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Las victorias olvidadas de España: Krasny Bor, la última gran batalla de la Infantería

La resistencia de la División Azul ante el Ejército Rojo evitó que el frente del norte quedase copado por las tropas soviéticas
© Jordi Bru Photographywww.jordibrufotografo.com
La Razón

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El 10 de febrero de 1943 el Ejército Rojo desencadenó una enorme ofensiva en las proximidades de Leningrado. Embriagados por sus recientes victoria de Stalingrado y en la Operación Iskra los soviéticos prepararon una serie de ataques combinados para aniquilar al Cuerpo de Ejército Norte alemán, la Operación Estrella Polar. En los arrabales de Leningrado los españoles guarnecían un frente muy extendido, ocupando el centro del dispositivo defensivo español los batallones I, II y II del Regimiento 262 de la División Azul, reforzado por el Batallón de Reserva Móvil 250, apodado la «Tía Bernarda», el Grupo de Antitanques 250 y un batería alemana de cañones Flak del 88.
El objetivo del Estado Mayor soviético era romper el frente alemán para crear una enorme bolsa en la debía ser aniquilado el cuerpo de Ejército del Norte de la Wehrmacht. Los soviéticos decidieron romper el frente por el sector de las fábricas de Kolpino, zona guarnecida por algo más de dos millares de españoles del 262 del coronel Sagrado. Los divisionarios ocupaban un frente muy extenso, con forma de U, en cuyo fondo estaba el villorrio de Krasny Bor, estando en el lado izquierdo una línea de trincheras junto a la rivera del río Ishora y en el derecho una elevación artificial sobre la que discurría una vía de tren.

Una noche muy fría

La noche fue muy fría y el suelo estaba helado bajo más de un metro de nieve. Cuando abrió el día comenzó un brutal bombardeo que convirtió el campo de batalla en un enorme barrizal repleto de cráteres, lo que dificultó el avance de los rusos. El ataque fue encomendado al 55º Ejército Soviético llevando el peso la 63º División de la Guardia apoyada en sus flancos por la 42º y 72º Divisiones de Fusileros más una masa abrumadora de carros de combate. Mil cañones y una poderosa aviación machacaron el frente español provocando en las unidades de primera línea entre el 50 y 85% de bajas. El bombardeo duró dos interminables horas. Al finalizar la preparación artillera soviética las tres divisiones se lanzaron al ataque.
Miles de soldados, apoyados inicialmente por medio centenar de carros de combate, avanzaron sobre las trincheras que defendían los soldados españoles. Los soviéticos avanzaban confiados pensando que tras el bombardeo no quedaría ni un solo defensor. Los españoles sacaron las máquinas, las ametralladoras MG42, que habían estado protegidas con mantas en el interior de los búnker y comenzaron a disparar. Los rusos caían como bolos dejando el campo de batalla plagado de cadáveres. Su primer ataque fue un rotundo fracaso. Después de la primera sorpresa, los soviéticos se reorganizaron. El capitán Ruiz de Huidobro, atrincherado sobre la vía del tren, puedo frenar dos ataques rusos apoyados por T34. Huidobro anima a los hombres de su compañía: «¡Que somos españoles!, ¡Que esto no es nada!, ¡Que por aquí no pasan!».
Con un 75% de bajas, una treintena de españoles llegaron a lanzar un contraataque, momento en que cayó el capitán español. Sus hombres resistieron algunas horas más. Por está actuación ganó Huidobro, a título póstumo, una Laureada. El sargento Salamanca estaba destinado en la compañía del capitán Palacios a cuyas órdenes recuperó con dos soldados una posición tomada por el enemigo. Fue hecho prisionero pasando once años en los gulag, los campos de la muerte de Stalin, para regresar a España en 1954 y recibir en 1998 la Medalla Militar Individual que ganó en Rusia. Los carros soviéticos entraron en Krasny Bor. Para impedir que llegaran al edificio que hacía de lazareto el cabo de zapadores Ponte Anido cogió dos minas anticarros para fijarlas en las orugas de un carro ruso y hacerlo saltar por los aires. Bajo fuego enemigo llegó hasta el T34 y al hacer estallar las minas sufrió gravísimas heridas que le provocaron la muerte. Logró parar el ataque soviético. Obtuvo por su acción una Laureada a títulos póstumo.
En la batalla, los españoles sufrieron 1.000 muertos, 200 prisioneros y 1.500 heridos
El capitán Jesús Andujar se lanzó con una sección de su compañía a las callejas de Kransy Bor para recuperar las posiciones perdidas. En lucha cuerpo a cuerpo logró detener y aniquilar a un destacamento ruso que conducía prisioneros españoles, los liberó, para luego seguir avanzando. Es herido dos veces. Tirado en el suelo un ruso le clava su bayoneta para comprobar si está vivo. Andujar no se mueve. Sus hombres logran recogerle muy grave y llevarlo al hospital de campaña de Mestelewo donde intenta escaparse para buscar a su compañero el teniente Durán. Es propuesto para una Laureada y así unirla a las dos Medallas Militares Individuales ganadas con la Legión en la Guerra Civil.

Freno a los soviéticos

El coronel Sagrado liderará un contraataque para luego retroceder y hacerse fuertes en los bosques que rodeaban Krasny Bor y desde allí frenar definitivamente a los soviéticos. El general e historiador militar Salvador Fontenla ha escrito que fue una enorme batalla defensiva en la que los soldados españoles demostraron estar hechos de un acero especial. Si la División Azul, el Regimiento 262 del coronel Sagrado, no hubiese resistido el brutal bombardeo y el ataque de los carros e infantería soviética todo el frente norte se habría derrumbado y muchas divisiones alemanas habrían quedado copadas por el Ejército Rojo. Los españoles en diez y ocho horas de combate sufrieron 1.000 muertos, 200 prisioneros y 1.500 heridos. De los 33.000 soldados soviéticos atacantes al final de los combates más de 11.000 eran bajas. El 19 los soviéticos lanzaron un nuevo y brutal ataque desde Krasny Bor en dirección a Sablino. Los españoles atrincherados al otro lado del río Ishora esta vez ni siquiera cedieron un metro de terreno. Krasny Bor fue la última victoria, la última gran batalla combatida y ganada por la Infantería española.