De Goya a Godard: por fin, una filosofía de la imagen
Reseña de Georges Didi-Huberman, “Desear Desobedecer”, que parte de la premisa de tomar la imagen como herramienta crítica
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Como primicia para los lectores de este periódico, reseñamos el libro de Georges Didi-Huberman (=GDH), uno de los pensadores más importantes de la cultura visual, con ocasión de su presentación el 23 de septiembre en el Circulo de Bellas Artes de Madrid. “Desear Desobedecer” ha sido publicado en español en la serie de la editorial Abada dirigida por Hernández León y J. Calatrava, quien junto a A. Vignotto firma la actual traducción. En este volumen, el lector no sólo descubrirá un gran intelectual, sino también un gran poeta, un creador de imágenes antes que un historiador de ellas. Los 40 apasionantes capítulos que componen este libro, se han correctamente llamado una «fenomenología de los gestos». GDH es capaz de despertar los fantasmas que habitan en las imágenes, tratándolos no como ilusiones, sino como «huellas de realidad».
He aquí toda una filosofía de la imagen, más allá de una estética de la política, como el título puede inicialmente sugerir. El dialogo crítico con figuras como Kojève y Bataille, Agamben y Honneth (entre muchos otros), se conecta sabiamente con una «fenomenología de las pequeñas imágenes» (Kracauer), basada en fotogramas de Pasolini o de Renoir y en fotografías anónimas del gueto de Varsovia. Una serie de golpes fulmíneos que, después habernos mostrado los gestos del levantamiento, nos aseguran de «no tener miedo de sumergirnos» en el arte y en la poética, en «excavaciones en la tinta y en la ceniza» junto a Michaux, o siguiendo las «mariposas» lanzadas al cielo (juego de palabras y de imágenes esto, para referirse a los panfletos franceses de resistencia contra el nazismo), o en las largas exposiciones de los daguerrotipos que ofuscan y a la vez testimonian fracasos felices que volverán como oleadas una y otra vez, ejemplos de lo que Warburg solía llamar «sobrevivencia icónica» (Nachleben).
De Goya a Delacroix, de Eisenstein a Godard, a lo largo de todo este libro, GDH nos enseña la efectividad de un principio de inspiración spinoziano-hegeliana, reformulado por él: «toda potencia busca hacerse sensible». He aquí en cinco palabras gran parte de la historia del ser humano, en forma de contra-ataque a la iconoclasia del establishment filosófico. ¿El corazón de este libro? La imagen como herramienta crítica o, dicho según Hegel (vía Adorno): «mientras exista una conciencia del sufrimiento entre los hombres, debe existir también el arte como forma objetiva de esa conciencia».