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500 años de la muerte a pedradas de Moctezuma

El fallecimiento del tlatoani a manos de los suyos derivó en la Noche Triste que expulsó a las tropas españolas de Hernán Cortés de Tenochtitlán
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Mucho nos extrañan ahora los saludos sin roces. Como mucho chocamos codo y a otra cosa. Pero hace 500 años, tras su llegada a México (Nueva España), Hernán Cortés vivió algo similar. El conquistador fue a encontrarse con Moctezuma en Tenochtitlán y no se tocaron. Parece que, según apuntan los historiadores, la ceremonia de la corte azteca impedía al tlatoani (emperador) no podía mantener contacto físico en estas liturgias.
Como ser superior, debía guardar cierta distancia. De esta forma lo describía Francisco Cervantes de Salazar en su “Crónica de la Nueva España”: “Era delgado de pocas carnes, la color baza, como de loro, de la manera que todos los de su nación; traía el cabello largo, muy negro y reluciente, casi hasta los hombros; tenía la barba muy rara, con pocos pelos negros y casi tan largos como un xeme; los ojos negros, el mirar grave, que mirándole convidaba a amarle y reverenciare”.
Aquella reunión se dio en noviembre de 1519, pero más redonda es la fecha de la muerte del azteca, de la que ahora se cumplen 500 años y de la que se han escrito varias versiones. Bernal Díaz del Castillo afirmó que, tras varios días de lucha en Tenochtitlán, los españoles pusieron a Moctezuma en la azotea para que hablase a su pueblo y negociase la salida de los colonos de la ciudad. Sin embargo, la intervención terminaría con una lluvia de piedras que ni los soldados que le protegían pudieron contener. Tres impactos en cabeza, brazo y pierna fueron suficientes para acabar con su vida: “Y Cortés lloró por él, y todos nuestros capitanes y soldados, y hombres hobo entre nosotros, de los que le conocíamos y tratábamos, que fue tan llorado como si fuera nuestro padre, y no nos hemos de maravillar dello, viendo que tan bueno era. Y decían que había diez y siete años que reinaba e que fue el mejor rey que en México había habido, e que por su persona había vencido tres desafíos que tuvo sobre las tierras que sojuzgó”, firmaba Díaz del Castillo.
Francisco López de Gómara y fray Francisco Aguilar también se decantaron por la opción de por “la pedrada de uno de los suyos”. Y, por su parte, el fraile de la Merced, en una versión igualmente recogida por Díaz del Castillo, apuntó que Moctezuma habría provocado un suicidio asistido a través de una sustancia que le paralizó sus funciones vitales. Mientras que los testimonios mexicas sostienen que Moctezuma ya estaba muerto cuando lo sacaron a la azotea.
Cambian los hechos si acudimos a fray Diego Durán, autor de “Historia de las Indias de Nueva España e islas de Tierra Firme”, que firma que Moctezuma fue encontrado muerto con una cadena alrededor de sus pies y cinco puñaladas en el pecho. La pérdida de autoridad del tlatoani ante los suyos había provocado la falta de interés español en su persona.
Ya sin vida, Moctezuma fue entregado a Apanécatl para que lo llevara a Huitzillan, Necatitlán y Tecpanzinco, de donde sería expulsado. Por lo que el cuerpo del azteca fue recibido y quemado en Acatliyacápan.

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