Un castillo del siglo XII que ha servido de pista de motocross, en la lista roja de patrimonio histórico
La asociación Hispania Nostra denuncia que el estado de sus ruinas, catalogadas de Bien de Interés Cultural, podría ser irrecuperable
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Tiene casi mil años de historia y su situación parece irrecuperable. El castillo de Carpio-Bernardo en Villagonzalo de Tormes (Salamanca) fue una plaza fuerte disputada entre castellanos y leoneses. Los romanceros y las tradiciones orales dan cuenta de su presencia desde aproximadamente el siglo IX aunque está documentada su existencia desde el XII. Hoy, apenas queda nada de la fortaleza, entre otras razones, porque los Reyes Católicos mandaron su derribo para evitar que fuera usado por los nobles en sus luchas. Pero los restos que se conservaban han sufrido un deterioro que podría ser irrecuperable, según han informado medios locales, porque lleva años sirviendo de pista de motocross y de quads. Está catalogado como Bien de Interés Cultural.
La asociación Hispania Nostra acaba de incluir el castillo de Carpio-Bernardo en la lista roja del patrimonio, la relación de bienes que están en riesgo de desaparición por la falta de conservación según su último informe publicado el 8 de julio, en el que la incluyen en los bienes en riesgo de desaparecer. A día de hoy, a penas se puede apreciar la planta rectangular, delimitada por torres y de los muros que en su tiempo se elevaban ya no queda más que los cimientos. Más de 800 monumentos están en peligro o en ruinas según Hispania Nostra.
La figura de Bernardo del Carpio tiene una historia mítico-literaria cimentada sobre un perdido cantar de gesta castellano, escrito de entre la segunda mitad del siglo XII y la primera mitad del XIII. Aunque algunos afirman que se trató de un personaje histórico real, ya que aparece por primera vez en la “Estoria de España” del taller de Alfonso X de Castilla, sobre su vida existen versiones contradictorias. Una de ellas cuenta que nació en el año 794, hijo ilegítimo de Jimena —hermana del rey Alfonso II— y del conde de Saldaña, Sancho Díaz. La leyenda cuenta que la misión de su vida fue lograr del rey Alfonso el Casto que libere a su padre, encarcelado en el castillo de Luna a causa de haber deshonrado a la infanta, demanda de la que nació el héroe y la narración del hombre que trata de restaurar el honor familiar.
Según la leyenda, Bernardo del Carpio fue criado por el propio rey pero el joven se rebela contra él al saber que Alfonso, sin heredero, quiere entregar el reino a Carlomagno. Así que marcha, junto al rey de Zaragoza, a luchar contra los franceses y mata a Roldán en Roncesvalles. Perdonado, regresa a la corte y descubre que su padre sigue encarcelado. Otra vez se alza contra Alfonso, quien, al final, le entrega al conde Sanz Díaz, su padre, pero muerto sobre un caballo. El héroe marcha a Francia, de donde regresa para instalarse en Ribagorza. Cervantes hablo de la historia en “La casa de los celos y selvas de Ardenia”. Según la leyenda, la espada de Bernardo del Carpio, llamada Durandarte (o Durendal), se la había quitado al mismísimo Roldán.
Por cierto que, del Castillo de Luna, donde según la leyenda estaba preso Sancho Díaz, tampoco queda mucho. Fue un bastión en la lucha contra las tropas del rey Almanzor y el califato de Córdoba y declarado Monumento Histórico en 1931. Ubicado en el acceso entre Asturias y León, también se encuentra en pésimo estado de conservación a pesar de que en el siglo X era la fortaleza más majestuosa del Reino de León, de ahí que fuera sede del Tesoro Real.