El sueño disparatado o la gris realidad ★★★★✩
José Troncoso dirige esta obra en el Teatro Español de Madrid hasta el 4 de octubre
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Desde 2007 habían estado paseando por todas partes Carmen Barrantes y Jorge Usón “Cabaré de caricia y puntapié”, un espectáculo exhibido de manera muy esporádica que, no obstante, consiguió poco a poco atraer al público más teatrero y dejar en él un regusto agradable. Eso habrá espoleado, sin duda, a estos dos intérpretes para embarcarse en un nuevo proyecto, esta vez con dirección y texto de José Troncoso, que les permitiera volver a mostrar, unidas, sus enormes dotes para la comedia y el musical.
“Con lo bien que estábamos” cuenta la historia de Esteban y Marigel, un matrimonio de clase humilde que regenta una ferretería y que ve con complacencia cómo transcurren sus anodinas vidas en un repetido e inalterable ciclo: las tuercas y tornillos, el sofá, la cena, el vasito de vino… y la cama hasta el día siguiente. Pero cierto día se decidirán a ir por primera vez al teatro, y esa experiencia los modificará para siempre, o al menos a uno de ellos.
Probablemente, teniendo en cuenta la forma habitual de trabajar que tiene Troncoso, la dramaturgia sea fruto, en buena medida, de la aportación colectiva de actores y director; pero no cabe duda de que hay una huella impresa en la historia que delata lo que podríamos denominar ya, después de sus tres últimos montajes, el “universo Troncoso”, y que se caracteriza por la decantación de la belleza en el alma de unos personajes que, aparentemente, sin indagar en ellos, se nos antojarían feos, estériles, simples, zafios o sórdidos. Y ese proceso dramático de purificación lo lleva siempre a cabo manejando con destreza dos variables fundamentales: el amor y el humor.
En esta ocasión, la obra constituye un hermoso canto a la imaginación, entendida como una herramienta extraordinaria que nos permite romper las berreras económicas y sociales, ensanchar nuestras fronteras vitales y fabricar, como mejor nos plazca, cualquier mundo posible. Y ese canto se extiende, por supuesto, al teatro, considerado como un inagotable generador de la imaginación y la fantasía. Jorge Usón y Carmen Barrantes están soberbios en unos personajes que no pueden haber sido concebidos más a medida; exudan de principio a fin toda la gracia y la ternura que la obra exige, y protagonizan, a veces haciendo en el lenguaje físico un homenaje al histrión y a la comedia de cine mudo, algunas escenas impagables, como son la del día a día en la ferretería, la de la pueril y emotiva ensoñación del viaje a Canarias o las más estrictamente musicales. Precisamente en este plano, el musical, no puede uno sino rendirse a los pies del inconmensurable Mariano Marín, que ha creado una partitura –esencial para esta función- tan variada en estilos y tonos como sobresaliente en cada uno de los registros.