Crítica de “Padre no hay más que uno 2. La llegada de la suegra”: Y Santiago Segura nos quitó las penas ★★★✩✩
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Director: Santiago Segura. Guión: Marta González y S. Segura. Intérpretes: S. Segura, Toni Acosta, Loles León, Leo Harlem. España, 2020. Duración: 96 minutos. Comedia.
Hay días con tropecientos motivos para llorar a lágrima viva, que no tienes ganas ni de mirarte la cara en el espejo para descubrir, entre arrugas y granitos que antes de la cuarentena no parecían existir, esa horrible señal de la mascarilla, el moreno a parches y los ojos arrugados como nueces. Hay días que te preguntas cuándo y cómo acabará esto y todo lo demás, y de remate una impertinente llamada al móvil te acaba por fastidiar la vida. Pero entonces empieza la otra película, la que proyectan en la pantalla, asoma un flaquísimo Santiago Segura vestido de señor respetable asentado en las afueras hablando no sé qué del chat de los padres y sobre comprar un regalo a cierta profesora y, mientras su circo familiar, blanquísimo y bastante cómico se despliega, consigue que, al menos, hoy no pienses en matar a nadie.
La segunda entrega de «Padre no hay más que uno», estrenada con bastante éxito el año pasado, ha decidido jugársela a los chinos y adelantar su estreno aunque, desgraciadamente, las salas no se medio llenen todavía ni a tiros, con la sana intención de levantarnos un poco la moral y que pasemos por la taquilla, que lo agradecerá mucho. Porque Segura confía en el producto, en su carisma innegable y en unas dotes humorísticas que le permiten pasar de la sal gorda torrentiana y arrabalera al permitido para todos los públicos. Así, el director, guionista y protagonista del filme vuelve a toparse con Javier, en la actualidad líder, porque maneja muy bien eso de los grupos por internet, de las madres que tienen a sus hijos en el colegio donde estudian los de Javier, cinco inquietas criaturas con las que lidia como buenamente puede que. De pronto, los problemas crecen: Javier se entera de que volverá a ser padre y que la suegra (Loles León, otro peso pesado) amenaza con establecerse en casa para «ayudar».
Se nota la cultura cinematográfica de Segura, porque la producción no puede evitar recordarnos aquellas de los años 60 sobre el «baby boom» español (tipo «La gran famila») y, también, otras de EE.UU como «Trece por docena» (Walter Lang, 1950) o el remake ya más reciente de Steve Martin. Y otro guiño: incluso el personaje de Milagros evoca a una Mary Poppins pero del revés. No faltan, que es una obra de Segura, los felices cameos (de Lorenzo Caprile, Chicote, María del Monte, Ainhoa Arteta...), ni, en todo el metraje, el deseo ferviente de que el espectador pase un buen rato con un producto de buena factura que nos hace, para colmo, sonreír. Hoy, Segura nos ha salvado de la pena.
Lo mejor: Es un filme de buena factura, apto para todos los públicos y con grandes cómicos en su nómina
Lo peor: Quizá el personaje que encarna Leo Harlem podía haber tenido más recorrido porque prometía