Galicia y los narcos: una historia aún por resolver
Arranca la Mostra de Ribadavia con «Fariña», el libro de Nacho Carretero que levantó ampollas y dio el salto a la televisión
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Una treintena de propuestas de diversa índole reúne este año el cartel de la Mostra Internacional de Teatro de Ribadavia, que dará comienzo hoy mismo. Capeando el temporal del coronavirus con estoicismo e ilusión, el director del festival, Roberto Pascual, ha logrado conformar un completo programa teatral –incluso habrá presencia de alguna compañía extranjera en un año tan complicado– en el que conviven espectáculos de diversa factura, lenguaje y propósito. Uno de los que puede despertar más interés en el variado espectro del público es «Fariña». La obra dirigida por Tito Asorey, a partir del libro de Nacho Carretero que inspiró también una exitosa serie televisiva en 2018, recala ahora en la ciudad orensana, dentro de su gira gallega, antes de que desembarque en septiembre en Madrid, concretamente en las Naves del Español.
Fuel el actor Xosé Antonio Touriñán, que ya participó en la serie, quien tuvo la idea de llevar a los escenarios el popular y controvertido libro de Carretero, en el que el periodista dejó impresa una pavorosa radiografía de la sociedad gallega en su relación con el narcotráfico en los años 80, tras la crisis económica y el desempleo que provocó la reconversión de la pesca. Pero la obra quiere ir mucho más allá de ese momento histórico concreto. «Lo que nosotros tratamos de decir es que aquello no ha acabado aún –nos cuenta el director de la función–. A pesar de las famosas detenciones que hubo en la operación Nécora, la realidad es que la droga sigue entrando en Galicia».
Tratando de escarbar en «la responsabilidad de la propia sociedad» en aquella tragedia, y de universalizar en cierto modo la reflexión más profunda que late en ella, Asorey y el dramaturgo José L. Prieto decidieron apartarse «radicalmente» de la serie. «La serie ya está ahí, y está muy bien; todos la hemos disfrutado muchísimo –explica Asorey, que también trabajó en ella como actor–. Pero creemos que el tema no se agota con la serie. Así que ahora damos otro punto de vista... más paisajístico. Aquí el protagonista no es Sito Miñanco, sino el propio pueblo de Galicia. Tratamos de hablar sobre todo lo que la fariña, es decir, la cocaína, construyó y destruyó en este país». Para plantear sobre el escenario ese punto de vista, el director también huye de la narratividad propia del lenguaje cinematográfico y recurre a códigos y herramientas puramente teatrales. «Digamos que hay un cierto distanciamiento brechtiano en nuestra propuesta –explica Asorey–. De hecho, jugamos incluso con que el público ya conoce la serie y conoce los hechos. Los personajes son en realidad los actores, que salen al escenario y nos cuentan la historia a su modo. A partir de ahí, echamos mano de distintas disciplinas teatrales para contar esa historia: hay partes más musicales, otras escenas que pueden llevar incluso al vodevil, videoproyecciones, hay humor negro, otras partes más dramáticas. Pero no es una obra melodramática, por así decirlo».
En resumen, un ejercicio artístico que Asorey, «agradecido con la productora», dice haber realizado como muchísima libertad: «Es un privilegio hacer un espectáculo que tenga visos de ser comercial sin que haya que claudicar en lo artístico. Es uno de esos proyectos que aparece pocas veces. Ha sido un lujo y un goce hacer este espectáculo».
Además de Xosé A. Touriñán y del propio director, Tito Asorey, hay otros dos intérpretes dentro del reparto de Fariña que también participaron en la conocida serie televisiva; son Cris Iglesias y María Vázquez. Los integrantes del reducido elenco, que se completa con Marcos Pereiro y Sergio Zearreta, asumen el reto de incorporar cerca de 40 roles; pero su trabajo no consiste tanto en entrar en la identidad concreta de personas reales como en crear un auténtico mapa humano.