Manuel León, el pintor que reza delante de «Las Meninas»
Color, mucho y trabajo que rebosa por los pliegues de la tela. La nueva obra que presenta en la galería Javier López & Fer Francés es «Historia de un silencio». Y eso que él no se calla. Lo advertimos
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A cuatro metros de altura se ha subido Manuel León, que nació en Sevilla en 1977, para pintar el mural que la da la bienvenida al nuevo espacio de la galería Javier López & Fer Francés en el barrio de Chamberí. Se ha subido al andamio y lo ha dejado niquelado. Ha llenado las paredes de costillas de Adán. Y de color. ¿Cuesta empujar la puerta de una galería de arte? «Es que parece que hubiera un telón de hielo», responde con un quiebro. «Historia de un silencio», que es como se llama este proyecto, toma su nombre de un libro de Anton Corbijn: «Yo lo relaciono con el hecho de que cuando pintas es como cuando estás rezando, te concentras. Y en estos años es como he estado, concentrado», asegura. Dice que él comunica pintando. Y desde luego es así porque su obra posee fuerza. Mucha: «Hay artistas que cantan, que tienen su técnica pero que no transmiten nada. Eso me lo dijo un amigo. Y a mí me ocurre lo contrario. Eso también me lo dijo él». Desde que estaba en segundo de carrera lleva exponiendo, y ahora es cuando reconoce que empieza a irle bien, «ahora sí puedo vivir de la pintura». Que no lo diga muy alto León, que luego todo se sabe.
El confinamiento se le ha hecho, como a casi todos, largo y extraño: «Al principio tenía bastante miedo. Me metía en casa y no salía. No me encontraba, no podía pintar ni leer y me agobiaba. A los 15 o 20 días comencé a pintar acuarelas y me he encontrado con una serie de 12», un trabajo con nazarenos y ventrílocuos. Curioso. «Hay que tener espíritu crítico y no ideología», suelta.
La inspiración es currar
¿Hay mucha pose en el mundo del arte?, le preguntamos. «Mucha, mogollón. Es lo que la gente espera que sea un artista. Y yo, mira, me veo más como un funcionario de la pintura. Llevo una vida de albañil total», confiesa. Y sigue: «Parece que tienes que ser un poco raro y decir cosas supertrascendentes. ¿Por qué? Es la voz que se le espera al artista, una excentricidad, mira. ¿Y eso de la inspiración existe? «Eso es currar cada día, coño». Y explica que cuando alguien se para delante de una obra que le es ajena «no se atreve a decir que no la entiende. Y el arte para ser percibido necesita participar y no ponérselo difícil a la gente. El artista no le ha allanado el camino al sistema».
Manuel León confiesa que sabe que tiene mano, «pero me veo muy torpe en el estudio. Ahí es donde me asaltan las dudas», señala. Hablamos del arte español y de cómo se ve fuera de nuestras fronteras y cuenta que es ahora cuando empieza a recuperar esa proyección: «Los artistas españoles han querido tener un lenguaje internacional y tenemos mucho, pero mucho aquí para presumir. Yo me pongo a rezar delante de ‘‘Las Meninas'‘. una joya. Tenemos una barbaridad de cosas buenas y no presumimos de ello, una cultura riquísima que no valoramos. Me considero muy amante de la tradición española. Siempre tiene que venir alguien de fuera a decirnos lo buenos que somos. Y eso no puede ser».
Las obras que ahora expone en Madrid están entre los 2.000 y los 35.000 euros, pero dice con un tono muy sincero que «yo no estoy muy pendiente de la pasta». Sus obras se quedarán en la sala de General Arrando hasta septiembre. Y lo que ha pintado en la entrada, también: «Tiene ese rollo efímero que posee el arte y que le aporta algo bastante especial».
Comerse la Semana Santa con papas
No ha llevado nada bien quedarse este año sin la Macarena y si el Gran Poder, «nos hemos comido con papas la Semana Santa, una celebración que tiene que ver con tus creencias y tu vida personal. Cuando me cruzo con las imágenes estoy viendo a mi abuela o a mi padre, me acuerdo de muchos momentos. Y no tenerla este año se ha echado mucho de menos».
Entre los clientes de nombre que tiene Manuel León está Sergio Ramos, a quien define como «muy contemporáneo y, también, un costumbrista andaluz. Un tipo que es muy Villalón y muy Chaves Nogales en las ganas de vivir. Los dos siempre miramos al sol», comenta. Descubre que era del Sevilla, pero que ahora es del Madrid, claro, que tiene dos hijos de 3 y 9 años, que no le importa mancharse para crear, que sus obras se han llenado de luz a raudales, que durante una época se ganó la vida cantando, que acaba de participar en un vídeo para recaudar fondos para familias que se han visto afectadas por la pandemia en Sevilla, que son unas cuantas, y que hay veces que dice cosas que suenan un poco «destroyer», pero que él es así. Y que no cambie. Se lo pedimos.