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Magnífico Bruckner para la pandemia

Víctor Pablo Pérez en acción
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Obras de Haydn y Bruckner. Orquesta y Coro de la Comunidad de Madrid. Director: Víctor Pablo Pérez. Temporada de la ORCAM. Madrid, Auditorio Nacional, 12-X-2020.

Víctor Pablo Pérez conoce bien la “Séptima Sinfonía” bruckneriana, que ahora ha presentado aligerada de peso con el fin de atenerse a las disposiciones sanitarias. De ahí que haya partido de la edición preparada en su día por tres discípulos de Schönberg, Hanns Eisler, Erwin Stein y Karl Rankl, en la que la partitura quedaba en origen drásticamente reducida a un orgánico de 9 instrumentistas. En este caso se ha empleado una suerte de variante, edificada por el propio maestro, en la que se reúne a unos 30 músicos y donde se ha eliminado el piano, pero se ha mantenido el armonio.

En los vientos hemos consignado dos trompas (una desdoblada en tuba wagneriana) y un solo instrumentista para el resto. Partiendo de este planteamiento, la mano (sin batuta) del director ha sabido ordenar planos, regular dinámicas, frasear con convicción y conseguir que todo se escuchara con inusitada claridad, apoyado en unos profesores que han remado a favor. Se obtuvieron además unos inesperados fortísimos y unos pianos de rara calidad. Desde el mismo arranque, trazado exquisitamente y elaborado con finura y fluidez, supimos que aquello empezaba de la mejor manera.

Anotamos las magníficas intervenciones del primer trompa y certificamos la excelente realización del sublime pasaje, unos compases antes de la coda del primer movimiento, en el que la segunda parte del tema principal –la más ondulante- se escucha en la cuerda contra un amenazador pedal de timbales que, con el contrapunto de los arcos agudos, va elevándose hasta un ansioso y suspendido clímax. En el “Adagio” comenzamos a escuchar la característica voz de la tuba Wagner, estupendamente tocada por el profesor. El curso del movimiento fue ejemplarmente expuesto hasta alcanzar esa liberadora ascensión hasta un iridiscente Do mayor, sustituida muy pronto por esa suerte de canto fúnebre en memoria de Wagner.

Bien y animosamente dibujado el terreno “Scherzo”, con un trío de suaves reflejos líricos, y acometida con fuerza la peroración del último movimiento, en el que los distintos temas en concurrencia fueron diseñados con pulcritud. Coda bien estructurada, puede que empezada desde muy arriba. Fue un estupendo colofón a un concierto que había comenzado con una obra insólita de uno de los precursores de Bruckner, Franz Josef Haydn, de quien escuchamos su estilizado “Te Deum”, que sonó ligero y aéreo en cuerdas y vientos y en las en esta ocasión bien empastadas voces del Coro. Adecuadamente respetado el clima grave tras la modulación a menor. Muy decoroso “fugato” final y buen redondeo de una sesión que a la postre cabe calificar de “acción de gracias”.