Cooper: “Lo dejo porque mi música no despierta interés”
Líder de Los Flechazos y de Cooper, editor y agitador cultural, Álex Díez pone fin a su carrera sin reproches.
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Líder de Los Flechazos y de Cooper, editor y agitador cultural, Álex Díez pone fin a su carrera sin reproches.
Mañana se despide de los escenarios, en Madrid, un gran músico y quizá el último representante de una cultura. «Que no, que no, que le va a venir muy bien a la escena, que yo era como un tapón. Va a haber bandas que busquen llenar mi hueco», dice Álex Díez, líder de Los Flechazos y de Cooper, una leyenda que deja la música después de 35 años, con todo el aforo vendido de la Sala But desde hace meses. «El otro día, en León, terminó todo el mundo llorando. En Madrid va a ser muy emotivo, pero la música lo cura todo y esto también lo curará».
–¿Qué siente?
–Es la fecha que todos estábamos esperando y la que nadie quiere que llegue, pero estoy tranquilo. He disfrutado de una gira de despedida, ha sido una fiesta y una celebración y tengo inquietud porque no sé cuál será mi reacción en Madrid. Es un decisión tomada en frío y meditada.
–¿Por qué lo deja?
–La gente se sorprende y yo de que ellos se sorprendan, porque llevo 35 años en la música y toco en salas para 80 o hasta 200 personas, pero no más. Son señales clarísimas de que mi música no despierta interés, que el mundo ha cambiado mucho y que ya no hace falta que siga actuando. Pienso en mis grupos favoritos y el último disco de los Rolling Stones que me gustaba es el «Tattoo you», que es del 82. No llevaban ni 20 años tocando, y yo 35. Veo clarísimo que mi carrera musical está amortizada. Podría seguir haciendo canciones y discos, pero ¿qué sentido tiene? Si además, la mitad de la sala quiere oír «La chica de Mel», que es de hace 30 años... No le interesamos ni al público generalista ni a los medios. Pero no lo digo con rencor ni tristeza, es que es normal. Ni yo tengo tiempo para mis grupos favoritos. El público mío es mayor y ya no sale tanto por la noche y el rock esta de capa caída... Yo me siento fuera de esto.
–Ese es un ejercicio de naturalidad y de sinceridad con uno mismo. Pero no sé si algo de amargura también siente.
–No te creas. Desde el momento en que digo que me voy a retirar no hay más que muestras de cariño. Los conciertos de despedida, todos «sold out». Le das a la gente una razón para que vengan y a veces eso es suficiente. Pero es que ¿por qué van a tener que venir a vernos a nosotros y no a las otras 2.000 bandas que hay? Me habría gustado que la trascendencia de mi carrera hubiera sido otra a nivel mayoritario. Me habría gustado no tener la sensación de irrelevancia que me ha perseguido en los últimos diez años. Pues claro que te lo confieso. Me tocó otro papel y lo he defendido con dignidad, pero ya ha sido suficiente.
–¿Esa etiqueta de grupo de culto, de ir al margen de la corriente era a su pesar?
–Totalmente. A mí me ha sorprendido haber acabado siendo un artista de culto porque yo pensaba que le iba a gustar a todo el mundo. Tocaba lo que veía en los programas de TV de «prime time», la música que me volvía loco. No era tan difícil ver a Elvis Costello en la portada de las revistas, o Tequila o Nacha Pop... Me mantuve en ese amor al pop y a su cultura, pero se fue arrinconando hasta convertirse en subterráneo. Hasta en los tiempos duros de Malasaña, cuando los Flechazos nunca fuimos entendidos en esos ambientes porque había una pelea contra nosotros en la que yo nunca perticipé. Pero es que no me mola nada ser un bicho raro ni esa leyenda de que yo hacía las cosas para ponérselo difícil a la gente.
–La impresión es que sus fans forman un grupo secreto.
–Sí. Y fíjate que lo que estoy pensando es que en el último concierto me voy a plantar en el escenario y lo que la gente va a querer escuchar son canciones que no van a sonar. No voy a tocar las viejas de Los Flechazos sino del último disco de Cooper. ¿Me dejarán elegirlas mi despedida o tendré que seguir siendo un karaoke humano que es a lo que me he resistido? La verdad es que no le he dado ese gusto a mis seguidores y mi personalidad creo que ha despistado a más de uno. Tengo un poso de tristeza por no darle a la gente lo que quería pero he sido honesto conmigo mismo.
–¿Es una persona difícil?
–Me considero el prototipo de artista que no ha tenido apoyo de la industria. Por la libertad se paga un precio y yo he sido muy libre.
–¿Ningún reproche?
–No es momento de reproches, sino de dar las gracias. He analizado los errores de mi carrera y estoy muy orgullos de ellos. El del sábado será un concierto de acción de gracias. Se vendieron todas en una semana en el mes de mayo y cualquier otro grupo habría ido a una sala mayor a hacer otra fecha. Nosotros no. Tiene que ser un concierto más. Si no, no sería honesto. Sería hacerlo por los billetes y eso no es una razón.
–¿Qué errores ha cometido?
–Cuando decidí que no iba a grabar más álbumes, en 2003. Y a los de Elefant les dije que solo singles. Estoy muy orgulloso de haber dicho que el formato del álbum estaba obsoleto, pero puede que lo hiciera demasiado pronto. Fue la tumba comercial de Cooper, que iba en línea ascendente y dejaron de prestarnos atención, porque si no sacas álbumes no eres grande.
–Cuando mira hacia atrás todas esas canciones, ¿qué ve?
–Me parece que es la cueva de Alí Babá, que va a ser un tesoro. Pienso que las generaciones del futuro lo descubrirán. Mi cultura viene de rebuscar en los cajones de segunda mano. Buscando discos de Los Salvajes y Los Cheyenes y Los Brincos o de bandas inglesas y sé que eso pasa, cuando eres pequeño y buscas algo distinto a lo que te plantan delante de los ojos. Creo que el paso del tiempo será generoso con mi música. Y que me pervivirá, aunque igual desaparece, y ya.
–El problema es el presente.
–En las últimas décadas siempre ha habido momentos de guitarras como la explosión «beat», la nueva ola, el «brit pop» y eso no ha vuelto a pasar, porque estamos en una época de posmodernidad en la que todo está mezclado y no hay estilos definidos y eso puede que nos haya perjudicado. Pero quedan las canciones. Y ahí nosotros somos ganadores.
–Deja huérfana una cultura.
–Me dedicaré a la Fundación Club 45, que se dedicará a la promoción y difusión de la cultura pop en Santa Colomba de Somoza (León). El objetivo es un museo, un archivo gráfico, y toda mi colección de revistas y actividades. Estoy muy ilusionado.