«El sueño americano»: cuando el pop descubrió los dólares
CaixaForum presenta un recorrido por los últimos sesenta años de la historia del grabado en Estados Unidos con artistas como Warhol, Rauschenberg, Dine y Lichtenstein
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Aprovechando la resaca «nobelesca», recurriremos a André Gide, Premio Nobel de Literatura en 1947, para referirnos al consumismo: «Civilizar a un pueblo no es otra cosa que hacerle sentir nuevas necesidades», firmó el autor francés. Algo así como lograr que cada persona adulta se deje llevar por el espíritu de ese niño ojiplático delante de una juguetería o el de ese que, con el catálogo de regalos de los Reyes entre las manos, coge el rotulador rojo y marca cada uno de los que desea (o todos).
Luego solo hay que escribir una carta más o menos aseada, portarse bien durante un par de ratos y esperar a que la fuerza de la Navidad, la de la estrella que guio a sus majestades hasta el portal, hagan el resto. De golpe y porrazo, el anhelo es una realidad que no tardará en pasar de moda por otro sueño que volverá a hacerse realidad... Y así hasta el infinito. Un resumen sui géneris de lo que vienen siendo el consumismo y todo lo que lo roce.
Si bien ya había explotado en aquellos locos años 20, fue en los 60 cuando los artistas se dejaron arrastrar por el consumismo. Andy Warhol, Roy Lichtenstein, Jim Dine y Robert Rauschenberg se entregaron a la causa pop de Nueva York a L.A. Si los grabados habían sido hasta entonces piezas de pequeño formato, desde ese momento e incitados por las imprentas y por el propio impulso creativo –al servicio de unas técnicas jamás vistas–, los genios pusieron sus obras al alcance de una clase media que ya sí se podía permitir unos lujos a precio de saldo.
Diez años después, prácticamente todos los artistas estadounidenses exploraban su potencial fascinados por el consumismo, los medios de comunicación y la publicidad. Pero no todo fue para contar las bondades del gastar por gastar. Como bien recoge la exposición «El sueño americano. Del pop a la actualidad» (CaixaForum Madrid), en la que se plasman las últimas seis décadas de este género, no tardaron en aflorar el minimalismo, el arte conceptual y el fotorrealismo, así como otros temas que también se valieron de la explosión gráfica para asomar la cabeza: el racismo, el sida, las guerras o el feminismo.
Las reivindicaciones se abrieron paso en lugar de un consumismo olvidado que ahora llega a Madrid de la mano del Museo Británico de Londres, responsable de esta muestra (porque, aunque parezca mentira, en el British no todo son momias y viejas esculturas de mármol). No se la pierdan.