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El patio de Triana

Se cumplen 40 años de «El patio», una obra maestra del rock en español que demostró que para trascender era necesario hacer música que perteneciese profundamente a su tiempo y a su espacio

El patio original en el que se basó la portada del disco
El patio original en el que se basó la portada del discolarazon

Los mejores discos de la historia en España se han logrado siguiendo una máxima sencilla: pertenecer profundamente a tu lugar y tu tiempo para lograr ser universales y atemporales. De Serrat a Radio Futura, ya se pueda oler el Mediterráneo o arda la calle, las grandes obras son las que sirven como catalizador de una identidad y la llevan muy arriba. Hace 40 años, en 1975, se editó en España «El Patio» de Triana, una de esas piezas maestras que sentaron las bases de un género, el rock andaluz, que tuvo derivaciones y repercusiones hasta en el flamenco, y que marcó a una generación por su hondura y autenticidad. El álbum, primer paso en la carrera de la banda andaluza, aparece reeditado en vinilo y CD con material en directo en el 40º aniversario de su publicación.

Antes de Triana ya existían Smash, pero el productor de «El patio», Gonzalo García Pelayo, señala que aunque Smash eran interesantes, «lo suyo era la yuxtaposición del rock y el flamenco, pero quienes hacen finalmente la fusión son Triana». Los sevillanos ya viven en Madrid cuando conciben el disco y hasta graban un single con Teddy Bautista antes de llamar a la puerta de García Pelayo, que tenía total libertad para fichar nuevos grupos en el sello Movieplay, siempre que el presupuesto fuera cortito. Los tres miembros originales, Jesús de la Rosa, Juan José Palacios «Tele» y Eduardo Rodríguez –los dos primeros ya fallecidos– pácticamente tenían el disco hecho. «Recuerdo que antes de conocerles, ya hablábamos que lo de Smash estaba muy bien, pero que así no íbamos a ninguna parte. Porque hacer primero una canción como Jimi Hendrix o Mothers of Invention y luego un tema flamenco no funciona. En el fondo, estás haciendo música de tu tiempo, pero no de tu espacio, que es España, Andalucía, Sevilla –señala García Pelayo–. El primero que supo fusionar la forma de música rock que le gustaba, que era la de Traffic y King Crimson, con la poética andaluza, no sólo del flamenco, sino de Falla también, ése es Jesús de la Rosa».

Un doble mensaje

En este álbum, el primero de su grupo, De la Rosa dejó un mensaje, un doble sentido en el título de una de sus canciones más conocidas, «Sé de un lugar», que puede interpretarse de dos formas: «conozco un sitio», o bien como imperativo o consejo, «pertenece a tu territorio». Aunque parece claro que el sentido de la letra es el primero, la mezcla de estilo de escritura, a mitad de camino entre una copla y «Strawberry Fields Forever» es una muestra del genio creativo del grupo sevillano. Temas como «Abre la puerta», «Luminosa mañana», «Recuerdos de una noche» y «En el lago» funden la guitarra flamenca y los punteos eléctricos con vaharadas lisérgicas y los largos desarrollos. «Ellos conocían lo que estaban haciendo sus contemporáneos, desde Lole y Manuel a Paco de Lucía, al que respetaban muchísimo y al que Eduardo siempre tiene en la cabeza cuando toca», comenta el productor. Aunque otra cosa los hace únicos: Tele es capaz de interpretar bulerías a la batería, algo nunca visto, o de marcar los ritmos como si fueran tambores de Semana Santa. «Es algo casi hindú», describe Gracía Pelayo. Por cierto que, hablando de lugares, los Triana no vivían en Sevilla cuando estaban grabando este álbum, sino en Madrid. «Exacto, pero sabes que hay un Madrid que es sevillano por los tablaos y de la gente que está aquí trabajando. Ellos vivían a las afueras, y estaban bien, pero sus raíces estaban clarísimas». Los orígenes: los del patio de la portada, en Triana. «Jesús era de la Macarena y Tele de la calle Pureza, en Triana. Y se impuso el barrio de Tele, que era el más simpático y peleón. Las broncas entre ambos eran legendarias, pero Jesús le trataba con cariño, le hacía gracia que Tele se le enfrentase con ese genio, siendo tan pequeño de estatura».

Hay otro factor esencial en la música de Triana, los estupefacientes. El hachís es casi un instrumento más del grupo. «No se puede negar. Marcó ese disco y toda su carrera, les llevaba a momentos oníricos y no hay duda de ello. Era algo que aportaba unidad al grupo y a sus creaciones, por no hablar de los camerinos, donde lo pasaban muy bien. También debía de haber algo de LSD. Me contaban que experimentaban con ello y lo aplicaban a las canciones dotándolas de un viaje interno que a veces era bueno y otras, malo. En ese desarrollo había tensión, la célula de su arte. La base consistía en intentar expandir la percepción que tenían del mundo, algo similar a la visión que tiene un enamorado, que es diferente de quien no lo está y que también se puede convertir en una droga», dice el productor, que asegura que nunca estuvo interesado en compartir «viajes» con Triana. «Mi papel no fue más que dejar que se expandiera su genio. El disco estaba muy preparado y yo he intervenido a fondo en otros discos, pero en éste no lo consideré necesario. Entendí que el artista no necesitaba ningún retoque y, para ser sincero, recuerdo que durante la grabación pasaba mucho rato jugando con una maquinita de ajedrez electrónico que me había comprado», dice García Pelayo revelando una inclinación por el juego que después le haría célebre por saltar la banca de las ruletas en varios casinos.

Sin embargo, la primera liquidación que generó «El patio» fueron 19 copias. «Nadie le hizo caso. Ni la crítica ni el público, porque era algo bastante avanzado. Ése es todo el mérito que me puedo apuntar, el de ser el único que vio que el disco era excepcional. También el de promocionarlo, porque llegó el boca a boca, pero costó mucho. En los medios, sólo Carlos Tena y Moncho Alpuente ayudaron a difundirlo. Hubo una primera actuación histórica en un club de Madrid que se llamaba M&M. Era una época en la que había demanda de música de calidad, aunque no fue hasta que entramos a grabar el segundo disco que yo ví que podía haber un éxito. Pensé, ingenuo de mí, que el segundo podía vender 15.000 copias, pero vendió diez veces más. Y ‘‘El patio’’ también». El fenómeno Triana sumó multitudes porque en torno al grupo se creó una mística, «un sentido de comunión, una devoción casi religiosa. Hubo un concierto en el Parque de Atracciones de Madrid en el que la entrega del público fue absoluta. La gente lloraba y muchas de esas personas con el tiempo se siguen acordando de Triana, me siguen parando para decirme que este disco les cambió la vida». La crítica, en cambio, permaneció al margen. «Decían que el segundo no era tan bueno como ‘‘El patio’’ algunos periodistas ¡que nunca escribieron del primero! Tenían razón en eso, pero se percibía cierto complejo de culpabilidad por no haberse dado cuenta de lo buenos que eran al principio. Habían llegado tarde y pensaban que lo mejor era decir que tampoco eran para tanto, así que anteponían todo el asunto de la nueva ola porque sí que era su producto, por decirlo de alguna manera». Lo cierto es que Triana, después de tres discos con un pie en el flamenco, también se dejaron seducir por la Movida y por la aparente modernidad de las nuevas influencias y siguieron otro camino creativo. Nadie puede saber qué habría ocurrido con esa fase de su carrera, porque Jesús De la Rosa falleció en 1983 en accidente de automóvil, regresando de un concierto benéfico. de ese golpe nunca se repusieron.

Una revolución en España

La repercusión del disco tuvo sus ecos en artistas como Raimundo Amador, Kiko Veneno y también en Camarón. «Claro. Camarón graba su famoso disco, su obra maestra, ‘‘La leyenda del tiempo’’, no con Triana, pero con el grupo hermano de ellos, que es Alameda», dice García Pelayo, que se refiere a Manolo y Rafael Marinelli, Pepe Roca y Manolo Rosa. «Bueno, se debe a eso y a la producción de Ricardo Pachón, que en cierta manera es quien en realidad ya había hecho las primeras cosas, y que somos como hermanos de ideas. A Camarón le afectó mucho escuchar a Triana, porque fue una revolución», dice el productor, que, en cambio, no cree que hubieran sido exportables. «Ni siquiera en Latinoamérica. Es tan español que no había esa sensibilidad. Aunque haya coleccionistas muy entendidos que lo valoran, no como aquí. Su llegada fue arrasadora. Cambió la historia».