Carlos Sadness, el músico que está fascinado con Jesús
Su nuevo álbum es un trabajo vitalista y luminoso y participará el 22 de julio en el festival Abre Madrid
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Cuando fue a presentar a Colombia sus canciones, a Carlos Sadness (Barcelona, 1987) le presentaron en una radio con una descripción física para los oyentes: «El locutor dijo de mí algo así como que yo me parecía a un Jesús Tropical. Y me gustó que tuvieran esa impresión de mí, me hizo gracia». Le sucedió más veces y terminó por concebir un alter ego que le da título al nuevo trabajo que acaba de publicar «Tropical Jesus», en inglés, una especie de «Personal Jesus» a lo Depeche Mode: «(Ríe) Sí, es un homenaje a la cultura popular creada en torno a la figura de Jesús, que yo respeto y admiro, a lo largo de los siglos», explica el artista, que, con su cuarto álbum, busca un sitio entre los grandes en España.
«Me gusta esa idea de reinterpretar el personaje. Quiero decir que yo soy ‘‘superfan'' de la figura de Jesús y había algunos que me decían si no sería ofensivo para alguien. Y yo digo que lo contrario, que es un personaje que me fascina. Que tiene una parte mística y un lado histórico súper relevante», explica. «Me gusta mucho y lo he destacado como personaje fascinante. Todo el mensaje de amor me encantaba. Lo considero como un revolucionario pop», añade Sadness, que tomó el personaje como una excusa, pero que no lo convirtió en el narrador de una historia. «Cada canción es independiente y, en algunos casos, retrata un tipo de persona o una situación. Están escritas desde el humor y el sarcasmo». En «El gringo», por ejemplo, canta que no pertenece a ningún lugar. «Es una exageración, pero a veces uno lo siente. Más que no ser de ningún lugar, pienso que ningún lugar me pertenece. Uno, a lo largo de la vida, si tiene la suerte de viajar y conocer lugares, quiere ser un poco de todos ellos, porque en ellos vives cosas que te emocionan. Vas a un lugar perdido de cámping y vivies algo bonito y te sientes un poco de allí, o vas un día a un concierto a una ciudad y la experiencia es tan potente que te hace ser de allí. Pero también he nacido en Barcelona y he estado muchísimo tiempo en Aragón, así que ¿de qué lugar es uno? Del que le emociona. Y esa canción de lo que habla es precisamente de eso, de no pertenecer a ningún sitio ni que te pertenezcan a ti», comenta.
Un mundo sin «ahorita»
Otro ejemplo es «Ahorita», un tema sobre un concepto fascinante. «Es una palabra maravillosa y se merecía un tema. Los mexicanos y los colombianos no son conscientes de que no tenemos la palabra ahorita y ellos me preguntan: ¿y cómo lo dicen? Les parece imposible concebir un mundo sin ahorita y eso me llevó a escribir la canción de una temática más ligera». El problema es que te dicen ahorita y a lo mejor pasan tres horas... «O no sucede nunca. Me encantaba ese concepto de lo inaproximado. Lo flexible que puede ser el tiempo y la paciencia ante una palabra que abarca una medida temporal absolutamente infinita y abstracta», señala.
El disco cuenta con la colaboración de Crystal Fighters, que está pensada para poder cantar juntos en los muchos festivales en que coinciden. «Nos pasa muchas veces, es curioso. La canción se llama ‘‘El simpático'' porque a uno de ellos le dijeron que tenía cara de simpático en Barcelona. Y decidimos hacer una canción de alguien a quien toman por majo pero resulta que es un canalla y un cínico. Y acabó surgiendo la letra en ‘‘spanglish'‘. Hoy se hacen muchas colaboraciones, pero yo quiero que sea un cruce artístico honesto y no una cuestión de marketing».
Tanto a los británicos como a Sadness se les asocia con un sentimiento como la alegría. «Bueno, eso es algo muy subjetivo porque hay gente que me dice que mi música le pone de buen rollo y otros que les acompaña en la tristeza. Creo que tiene un poco de ying y de yang, pero es verdad que yo soy una persona bastante optimista». Menos desarrollado está su lado espiritual, que los Cristal Fighters sí preconizan. «Yo te diría que soy más bien realista, y de hecho hay un par de canciones irónicas al respecto. Contemplo la eternidad desde un punto de vista lógico y, desde luego, no dejo las cosas en manos del destino ni del azar, sino que trato de responsabilizarme de él».