al final de un camino que ha hecho al andar. Por eso se emociona cuando habla de la mochila de Chatwin; él, el frío explorador teutón, también llora. Ahora la mochila pesa demasiado, y son los drones, con su vuelo elegíaco, de halcón milenario, los que filman la Naturaleza que antes cortaba a machetazos. Recuerda la sinergia metafísica con Chatwin, la inagotable curiosidad que ambos compartían por canciones aborígenes ignotas y cuevas de sueños olvidados, y parece añorar con él la época en que rodó “Donde sueñan las verdes hormigas”, “Cobra verde” y “Grito de piedra”, acaso el periodo más oscuro de su filmografía, el más antropológico, tampoco exento de leyendas que Herzog aprovecha para contar como si fuera un viejo marino jubilado. Siempre está bien escucharle, aunque a sabiendas de que el tiempo no ha pasado en balde.
Lo mejor: El cariño que emana el documental, y su tono elegíaco y crepuscular
Lo peor: Es demasiado convencional para los estándares de Herzog
Crítica de “Velvet Buzzsaw” : El arte es un lugar peligroso ★★★✩✩
Dirección y guión: Dan Gilroy. Intérpretes: Jake Gyllenhaal, René Russo, Zawe Ashton, Toni Collette. Estados Unidos, 2019. Duración: 113 min. Sátira de terror. Netflix
Algo tiene el mundo del arte -como el de la moda- que lo hace diana perfecta para la parodia. Es un universo de apariencias y espejismos que se derriten bajo el peso de una retorica vacía, fútil, a la que le gusta ocultar que está controlada por esa especulación capitalista que a menudo hunde o encumbra por capricho. Eso dicen sus detractores, entre los que parece contarse Dan Gilroy (“Nightcrawler”). La sátira de “Velvet Buzzsaw” es, por tanto, facilona. Menos previsible es su deriva ‘trash’ hacia la película de terror, durante la que todos los que han mercadeado con la obra de un pintor maldito acaban muriendo de formas harto creativas. Es una pena que no sintamos simpatía por ningún personaje, pero el filme resulta lo suficientemente extravagante (aunque podría haber ido un poco más lejos, como “The Neon Demon”) y es un inquietante retrato de una ciudad como Miami, todo luz que deslumbra para que la sangre de sus victimas no importe.
Lo mejor: Todas las muertes, que tienen algo de posesión demoníaca por parte de las formas y texturas del arte
Lo peor: La sátira es facilona, y a veces se toma demasiado en serio a sí misma