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Incoherencias y no solo musicales

La Razón

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Me van a permitir que en esta ocasión escriba este «En Solfa» fuera de la tonalidad, aunque espero no desafinar. Estoy convencido de que la mayoría de ustedes entenderán y bastantes hasta compartirán este pentagrama sobre los absurdos e incoherencias en los que nuestra querida España se encuentra sumergida. Hace unos días se ha presentado la programación del Palau de les Arts para la próxima temporada.
Un reputado crítico la ha calificado como impregnada del espíritu de la por muchos añorada, por mí entre ellos, Helga Schmidt. Gran temporada si la pandemia permite que se lleve a cabo en su totalidad. Ahora bien, hay algo que no se comprende o al menos que mi limitada inteligencia no logra entender. ¿Cómo es posible que no solo se prescinda en ella de Plácido Domingo sino que incluso haya desaparecido su nombre de la Escuela de Perfeccionamiento y en cambio se contrate a Daniele Gatti para un «Requiem» verdiano, un director acosado por problemas más documentados que los de nuestro admirado artista y que fue expulsado del Concertgebouw? ¿Acaso ser español es un agravante?
Pero es más, puestos a darle vueltas al tema, uno no puede menos de preguntarse cómo es posible que una cuestión de moralidad impida trabajar a un músico. Claro que, visto el panorama actual de derribo de estatuas, un día se acabará por derribar las de Wagner u otros grandes artistas pero posiblemente deplorables personas. Sí, se impide trabajar y se les pone una cruz a grandes artistas que no solo no han sido condenados judicialmente, sino siquiera imputados y, en cambio, tenemos en nuestros parlamentos como nuestros representantes a gente condenada o imputada que, además, no han dado un palo al agua, sin mérito alguno conocido. ¿Lo entienden ustedes?
Hace bien poco calificaba a Italia como un mal ejemplo musical para España, pero fíjense: Plácido Domingo estará en Verona, Gatti ha sido nombrado director musical de la Ópera de Roma y James Levine volverá a dirigir en el Maggio Musicale florentino tras años de ausencia en un podio. ¿Habrán entendido los italianos que no conviene mezclar churras con merinas? Y, ya que estamos, se me ocurren algunas preguntas más, esas que se salen de la tonalidad habitual de este «En Solfa», que quizá me puedan responder. ¿Cómo es posible que con más de tres millones de parados no haya quien recoja fruta y que se otorguen pagas sin trabajar? ¿Cómo es posible que se corte la luz a quien no pueda pagar un recibo y, en cambio, no se pueda cortar la luz a un okupa y el propietario legal haya de seguir abonando los recibos? ¿Cómo es posible que se hable de que peligran las pensiones y no las ayudas a quienes nunca cotizaron? ¿Cómo es posible que se pidan antecedentes penales para, por ejemplo, acudir a unas oposiciones y presos o encausados se puedan presentar o ejercer como diputados, senadores o altos cargos públicos? ¿Cómo es posible que organizaciones sindicales no se manifiesten ante el retraso en el cobro de los Ertes?...
Hasta hay quien dice, y vuelvo a la música con cierta dosis de humor negro, que se van a prohibir las figuras de nuestro pentagrama porque una nota blanca vale por dos negras. En fin, la lista de aparentes absurdos es tan inagotable que no sé si el país ha perdido el rumbo o yo estoy loco…

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