Desde una isla para luchar contra el olvido
El filme es una reflexión sobre la nostalgia y el miedo al olvido
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Director: Miguel Molina. Guión: M. Molina y José Luis de Damas. Intérpretes: M. Molina, Sandra Blakstad, Carlos Pulido, Saturnino García. España, 2019. Duración: 93 minutos. Drama.
Se llama como el director, Miguel, y también es actor. Un actor en horas muy bajas, un tipo que bebe y fuma demasiado, que trasnocha con amigos imaginarios o no, y que un día hace ya años abandonó a su hijo. Pero Carlos, ya mayor, decide regresar aunque lo maldice para saber luego que a Miguel le han diagnosticado Alzhéimer y un tumor cerebral. Miki Molina debuta en la dirección, con un giño en la en exceso presente banda sonora del filme, a su padre, don Antonio, con una cinta de excesos claros, hablamos de un debut, y alma hippie y rebelde. La nostalgia, el miedo al olvido y la decadencia del cuerpo, sin embargo, lo empañan todo y he ahí probablemente lo mejor de la película. Escenas como esa en que Carlos, tras perder a su padre por quinta, sexta vez una vez abandonan Madrid para instalarse en Ibiza (la nostalgia de tiempos pasados, dijimos), le dice, tras encontrarlo, que dónde estaba, que lo buscaron desesperadamente, y Miguel solo responde: «Ah, y yo...». Porque siente que se está perdiendo a sí mismo. El fantasma de un antiguo colega recorre esta cinta de aire ochentero (da la impresión de que Eusebio Poncela está a la vuelta de la esquina) que encalla en tanto comedia y tiene su más potente baza en esa relación de Miguel y Carlos, que paulatinamente van perdonando pecados y reconociéndose en el rostro del otro. Parece mentir0a que un tiempo de muerte y enfermedad sea, a la vez, tan precioso.