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Por qué tienes que ver... “Stargirl”: una superheroína entre el bien y el mal

Los dioses y semidioses de esta serie juegan en un patio de recreo especialmente diseñado para los fans más glotones
Jace Downs
La Razón

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La acción de «Stargirl» arranca en una traumática víspera de Navidad durante la que el Bien y el Mal pugnan, cómo no, por el alma del mundo entero: «Una generación dorada de héroes protegió el mundo durante décadas. Diez años atrá, esta era gloriosa terminó». La mala noticia es que el primer asalto lo ganan las fuerzas de las tinieblas. La buena es que la llama de la bondad encuentra nuevos portadores. La esperanza se deposita ahora en el despertar de la heroína que pone título a la serie, una joven estudiante que se asociará con otros alumnos de su instituto para que el Bien se cobre su merecida revancha.

Amplio repertorio

Los amantes de los relatos de superhéroes están de suerte puesto que, no cabe duda, ese tipo de relatos épicos nunca habían gozado de tanta relevancia cultural como la que tienen ahora. «Stargirl» es la nueva estrella que aflora de una constelación de historias y personajes que se han erigido, por méritos propios, en una especie de Olimpo moderno. En esta ocasión, los dioses y semidioses juegan en un patio de recreo diseñado para satisfacer el hambre de los fans más glotones: en esta serie hay sitio para habilidades telequinéticas, varas que escupen rayos de energía, magos y hombres de hielo, músicos capaces de controlar la voluntad ajena con sus instrumentos, guaridas secretas e incluso robots gigantes siempre prestos a hacer una entrada triunfal en el momento más crítico.

Garantía DC

El que ésta despampanante ficción plantea, pues, es un rico y variopinto ecosistema de héroes y villanos avalado por el sello DC Comics, una de las factorías líderes en el firmamento superheroico. Y su saber hacer se ve aquí potenciado tanto por el músculo financiero de Warner Brothers, que permite a «Stargirl» exhibir una factura que tiene muy poco que envidiar de las de las grandes superproducciones cinematográficas, como por el talento de Geoff Johns. Productor de la serie y guionista de buena parte de los episodios, Johns es tambien el creador de «Courtney Whitmore», cómic original en el que la serie se basa; y su talento con la escritura y el pincel también quedó demostrado en su trabajo para otras historias de mitos como Supeman, Aquaman, Flash o Green Lantern. A lo largo de «Stargirl» queda clara la habilidad de Johns a la hora de gestionar una narración serializada, de hacerla avanzar combinando elementos de misterio y giros argumentales deliciosamente enrevesados. El resultado es una ficción concebida como un cuento que nunca acaba… y que, por supuesto, atrapa. Y sí, habrá segunda temporada.

El corazón de Estados Unidos

«Stargirl» nos invita a poner los ojos lejos de núcleos urbanos como Nueva York o Los Ángeles, en la remota Nebraska y en concreto en el ficticio Valle Azul, una comunidad pequeña y aparentemente idílica destinada a entrar en los libros de Historia de Estados Unidos. Estamos en pleno mandato de Donald Trump, presidente empeñado en dejar claro que ese territorio tradicionalmente ignorado conocido como Medio Oeste americano en realidad puede ser la pieza esencial para entender la compleja idiosincrasia estadounidense. Así, el instituto donde se produce el camino iniciático de los héroes y villanos en potencia que pueblan la serie funciona también a la manera de laboratorio social donde se plantean en miniatura las tensiones intergeneracionales y la diversidad racial y cultural sobre la que se levanta la nación americana. Hablamos, pues, de una fantasía de género fuertemente arraigada en la realidad donde ha sido concebida.

La valía del escudero

Aunque los jóvenes no se cansen de decir que son seres autónomos, es de sobra sabido que necesitan la influencia de un adulto para que su situación no se desmadre más de lo deseable. En ese sentido es esencial la presencia en el reparto del actor Luke Wilson, secundario de lujo que aquí, ejerciendo labores de niñero glorificado, aporta la calma necesaria para contrarrestar la efervescencia adolescente. A través de sus intervenciones, tanto los protagonistas como el espectador entenderán la importancia vital del escudero, ese personaje en la sombra cuyo conocimiento y experiencia vital ayudan al caballero a vencer en el campo de batalla.

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