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Alan Parker: Última parada de “El expreso de medianoche”

Autor de obras como "Arde Mississippi" y "The Commitments", el director representaba la esencia tan poco extendida en la actualidad de ser un excelente artesano del universo audiovisual y musical
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Antes de que Alan Parker triunfara mundialmente con el polémico filme “El expreso de medianoche” (1978), los cinéfilos y crítica especializada lo descubrieron con un musical sobre la depresión y la Ley Seca protagonizado por menores, “Bugsy Malone, nieto de Al Capone” (1976), en la que aparecía por primera vez la niña prodigio Jodie Foster cantando en el papel de la seductora Tallulah. Nominada a numerosos premios de la Academia británica y ganadora del mejor guión para Parker y un Oscar a la banda sonora de Paul Williams. La película, que representaba con realismo y no sin cierta perversidad las relaciones de los gángsteres y sus amantes, la típicas rubias platino, descubrió un raro director cuya obra posterior discurriría por caminos en apariencia opuestos a esta brillante comedia musical con niños que cantaban, bailaban y se comportaban como adultos. La música la escribió Williams, un veterano compositor de los años 70 que había triunfado con el musical de “El fantasma del Paraíso” (1974), de Brian de Palma, por el que fue nominado al Oscar.
La carrera de Alan Parker estuvo marcada por cambios bruscos en su filmografía, tanto temáticos como estilísticos. Tras este reconocimiento crítico, se embarcó en la cinta que supondría su reconocimiento internacional: “El expreso de Medianoche”, inspirada en una novela de William Hoffere, basada en un hecho real, la lucha por escapar de una cárcel turca del joven norteamericano Bill Hayes encerrado por trafico de drogas, de la que huyó y fue recibido como un héroe en EEUU. Parte del éxito del filme se debe sin duda al impactante guión que escribió Oliver Stone, basado en la terrible experiencia carcelaria de Bill Hayes, que posteriormente se puso en duda. Fue tal el impacto de esta película que ganó seis Oscar en 1979.

Éxito maldito

Así, según Robert Dillon, subdirector de la misión en la embajada turka, “Billy Hayes admitió que en el libro se exageró y dramatizó lo sucedido. Cuando lo detuvieron por primera vez, lo golpearon, pero no alegó otras palizas. Sin embargo, al rodarse la película, el trato fue brutal: hay una escena particularmente salvaje cuando le muerde el labio a un funcionario de prisión turco que abusaba de él. No creo que haya ocurrido ninguno de esos incidentes”. Dillon sospecha que los turcos lo dejaron escapar, pero de esta forma el filme habría perdido dramatismo.
El protagonista fue interpretado por un jovencísimo Brad Davis, papel por el que ganó el Globo de Oro en 1978. Este prometedor actor, tras el triunfo del filme de Parker, quedó encasillado en el personaje de gay ultrajado, martirizado y violado en la mugrosa prisión turca del filme. Pese al triunfo internacional, su carrera apenas le dio para pequeños papeles en series de televisión y el rol principal del marinero de la novela de Jean Genet “Querelle (Un pacto con el diablo)” (1982), dirigida en su momento más bajo por el prestigioso director alemán Rainer Werner Fassbinder. Con ella ponía punto final a su vida con una sobredosis de cocaína y píldoras. La misma droga que según Brad Davis consumía en comandita y por la que contrajo el sida en 1979.
Desde entonces, mantuvo en secreto su enfermedad, por el clima de histeria de Hollywood, hasta poco antes de su muerte en 1991. Su viuda siempre mantuvo que no era gay. La siguiente película de Alan Parker no pudo estar más alejada de la impactante y desgarradorra historia de traficante de drogas, a la que Oliver Stone cargó las tintas hasta convertirla en una pesadilla de carceleros perversos y de una crueldad tal que ha quedado como la cinta de prisiones más fuerte. Volvió a triunfar con “Fama” (1980), que sería la comedia musical de moda durante varios años gracias al éxito obtenido en el cine y su pase a la televisión como serie con similares protagonistas. Irene Cara fue sustituida por la cantante y bailarina Debbie Allen, Leroy Johnson continuó como el bailarín rebelde, con un final típico de los 80, ya que también murió de sida, y el bondadoso profesor Shorofsky, interpretado por Alber Hague.
Alan Parker nunca abandonó su pasión por la música y el musical. Realizó vídeos para Irene Cara, y a lo largo de 1982 “Pink Floyd: The Wall (El muro)” (1982), seguidos de dos vídeos oficiales sobre “The Wall”. Hasta filmar la opera rock “Evita” (1996), basada en la obra musical de Broadway de Andrew Lloyd Webber, con un reparto internacional, Madonna y Antonio Banderas en su máximo esplendor como intérpretes del musical, Alan Parker dirigió tres curiosas y desiguales películas: “Birdy” (1984), “El corazón del ángel” (1987), con un reparto de oro en aquel momento, Mickey Rourke y Rober De Niro, y la que quizá sea una de las películas más redondas de su filmografía “Arde Mississippi” (1988), con Gene Hackman, Willem Dafoe y Frances McDormand, un rotundo alegato contra la discriminación racial en el opresivo y violento sur estadounidense.
Finalmente, para remarcar hasta qué punto Alan Parker siguió más que una carrera de autor la de un excelente artesano capaz de dirigir desde un musical con niños y gánsteres a un drama policial antirracista, pasando por vídeo-clips de Pink Floyd, Irene Car o Madonna, llevó a la pantalla la melodramática novela de Frank McCourt “Las cenizas de Ángela” (1999), con un realismo y unos actores portentosos que consiguen convertir este sofocante melodrama, basado en las experiencias infantiles del escritor, en un filme desgarrador y artísticamente extraordinario.

10 películas para no olvidar

“El expreso de medianoche” (1978)
En la década de los setenta, un joven estadounidense llamado Billy Hayes intenta abandonar el aeropuerto de Estambul con varios gramos de hachís adheridos a su cuerpo. Esta cinta basada en las memorias del calvario del propio Hayes, logró alzarse con dos premios Oscar en las categorías de Mejor Guión Adaptado (obra de Oliver Stone) y Mejor banda sonora.
“Fama” (1980)
Buque insignia cinematográfico de la generación ochentera. Los calentadores a la altura de las rodillas y los maillots imposibles de los protagonistas de este drama musical marcaron un antes y un después en todas las academias de baile del momento. La propuesta de Parker se convirtió en un auténtico éxito que poco después se materializaría en una serie de televisión.
“Pink Floyd. The Wall” (1982)
Simbólica, visual, eminentemente sonora, surrealista y considerada por muchos como una cinta de culto. Así es esta sorprendente película basada en el mítico álbum de Pink Floyd para la que el cineasta británico se valió de la ayuda del propio vocalista y bajista del grupo, Roger Waters.
“Birdy” (1984)
Un jovencísimo, casi irreconocible, Nicolas Cage, coprotagoniza esta historia basada en la novela homónima de William Wharton en la que el actor interpreta a un amigo de la infancia del personaje que da nombre a la película y que siente pasión por los pájaros, con el que comparte traumáticas experiencias en Vietnam.
“Arde Mississippi” (1988)
Nada menos que siete nominaciones al Oscar obtuvo esta cinta de Alan Parker. En ella, dos agentes del FBI se ven inmersos en la búsqueda de tres activistas por los derechos civiles y construyen un devastador retrato del Ku Klux Klan.
“The Commitments” (1991)
Basada en la novela homónima del irlandés Roddy Doyle, Parker logró alzarse gracias a este filme con cuatro premios Bafta(entre ellos, al de Mejor Película). Un joven obrero de Dublín forma una banda de soul.
“El balneario de battle creek” (1994)
A comienzos del siglo XX, el excéntrico doctor Kellog regenta un rocambolesco balneario al que acuden los ricos para poner a tono sus cuerpos. La receta para conseguirlo: nada de carne, nada de sexo y mucha, mucha agua.
“Evita” (1996)
Madonna y Antonio Banderas encabezan la película. El nivel de expectación ya era de por sí alto. En esta ocasión, Parker adapta fielmente la obra musical de 1975-78 sobre el recorrido vital de Eva Perón. Consiguió el Oscar y tres Globos.
“Las cenizas de Ángela” (1999)
El director británico confesó de esta película que: «trataba de hacer cosas diferentes, porque la variación mantiene fresca la creatividad». Un desolador retrato sobre la época de la emigración en América y la vida de los McCourt.