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“Primal”, o cuando el mejor amigo del hombre es el dinosaurio

HBO España estrena con cuentagotas esta producción de Genndy Tartakovsky sobre la supervivencia de un hombre y un dinosaurio
La Razón
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  • Matías G. Rebolledo

    Matías G. Rebolledo

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Si en una charla trivial, a usted le sueltan que tiene que verse sí o sí lo último de Tartakovsky, como quien escribe, probablemente piense en interminables planos secuencia, acción interiorizada y reflexiones sobre la propia condición humana envueltas en silencio majestuoso. Y también se preguntará por «lo último» de un autor que falleció en 1986. Y se extrañará más todavía cuando le expliquen que se trata de una serie de animación completamente nueva que estrena con cuidado curatorial HBO en España. Es normal. Porque usted, como quien escribe, estaba pensando en Tarkovsky («Solaris»).
La confusión entre ambos genios con denominación de origen soviética es una broma que el que nos ocupa, Genndy Tartakovsky, siempre se toma con humor. No es raro encontrarse, cada vez que se le anuncia como comandante de una nueva producción, miles de comentarios e incluso artículos en Internet preguntándose cómo sería dicha serie en manos de Tarkovsky y, la verdad, es un ejercicio teórico al que deberíamos someter a más proyectos.
Con su venia para el chascarrillo, la mente de Tartakovsky es la que, de manos de Cartoon Network, bien podríamos afirmar que dio forma al final de los noventa en la animación hegemónica mundial. Entre sus créditos como productor podemos encontrar «Las Supernenas», «El laboratorio de Dexter», «Las macabras aventuras de Billy y Mandy» o también la muy bien valorada «Star Wars: las guerras clon». Todos éxitos, todas gallinas de huevos de oro para la mercadotecnia que marcaron a una generación entera de jóvenes.
Su último proyecto, de corte más personal y arriesgado, no es otro que «Primal», la historia sin diálogos de un hombre primigenio al que le arrebatan todo y se ve envuelto en una amistad de necesidad con nada más y nada menos que un imponente dinosaurio. Un poco el punto de partida de «John Wick» si viviera en el mesozoico y su cuidado visual rivalizara con el más preciosista del arte moderno.
De hecho, se podría desvelar más de lo debido en lo argumental y la experiencia seguiría siendo igual de arrolladora. Las sensaciones durante cada regalo de veinte minutos son las de completa absorción por una violencia que salta de la pantalla y que, aunque explícita, no se recrea tanto en el detalle como en las consecuencias del acto mismo. Sobra decir, aunque soliviante a beatos y beodos de la animación, que «Primal» es una serie adulta.
Bajo la dirección artística de Scott Wills («Hotel Transilvania»), Tartakovsky consigue algo extremadamente parecido a lo que lograba el director de «Andrei Rublev» en sus películas: transportarnos desde lo físico hasta lo espiritual solo con el poder de las imágenes, sin necesidad de la vulgaridad de las palabras incluso aunque estemos asistiendo a algo tan básico como un ritual de caza. Con los aspavientos de un ceño fruncido, apoyándose de pleno en algo tan aparentemente lejano como la «terribilitá», Tartakovsky no solo trasciende su medio, si no que nos deja con ganas de más en una tanda de episodios que llegará a su fin el primero de noviembre.