“Fariña”: Una historia gallega sin resolver ★★✩✩✩
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Autores: Nacho Carretero y Jose L. Prieto. Director: Tito Asorey. Intérpretes: Cris Iglesias, Marcos Pereiro, María Vázquez, Sergio Zearreta y Xosé A. Touriñán. Naves del Español en Matadero (Sala Fernando Arrabal), Madrid. Hasta el 11 de octubre.
Había muchas ganas en Madrid por ver este trabajo dirigido por Tito Asorey que se estrenó en La Coruña hace aproximadamente un año y que parte del libro homónimo de Nacho Carretero que ya inspiró la exitosa serie televisiva de 2018. Nadie espere encontrar, vaya esto por delante, una adecuación a la escena del guion de la serie; porque no tiene nada que ver esta propuesta, de lenguaje exclusivamente teatral, con la ficción narrativa que vertebraba en televisión el contenido del libro.
Huyendo deliberadamente del naturalismo, la obra de teatro se levanta como una suerte de comedia negra, negrísima, en la que dejan de tener importancia los nombres concretos de narcos, investigadores, políticos y jueces, y cobra absoluto protagonismo la sociedad en su conjunto. Es una obra que no aspira tanto a relatar pormenorizadamente y de forma fidedigna los hechos que desembocaron en la operación Nécora como a presentar una visión panorámica, mucho más simbólica y abiertamente crítica, de la tragedia que sacudió al pueblo gallego durante aquellos años. O, mejor dicho, de la tragedia que lo sigue sacudiendo, si tenemos en cuenta que la función termina precisamente advirtiendo de lo poco que han cambiado las cosas en esencia y de cómo la gente, instalada en una cómoda tibieza, termina justificando el narcotráfico, los sobornos, las comisiones, etc.
Aunque todo se exprese, como digo, de una manera simbólica, Asorey ha derribado muy bien cualquier barrera entre el código teatral que emplea –en el que se entrecruzan la música, los momentos dramáticos, la alegoría, la sátira y hasta la parodia– y el posible imaginario del espectador, de manera que este puede comprender d todo lo que el
director propone de forma muy clara y directa. Sin embargo, falta ritmo y uniformidad en la duración de las escenas, falta soltura a la hora de engranarlas y faltan aptitudes en algunos actores –están muchísimo mejor ellas que ellos– con dificultades para decir el texto sin tropiezos continuos. Puede que esto se deba a que la función no está muy rodada aún en castellano, pero es obvio que repercute negativamente en el resultado.