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Juan Bautista de Anza, el fundador de San Francisco que mató al comanche Cuerno Verde

La estatua de este notable conquistador nacido en Sonora, de familia vasca, ha sido una de las que se ha vandalizado en los últimos días
La primera expedición de Juan Bautista de Anza se desarrolló en 1775
La primera expedición de Juan Bautista de Anza se desarrolló en 1775LA RAZÓNLA RAZÓN
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Una de las estatuas que han sido atacadas en los últimos días ha sido la del conquistador Juan Bautista de Anza y Becerra, uno de los principales protagonistas de las campañas de reconocimiento y exploración de la California septentrional en el último cuarto del siglo XVIII. No obstante, se trata de un personaje casi desconocido. Nació en Fronteras, Sonora (México) en 1736 y falleció en Arizpe, Sonora (México) en el año 1784. Fue militar y gobernador. Era hijo de Juan Bautista de Anza y de María Rafaela Becerra. Por parte de padre descendía de los Anza, apellido guipuzcoano con consideración de hijodalgo. Sin embargo, hasta ahora muy pocas noticias se tienen de su infancia, exceptuando que, para algunos autores, quedó huérfano a los pocos años de edad, al fallecer su padre, oficial presidial, en un ataque apache de 1740. Como él, su hijo Juan Bautista eligió la profesión de las armas.
Su primera expedición de se inició a principios de 1774. Atravesó entonces los actuales territorios de Sonora y Arizona y las cuencas de los ríos Colorado y Gila y llegó al puerto de Monterrey el 1 de abril de ese mismo año. Así quedó trazada la ruta terrestre a la Alta California que los españoles habían estado buscando durante setenta años. En octubre de 1775 Anza emprendió su segunda expedición cuyo objetivo era llegar al puerto de San Francisco para instalar allí un presidio, una Misión y un fuerte militar con los que frenar el avance de los rusos desde Alaska, además de explorar su Bahía.

Tácticas indias

Alcanzó su mayor éxito en su expedición a las costas de California, llegando hasta la Bahía de San Francisco y fundando en ella una misión, origen de la ciudad actual. Gracias a su brillante carrera, le nombraron gobernador de Nuevo México, un cargo realmente difícil, ya que los indios de la zona se habían levantado en armas contra la dominación española.
En 1778 Anza, recién nombrado en su cargo, se encontró con la difícil tarea de terminar con los continuos ataques de los comanches, tribu de una enorme fiereza acostumbrada a los constantes ataques a los colonos. Estos estaban liderados por un feroz guerrero, llamado Cuerno Verde por el color de los cuernos de búfalo que lucía en su tocado de guerra, un guerrero de una fiereza inusual a quien solamente alguien con la pericia de Anza podría plantar cara y derribar.
Utilizó para que mordieran el polvo sus mismas tácticas, penetrando con una expedición en territorio enemigo y atacando por la retaguardia con la derrota comanche en lo que hoy es Colorado Spring. La comitiva optó por avanzar durante la noche para no ser visto y evitar el ruido de las pezuñas de los caballos estas fueron envueltas en tela y cuero: ni se oían ni dejaban tras de sí rastros de polvo a su paso. Aunque la batalla definitiva se libró en septiembre cerca de la zona conocida como Pueblo. El propio Anza narró así la muerte de su duro adversario: «Infiero que su muerte se la causó su propio arrojo, valor o desprecio, que quiso hacer de nuestras gentes cevado de las muchas ventajas que siempre había conseguido sobre ellas por los desórdenes que siempre se han gobernado en la guerra».

Fallecimiento repentino

El lugar donde se libró la batalla pasó a llamarse Los Dolores de María Santísima. Cuerno Verde se vio atrapado en un cañón al sur de lo que es hoy el estado de Colorado y ante la inminente derrota, prefirió avanzar para que le acribillaran los españoles en lugar de huir, con él murieron su hijo y la mayor parte de sus hombres. Cuenta la leyenda que el explorador de antepasados vascos decidió llevar el tocado del jefe comanche hasta la misma Roma y ofrecérselo al Papa. Sin embargo, la historia parece más propia de un relato fílmico que de la realidad.
Después de llevar a cabo una revisión de las tropas en este último y habiendo retornado a su casa de Arizpe (Sonora), fallecería repentinamente el 19 de diciembre de 1788, siendo enterrado en la catedral de dicha ciudad, concretamente en la capilla de Nuestra Señora del Loreto. Había llegado el final, para uno de los personajes fundamentales en la historia de la que iba a ser una de las fronteras más complicadas de la futura nación mexicana.
Todos estos avatares se recogen en los “Diarios de las dos expediciones de Juan Bautista de Anza a la California Septentrional”, que se ha convertido en una valiosa fuente histórica para conocer muchos aspectos de la vida cotidiana de los españoles en Nueva España y las Californias, las relaciones entre el poder político y el militar y la necesaria cooperación entre militares y franciscanos españoles para explorar y consolidar la presencia de la Corona en los territorios de Nueva España. Ofrecen, además, una fiel descripción de la gran variedad de tribus indias (apaches, yumas, pápagos, pimas, seris, comanches, etc.) que poblaban los territorios de Sonora, Arizona y las Californias, sus peculiaridades lingüísticas y culturales, los vínculos establecidos entre ellas y su historia común, y la relación habitualmente cordial, salvo alguna extraordinaria excepción, entre estas tribus y los españoles, tanto de la Península como de las Californias y Nueva España.

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