La Legión en el Congo: Operación «Echo-Charlie»
La serie de artículos que conmemoran el aniversario del cuerpo continúa con la entrada de España, en 2006, en el conflicto abierto del país africano
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En enero de 1976, los últimos componentes de La Legión abandonaban el Sáhara tras los Acuerdos de Madrid, en los que España transfería la administración del territorio a Marruecos y Mauritania. Treinta años más tarde, de nuevo La Legión sentía la llamada Africana al ser requerida para constituir un contingente que debía desplegar esta vez, en el África subsahariana, y más en concreto en la República Democrática del Congo.
Es un enorme país con una extensión aproximada de cinco veces España, situado en el corazón del continente africano, en la región de los Grandes Lagos y dotado de unos extraordinarios recursos naturales. Tras su independencia de Bélgica en 1960, su historia contemporánea reciente está salpicada de hechos convulsos entre los que se alternan golpes de estado, asesinatos de presidentes o periodos dictatoriales en los que la corrupción generalizada ha sido uno de sus comunes ingredientes.
Los acuerdos de paz de Luanda pusieron fin a la denominada «Guerra Mundial Africana». La posterior aprobación de una nueva constitución, dio al país por primera vez desde su independencia, la oportunidad de afrontar un proceso electoral democrático. En ese complicado entorno, la ONU emitió la resolución 1.671 en apoyo al incipiente proceso democrático, a la cual se sumó la Unión Europea, que en abril de 2006 decidió el envío de un contingente militar que respaldase el papel de la ONU y de su misión (MONUC), ya desplegada en territorio congoleño.
Fuerza destacada
España se adhirió al requerimiento de la UE decidiendo el envío de un contingente que formase parte de la fuerza destacada en el país. Se asumía un extraordinario reto, y una vez más La Legión fue la elegida, y más en concreto, la VII Bandera, en base a la cual se constituyó el Grupo Táctico «Valenzuela», al mando del Teniente Coronel Ruiz Benítez, quien en ese momento ostentaba el mando de la misma, y que desplegaría en el país africano entre julio y diciembre de 2006.
La operación se inició el 14 de julio con el despliegue del contingente español constituido por 130 militares, en la capital del país Kinshasa, pudiendo hacerlo además mediante transporte aéreo en diferentes puntos de aplicación del país (POA), si la situación lo requería, constituyendo la unidad de reacción rápida del contingente (QRF), al mando del capitán Rios Blanco, jefe de la primera compañía de la VII Bandera.
Inmediatamente y sin solución de continuidad comenzaron a ejecutarse las misiones asignadas: patrullajes, misiones de escolta y presencia permanente de día y de noche de los legionarios españoles en la capital y los diferentes puntos del país a los que fueron destacados, escolta y seguridad de personalidades, control de masas antidisturbios, etc.
Al principio, la acogida de la población fue manifiestamente hostil, hacia unos soldados extranjeros, con unos extraños gorros con borla, cuya presencia era interpretada como un nuevo intento de colonización de los europeos, tema este muy sensible en la forma de ser y de pensar de la población congoleña; pero poco a poco, a base de mucho esfuerzo, sacrificio y entrega, los legionarios basados en su estricta profesionalidad y sentido del deber, aderezados con la tradicional cercanía y alegría legionarias, fueron ganándose la confianza de la población, y con ella, el soporte necesario para la eficacia en el cumplimiento de su misión.
La primera vuelta electoral supuso una victoria del favorito, Kabila, aunque el retraso en la publicación de los resultados provocó una serie de incidentes. Los más graves tuvieron lugar la noche del 21 de agosto de 2006, cuando el vicepresidente del país y candidato Bemba se hallaba reunido en su residencia en el centro de la capital con el alto representante de la ONU y de la UE, además de los embajadores de EEUU, Alemania, Japón, Francia y Bélgica, entre otros, cuando el lugar fue atacado por unidades de la Guardia Presidencial Republicana, verdadera guardia pretoriana del presidente Kabila, que pretendía asesinar al candidato Bemba.
MONUC solicitó ayuda a la Compañía española que, en colaboración con una Compañía uruguaya consiguió establecer un corredor de seguridad en medio del fuego cruzado de ambos contendientes. Durante la intervención, uno de los BMR de la QRF de La Legión fue alcanzado por el fuego de los adversarios. Los legionarios reaccionaron con extraordinario valor y temple al no responder al fuego, logrando disuadir de su acción a los contendientes, orientando las ametralladoras pesadas de sus vehículos hacia los orígenes de fuego.
Como consecuencia de esa valerosa acción y en coordinación con el batallón uruguayo, todo el personal diplomático y la totalidad de los rehenes retenidos pudo ser rescatado. El Capitán Rios, jefe de la compañía, y el Teniente Rubio, en ese momento jefe de la sección cuyos vehículos recibieron el fuego enemigo, fueron recompensados posteriormente con sendas cruces al mérito militar con distintivo azul.