Los cines británicos se quedan “Sin tiempo para morir”
Con el aplazamiento, hasta abril de 2021, de la nueva película de James Bond, la cadena Cineworld ha decidido cerrar de manera indefinida todos sus cines en Reino Unido e Irlanda
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Haciendo el recorrido canónico de la capital del Reino Unido, antes del «esto» que monopoliza todas las conversaciones triviales, si uno torcía en Shaftersbury Ave para llegar a Leicester Square, se daba de bruces con uno de ellos. Si se seguía andando un poco más hacia el sur, probablemente hallara a su hermano urbanita. Y si se tenía la oportunidad de abandonar el Gran Londres en favor de la periferia verde, era probable encontrarse con sus primos de gran formato. Ya no.
La cadena de cines Cineworld, la segunda que más factura del mundo, ha decidido echar el cierre de sus 128 localizaciones en Reino Unido, donde es la más importante y donde su peso en el mercado laboral se traduce en 5.500 puestos de trabajo. Esto es, un volumen cuatro veces superior al que mueve Yelmo Cines en España, por ejemplo.
Las causas estructurales pasan, como ya podrán imaginarse, por la pandemia que vino a destruirlo todo. Las coyunturales, el último clavo en el ataúd de un negocio que ya no «promete» si no que «espera» reabrir en la primavera del año que viene, pasan por el retraso definitivo de «Sin tiempo para morir». La que será la última película de Daniel Craig como James Bond tenía previsto su estreno, inicialmente, para abril de este año. Luego, se planteó llevarla al verano con la «Tenet» de Nolan, pero finalmente se anunció que sería el último taquillazo del año y se atrevería a sacrificarse con su estreno en octubre.
Desde que Disney se pegara un tiro en el pie con su «Mulán» y decidiera por ello cerrar el chiringuito marvelita hasta que haya buenas noticias, el efecto dominó se materializó entre los alfas de la industria. Warner, además de anunciar un volquete de dinero para que Zack Snyder cuente un refrito de «La Liga de la Justicia», nos dejó sin el viaje de Wonder Woman a 1984. Sony, que ya había suspendido todo su catálogo de estrenos menores, anunció que sus películas de animación o para un público infantil también se caerían del calendario.
Con la lonja vacía, Universal decidió esta semana guardarse el sambenito y no habrá licencia para matar hasta la semana santa de 2021. Además de forzar de manera indirecta el cierre (completo en Reino Unido e Irlanda y parcial en Estados Unidos) de Cineworld, la comprensible decisión, deja sedientas y empobrecidas a salas de todo el mundo. La tarta de la recaudación tiene más porciones, pero no se ha hecho más grande. Esto ha provocado que en nuestro país, románticos de más de 75 años de solera como el Cine Paz de Madrid, también hayan tenido que bajar la cortina hasta nuevo aviso.
Visto que ni el agente 007 se ve capaz de salvar la situación, cabe preguntarse por el reparto de responsabilidades. ¿Volverán las salas más íntimas a confiar en los estudios? ¿Cambiará esta crisis el modelo de distribución destruyendo por completo la sacrosanta ventana de exhibición? ¿Cómo encajará en este nuevo mundo el modelo charcutero de Netflix que solo estrena en salas cuando huele premios? Mientras buscamos respuestas, los cines se nos están muriendo.