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Ópera

Lissete Oropesa hace historia en el Teatro Real con un bis en “La traviata”

La soprano, que repitó el aria "Addio del passato", puso al coliseo de pie al salir a saludar

Lisette Oropea como Violeta Valery en "La traviata" del Tearo Real
Lisette Oropea como Violeta Valery en "La traviata" del Tearo RealJavier del RealJavier del Real

Durante un momento, durante más de dos horas, el Teatro Real ha vuelto a ser esta noche el de antes, antes de la nueva normalidad, ese día a día terrible con el que no ganamos para sustos. Con el patio de butacas mermado por el zarpazo de la pandemia el coliseo ha vivido una de sus noches de gloria, qué duda cabe. Se barruntaba que Lissete Oropesa, la soprano que en cuatro de estas 27 funciones que mañana echan el cierre ha dado vida a Violetta Valery, estaba rondando el bis. Que el público quería, deseaba con toda sus fuerzas que la cantante repitiera un aria que no podía ser otra que la inmortal del tercer acto “Addio del pasato”. Y así sucedió. Tras acabar de cantarla el público, con una fuerza inusitada, aplaudió hasta que la situación ya era imposible de vadear sino con una repetición que agrandara la figura de una artista que ya de por sí es grande, muy grande, a pesar de su apariencia frágil.

Maestro, músicos y cantante sabían que había llegado el momento de volver a cantar el aria, que ese calambrazo que dicen se siente entre público y quienes están sobre el escenario se había descargado y que el bis se iba a producir. Y así fue como el primero post pandemia se producía en el único teatro en todo el mundo que ha levantado el telón en estos tiempos de incertidumbre total. El titular está aquí y la cantante ya ha hecho historia, ya ha pasado a engrosar la del Teatro Real. Y nuevamente ha sido Verdi, que ya le ha dado más de una y de dos noches de gloria a este coso con un bufón tan inmenso como el que interpreta cuando Leo Nucci, ese barítono de oro cuya piel está cosida a un personaje, se transmuta en Rigoletto.

Oropesa solamente ha cantado cuatro funciones. Esta era la última suya, con el ministro de Cultura y Deporte como testigo desde su butaca. No podía haber elegido una noche mejor. Ha habido cinco Violetas que se alternando noche tras noche para agrandar aun más la leyenda de la ópera y de un título imperecedero. Esta noche el Real ha vuelto a ser lo que era meses atrás, se ha respirado ese aroma que emana de un género total. Poco ha importado que su amado no estuviera al lado para tomarle las manos a esa mujer descarriada y moribunda. Una lección que nos ha enseñado una noche más que lo fundamental son la música y la voz, aunque la escena esté a medio gas o se mida en un espacio dos metros cuadrados.